Por un pueblo olvidado, un joven tahúr corría

Por un pueblo olvidado, un joven tahúr corría

Pues oro y sangre de día que con nada podía pagar.

Desesperado y triste aires nuevos buscaba y encontraba, de pronto escucho una canción que lo llamaba, que su suerte por fin cambiaría.

La melodía era de una criatura cuya enorme boca el Tahúr no había visto jamás.

“Disculpe usted mi canto” el monstruoso felino expreso, con este cántico buscaba llamar su atención, supe que infortunios usted tenía, de los que ofrezco absolución.

“¿podría sacarme de aquí?” el joven pregunto, y con una suave risa el monstruo respondió: ”muchacho, el mundo es un reino y yo soy su rey y minúsculo es el precio, verás, tengo apetitos difíciles de atrafagar sin embargo en las mesas más finas nadie me deja lugar, por eso de hombres como tu necesito, para poder entrar”, el joven con una vos quebrante respondió: “el precio de este trato será fácil pagar, si me ofreces una salida, es un acuerdo que voy a aceptar, y antes de cualquier cosa el monstruo dientudo lo atrapó y lo llevo.

A una tierra lejana fue llevado el tahúr, hasta un Palacio donde su suerte de nuevo cambio.

Pasaron los años y el amor había encontrado, su novia, una princesa, y la boda planeada sería un exquisito manjar.

Hasta que un día la bestia hambrienta apareció, la familia gritó y lucho y aunque el tahúr expulsarlo quería, el monstruo se comió los regalos, la casa, el oro pues su hambre nada lo satisfacía.

“por favor, ahora no, no vengas hoy” la novia suplicó, y con gran cortesía la bestia respondió: “este hambre es una molestia, es la última vez, lo juro, perdone usted”.

Las mentiras de la criatura tan melódicas y sinceras sedujeron a la novia y así ni siquiera vio la pobre cuando las fauces del monstruo se abrieron de par en par; un grito desgarrador escuche cuando apreté su cuerpo y sentí sus huesos crujir, ¿Qué me pareció el festín?” dijo con una carcajada y agrego: “satisfecho he quedado, llora si quieres muchacho bien me pudiste rechazar pero fuiste un gran tonto, el tonto que me dejo entrar…

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