Pensamiento

pensamiento

Lo incierto del alma es su destino, siempre dispuesto a sorprendernos en cada paso que damos, en cada suspiro.

Nunca sabemos a dónde nos llevará ni en qué dirección. Si dejas que esos pasos los guíe el corazón probablemente sientas que tienes el poder, pero no es cierto. En el momento en que dejas que las decisiones las tome ese pequeño y a la vez tan grande órgano, te conviertes en un ser débil y expuesto a los demás. Si, por el contrario, consigues que sea tu mente la que analice previamente cada situación tus decisiones serán mejores o peores, pero seguramente pondrás a buen recaudo tus sentimientos. Si los expones sin tapujos, te harán daño; si los guardas, estarás protegido.

Una vez protegido comienzas a ver la vida de otra manera. Dejas de preocuparte por cosas banales como el supuesto amor, perfecto o imperfecto, liberando tu corazón de esa prisión que te tenía sin vida y sin esperanza. Comienzas a sentirte un ser libre ya que sabes que no será fácil hacerte daño, haces lo que deseas, sientes lo que deseas, bebes tu libertad. Y sintiéndote libre comienzas a sentirte feliz… Lo uno es consecuencia de lo otro.

Recuerdas tu pasado más lejano e incluso el más cercano, y te das cuenta de que ese sentimiento de libertad no te acompañaba. Ahora te encuentras por encima de todo eso, eres superior, nadie más podrá hacerte daño… Nunca más.

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