Pensadores de hoy
Enviado por Emanuel Escalante • 30 de Octubre de 2018 • Apuntes • 16.912 Palabras (68 Páginas) • 141 Visitas
Maquiavelo (1469-1527)
Sus obras fundamentales son Discursos sobre la primera década de Tito Livio, El príncipe, El arte de la guerra, Historia de Florencia, etc. En Discursos sobre la primera década de Tito Livio, Maquiavelo expone sus pensamientos sobre la república romana y se muestra amante de la libertad. En El príncipe, en cambio, trata la monarquía, particularmente referida a los príncipes nuevos. Este constituye la primera teoría de cómo se adquiere, cómo se conserva y cómo se pierde el poder. Algunos lo califican de manual de la tiranía; otros, en cambio, de tratado para instruir a los pueblos sobre los peligros de la tiranía. El príncipe se constituye como una búsqueda del salvador de Italia; Maquiavelo apela a los Medicis para restablecer la paz, el libro estaba dedicado a Giuliano de Medicis, pero éste murió antes de su finalización y el libro fue a parar en manos de su sobrino Lorenzo, que era un hombre mediocre. Sin dudas, El príncipe es un llamado a la unidad de Italia, que se encontraba dividida y separada en ese momento.
I. Enfoque realista de la política – Moral y Política
Maquiavelo, a través de El príncipe, expresa que para conquistar y mantener el poder (gran objetivo de toda la filosofía política maquiavélica) de nada sirven los férreos códigos morales y religiosos del catolicismo. En su pensamiento, la religión y la moral pueden ser utilizadas para consolidar el poder, pero el funcionamiento de éste es completamente ajeno al de aquellas. Ninguna consideración de orden moral puede sujetar la acción del hombre superior, frenar su voluntad ni limitar sus decisiones. La moral es cosa de oprimidos y de dominados. Aunque sean inmorales, los fines políticos justifican siempre los medios empleados: el problema de Maquiavelo no es legitimar el poder, sino mantenerlo.
Sustenta la política de la amoralidad, que no se detiene ante la corrupción ni el crimen con tal de lograr sus fines. Predica una forma de política emparentada con los intereses, en contradicción de una política relacionada con principios morales.
Maquiavelo marca el fin del sometimiento de la política a la religión y a la moral, e inaugura la ciencia política moderna, autónoma, reducida a sus propios principios.
II. Consejos sobre el poder – Concepción antropológica
Maquiavelo distingue el acceso al poder de los miembros de las dinastías del de los particulares. En los Estados hereditarios, que están habituados a las dinastías de sus príncipes, solo basta con respetar la organización establecida por los predecesores para conseguir acceder al poder. Con respecto a los particulares, afirma que tienen dos formas de ascender: por genio o por fortuna; se encuentran en tal casos aquellos a quienes se da un Estado, o por dinero, o por favor de quien lo concede. Suben y les cuesta poco trabajo obtener el poder, pero mucho mantenerse en él. Se mantienen por la voluntad y por la fortuna de quienes los elevan, son inestables y transitorios, y no saben ni pueden mantener su cargo por haber vivido siempre como particulares y no tener fuerzas amigas y fieles. La excepción a la regla la constituyen aquellos hombres de genio y de valor que pronto al llegar a ser príncipes tienen tan superiores dotes, que se adiestran rápido para conservar lo que la fortuna ha puesto en sus manos.
El lenguaje de la fuerza es el único que Maquiavelo considera necesario para mantener el poder. La ambición natural de los hombres y de los Estados hace que tras las fronteras internacionales amenace siempre la hostilidad de la guerra. La educación y el oficio del príncipe han de dirigirse a conocer el arte de la guerra. Descuidar el arte de la guerra equivale a preparar un camino directo hacia el fracaso.
Frente a las vicisitudes del azar, frente a lo que la fortuna nos impone sin que quepa apenas control o contrapeso, Maquiavelo propone la virtú, un concepto que no define pero que se compone de fuerza, valor, capacidad de resolución, y también de astucia, inteligencia, estrategia. El príncipe que consiga imponerse a la adversidad de la fortuna mediante su virtud será más respetado que el que esté en el poder únicamente por su linaje. Saber mandar es también demostrar saber imponerse a la fortuna, ya que el gobernante respetado por su destreza y su valor será, con menos probabilidades, objeto de conspiraciones.
El fin justifica los medios de acuerdo a la lógica de la situación. La acción del príncipe está regida por la razón de Estado, ante la cual los medios son indiferentes. El príncipe no debe incurrir en vituperio por los vicios que le sean útiles al mantenimiento de sus Estados; no es necesario que sea honrado o bueno, tan sólo basta con parecerlo. Esos vicios útiles son la crueldad y la mala fe. En cuanto al uso de la crueldad, sólo se justifica si está bien empleada, si es necesaria para conseguir o conservar el poder. Está bien empleada cuando no se ejerce sino una sola vez, cuando se funda en la necesidad de asegurarse en el poder y no hay otro recurso que utilizar para el bien del pueblo. Las crueldades mal ejercidas son aquellas que siendo al principio de poca importancia, crecen luego y se dilatan. Con respecto a la mala fe, Maquiavelo sostiene que los príncipes no deben tener escrúpulos para engañar a los que confían en su lealtad, deben evitar conservar sus promesas si éstas son contrarias a sus intereses ya que nunca faltará un pretexto para cubrir una falta de buena fe. Los animales de los cuales deben los príncipes revestir sus formas, son la zorra y el león: de la primera aprenderán a ser mañosos y del segundo a ser fuertes.
El poder se afirma mediante un golpe terrible dado contra los enemigos del nuevo gobierno. Es decir, una acción ejecutiva enérgica y memorable contra los enemigos de la nueva situación política. De ahí que para establecer la libertad y la igualdad sea necesario destruir sin piedad a la nobleza, recurrir a la violencia, apoderarse del poder y reformar la organización política, teniendo siempre presente que “la grandeza del crimen encubre su infamia”.
Es un pesimista de la naturaleza humana. Está convencido que así como los hombres fueron, son y seguirán siendo. Los hombres son malos por naturaleza, egoístas, desleales, hipócritas, desagradecidos, cobardes y ávidos de ganancia. El pueblo no se interesa de la política y lo único que pretende es el bienestar y la seguridad. Respecto a si vale más ser amado que temido, o temido que amado, desde luego, cuando resulta imposible ser ambas cosas a la vez, es preferible ser temido que amado. La concepción pesimista que tiene Maquiavelo del hombre despeja cualquier duda posible, éstos son ingratos y tardan mucho menos en agredir al que aman que al que temen. El amor y la confianza conducen a la falta de respeto. El temor, por el contrario, se retiene tan vivo en la memoria que hace difícil el relajamiento que lleva al desacato. Ese miedo a un posible castigo no debe, sin embargo, convertirse en odio o desprecio hacia el príncipe. Las ofensas deben hacerse todas de una vez porque, cuanto menos se repitan, menos hieren. Y los beneficios conviene ejecutarlos de a poco para que se saboreen mejor.
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