Pensamiento Pragmatico
Enviado por 11121605 • 7 de Abril de 2014 • 1.499 Palabras (6 Páginas) • 547 Visitas
Pensamiento Complejo del Pragmatismo
El pragmatismo cree que el hombre es incapaz de captar la esencia íntima de las cosas, que la razón humana es incapaz de resolver los enigmas metafísicos y desvía entonces su atención a los resultados prácticos, vitales de las ideas y creencias. La actitud del pragmatismo es de desprenderse de las primeras cosas, causas, categorías, principios, substancias, y fijarse en los frutos, efectos, resultados prácticos de las ideas. El pragmatismo cree que el pensamiento no tiene por finalidad conocer las verdades metafísicas, sino orientarnos, ajustarnos prósperamente a la realidad. El pensamiento es como una función vital que tiene su papel en la conservación y preservación de la vida. Introduce un nuevo concepto de la verdad. Para el pragmatismo un pensamiento es verdadero cuando es útil y fomentador de la vida. Este pensamiento pragmatista se enmarca dentro de las filosofías de la vida para las cuales la vida humana es el valor cimero, siendo todos los otros valores medíos útiles para el fomento de la vida: la verdad es lo útil y conveniente al hombre; el conocer y el pensar son funciones al servicio de la conservación y promoción de la vida.
Hagamos una objeción inicial a los presupuestos y valoraciones últimas de estas doctrinas vitalistas y pragmáticas.
El fomento de la vida práctica biológica, no puede ser considerado como la finalidad del hombre. Ajustándonos a un riguroso positivismo, la vida humana se presenta como el fenómeno de que ciertas actividades inmanentes al organismo, trascienden de él. «La vida –decía Simmel–consiste en ser más que vida; en ella lo inmanente es un trascender más allá de ella misma».
Ese conjunto de funciones vitales, cuyos productos tienen una consistencia trascendente a la vida, trans-vital, es lo que constituye la vida espiritual. La vida humana pues no es mera zoología o fisiología, sino que también es creación de algo trans-biológico –un poema, un sacrificio, una filosofía–. Es decir, que la vida no tiene un fin inmanente y encerrado en ella misma, no es el valor último al que todos los restantes están subordinados, sino que ella a su vez se convierte en instrumento de realización de los valores espirituales de la bondad, la verdad y la belleza, los que constituyen los fines trascendentes de la vida.
El pensamiento empezó siendo un dócil instrumento de la vida, para el servicio y fomento de ésta; pero el pensamiento ya ha llegado a su mayoría de edad y se puede emancipar de las necesidades prácticas que lo originaron. El hombre comenzó a pensar para poder comer y ha evolucionado hasta el grado en que ya hay hombres que comen solamente para poder pensar.
Está bien fomentar la vida, pero como medio de que brote en ella la flor del espíritu.
el antropólogo Edgar Morin fue a través del amor. Exactamente: uno de sus textos sobre “la complejidad” fue publicado en uno de los últimos números de la famosa revista mexicana “Vuelta” y se centraba en la relación amorosa y el apego. Morin planteaba, si mal no recuerdo, que mientras crecía el apego se desintegraba el deseo, y que esto era resultado de la institucionalización del amor. Yo andaba buscando un marco teórico para poder sustentar un análisis de una novela en la que el personaje principal se resiste a toda normalización de la pareja (léase matrimonio o convivencia) e incluso al mismo enamoramiento. Mi hipótesis era que en la vida contemporánea la Utopía del Amor ha caído en desgracia frente al pragmatismo de la “relación de pareja” y la propuesta de Morin algo de razón me daba. Y me preguntaba: siendo el amor nuestra última utopía en una época en que la razón cínica reina sobre todas las cosas, ¿hay alguna manera de evitar caer abatidos debajo de los últimos cristales de su ruina?
En fin. El tema del amor es complejo, pero no es el punto central de las indagaciones de este profesor judío francés de origen sefardí (nacido Edgar Nahum) sobre lo que él y otros investigadores han denominado “el pensamiento complejo”, que sería una manera de entender el mundo desde una perspectiva heterogénea y transdisciplinaria, más difícil por supuesto, pero definitivamente, más intensa.
Se podría especular que lo contrario a pensamiento complejo es un pensamiento simple: simplemente equivocado. Lo contrario, según esta propuesta teórica, es un pensamiento fragmentario que organiza al conocimiento en compartimientos estancos y que no puede tener una apreciación holística de un fenómeno. En otras palabras lo que ahora se denomina “especialización”: centrarse en un fragmento tan ridículo de realidad que solo otro tan especializado como uno puede entendernos. La vocación
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