Plutarco
Enviado por Héctor Gutiérrez • 27 de Diciembre de 2022 • Trabajo • 1.497 Palabras (6 Páginas) • 182 Visitas
COMENTARIO DE TEXTO
Vidas Paralelas, XVII.
Plutarco fue un hombre nacido en la Grecia Occidental en el año 50 d.c. (Beocia), se desconoce la fecha de su muerte. Su nacimiento se produjo bajo la gobernanza romana de Claudio. Fue bautizado como ciudadano romano como Lucio Mestrio Plutarco. Se destaca por sus dotes como moralista griego, aunque fue un gran historiador y filósofo. Entre sus capacidades se manifestó su talento como escritor de literatura helenística. (Helenismo: periodo de tiempo entre el año 323 a.c. y 31 a.c.)
También ejerció como interprete de las pitonisas del Oráculo de Delfos por ejercer como sacerdote de mayor rango. Dicho Oráculo estaba consagrado al dios griego Apolo.
Plutarco, escribió Vidas Paralelas, y fue una de sus obras mas relevantes, en ellas podemos ver como le da un enfoque al pensamiento desde una comparativa. Sus biografías están basadas en personajes relevantes de las civilizaciones griegas y romanas. Esta comparación persigue darle sentido desde un punto de vista moralista al pensamiento de la época, y, para ello, se sirve de las virtudes y defectos de los citados personajes. Suele utilizar un personaje griego y una romano en cada uno de sus textos, es decir, una pareja, de un total de veintitrés. Cuatro de ellos son la única excepción por tratarse de vidas sin pareja en el sentido comparativo.
Un héroe es un ser humano de carne y hueso, un héroe es un hombre que deja ver sus virtudes y defectos. Esta frase citada por mí, Gutiérrez, H. Podría definir lo que para Plutarco era un héroe.
En todo momento se buscaban los detalles para sus obras, no se servía de situaciones anormales o extraordinarias donde hubiera ocurrido algo manifiestamente llamativo, sino, todo lo contrario. Él miraba con lupa esos detalles a veces imperceptibles, pero que en ellos se escondía un marcado ejemplo de raíz humana, de la moral interna, su personalidad innata, esa que no entiende de mentiras ni chanzas.
Analizando la siguiente página escrita por, (Plutarco pp. 84 de Vidas Paralelas, XVII).
Cita el autor que: “ Deteniéndose allí por poco tiempo, se retiraba tranquilamente a donde antes acostumbraba dormir con los demás jóvenes, y en adelante hacían lo mismo, pasando el día con sus iguales, reposando con ellos y no yendo en busca de la novia sino con mucha precaución, de vergüenza y de miedo de que lo sintiese alguno de los de adentro, en lo que lo auxiliaba la novia, disponiendo y proporcionando que se reuniesen en oportunidad y sin ser notados de nadie; y esto solían ejecutarlo no por tiempo, sino que algunos tenían ya hijos antes de hacer visto a sus mujeres a la luz del día”.
“Este modo de comunicación no era un ejercicio de continencia y moderación, sino que aun en los cuerpos los hacía de más poder y en el amor como nuevos y recientes, no retirándose fastidiados o indiferentes como de un trato indecente, sino quedando siempre en uno y otro reliquias de deseo y complacencia”.
“ Y sin embargo de haber conciliado a los casamientos tanto pudor y, decencia, no por eso dejó de desterrar los celos necios y mujeriles, porque lo que hizo fue remover del matrimonio la afrenta y todo desorden, dejando en comunión de los hijos y su procreación a todos los que merecían y mirando con desdén a los que trataban de hacer estas cosas exclusivamente e incomunicables a costa de muertes y de guerras, porque el marido anciano de una mujer moza, si había algún joven gracioso y bueno a quien tratara y de quien se agradase, podía introducirlo con su mujer, y, mejorando de casta, hacer propio lo que así procrease”.
“También a la inversa, era permitido a un hombre excelente, que admirara a una mujer bella y madre de hijos hermosos, casada con otro, persuadir al marido a que le consintiese gozar, para tener ella, como un terreno recomendable por sus bellos frutos, hijos generosos que fuesen semejantes y parientes de otros como ellos”.
“Porque, en primer lugar, no miraba Licurgo a los hijos como propiedad de los padres, sino que los tenía por comunes de la ciudad , por lo que no quería que los ciudadanos de la ciudad fueran hijos indiferentes de cualesquiera, sino de los más virtuosos; y, por otra parte, notaba de necias y orgullosas las disposiciones en este punto de otros legisladores, los cuales, para las castas de los perros y caballos, por precio o por favor buscaban para los padres los mejores que pueden hallarse, y en cuanto a las mujeres, cerrándolas como en una fortaleza, no se permiten que procreen sino de sus maridos, aunque sean necios, o caducos, o enfermizos, como si los malos hijos no lo fueran, antes que en daño de los demás, en daño de los que tienen en sus casas y los crían”.
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