Principito
Enviado por ctagler • 25 de Mayo de 2014 • 803 Palabras (4 Páginas) • 185 Visitas
PRINCIPIO-HITO
Estimados alumnos,
Hace algunas clases referimos acerca del carácter intempestivo de la literatura, el hecho de que ningún texto es suficientemente antiguo ni suficientemente nuevo, porque siempre revela el eco de una respuesta o formula una pregunta que nos interroga acerca de nuestra humanidad. Hace unos días, mientras compraba libros en una conocida bencinera, se acercó mi hija para pedirme “El Principito”. La verdad, me sorprendió, pese a que en más de una oportunidad lo habíamos adquirido, básicamente para regalar. Lo compré, motivado más por desarrollarle gusto por la lectura que por pensar en que lo leerá pronto. Pensé, “es un libro complicado para una niña tan pequeña”. Pasados unos días, comencé a releer por vez catorce la novela. Mi primer golpe vino con la dedicatoria “A León Werth, cuando era niño”. Jaque Mate, Touché, Autogol, qué se yo… estaba perdido… yo, quien más ama a su hija, la moví a la lectura y la dejé fuera. No es necesario decir que la bofetada directa me devolvió a la realidad… he perdido la infancia, lo invisible, el cordero dentro de la caja o el elefante devorado por la serpiente. Entonces, decidí hacer un viaje por la literatura y la palabra, tomado de la mano y con la misma ingenuidad del Principito.
Hay un comienzo, un joven príncipe decide salir de su planeta. ¿Por qué? ¿Huir de una rosa insoportable y vanidosa? ¿Buscar nuevos amigos? ¿Ir al encuentro de lo otro, aquello ajeno, desconocido, lejano e inexistente hasta el momento de la partida? ¿O ir al encuentro de sí mismo, de las respuestas que le permitan conocer por qué siente lo que siente al ver a esa única rosa del mundo? ¿Qué más da? Lo cierto es que, cualquiera sea la motivación, algo ocurre en un instante, una incomodidad, un deseo, una simple pregunta que exige moverse. Aquello que no se mueve comienza a andar para no detenerse jamás, una fuerza que por estar en el origen, se olvida con facilidad, o se quiere olvidar, porque la mirada se ubica en la meta, en el más allá que nos aleja del principio, como la rosa que quiso olvidar su ser semilla para poner su anhelo en los pétalos y espinas; o también el pro-yecto, aquello arrojado en pos de, aquello que suponemos será controlable y seguro (tal vez cómodo), porque siempre estará adelante, la carrera de aviador que le permitirá estar siempre entre “gente seria”.
Probablemente la clave se encuentre ante nosotros, o mejor dicho, detrás. La huida, la búsqueda, lo otro y nosotros mismos no se comprenderían sino en el rescate de ese origen. El destino del Principito estaría en el reencuentro con su rosa, en su planeta natal, pero para llegar al encuentro de ese origen debió salir al infinito, despojarse de su vida, y reconocerla con dolor, porque “me creía rico con una flor única y no poseo más que una rosa ordinaria […] realmente no soy un gran príncipe…”. Sin embargo, ese dolor
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