Problema del conocimiento en Descartes
Enviado por sararomero2004 • 1 de Febrero de 2022 • Apuntes • 1.887 Palabras (8 Páginas) • 157 Visitas
El problema del conocimiento en Descartes
Descartes se propuso descubrir un camino firme y seguro para encontrar la verdad que nos permitiese avanzar en la filosofía con las mismas garantías que nos ofrecen las matemáticas. Para él, este camino no puede apoyarse en la autoridad de la tradición, sino que únicamente ha de basarse en la luz de la razón. Inicia así la corriente del racionalismo, girando en torno a la epistemología como eje central. Según Descartes, la ciencia sólo podrá avanzar de manera firme y segura si somos capaces de encontrar un punto de partida absolutamente indudable sobre el cual no pueda haber ninguna incertidumbre ni controversia.
Para esto, Descartes desarrolla un método. Según él, hay dos operaciones que la razón puede emplear para captar conocimientos: la intuición y la deducción. El método que propone está dividido en cuatro reglas. La primera, la de la evidencia. Aquí se encuentra el concepto de “yo” como sujeto pensante. La base de todo nuestro saber debe estar formada por verdades claras, de manera que una idea no se confunda con otras, y distintas, de manera que la idea tiene partes separadas y podemos ver lo que hay en cada una. La segunda, la del análisis. Se basa en dividir la cuestión en partes más sencillas mediante la intuición intelectual, la cual nos proporciona un conocimiento inmediato, directo de la verdad. La tercera, la de la síntesis. A través de la deducción, basada en encadenar esas ideas que han sido divididas. Por último, el repaso, con el fin de asegurarnos de no haber cometido ningún error. De esta manera, su primer objetivo va a ser hallar estas verdades seguras e indudables, siendo estos los cimientos sobre los que luego construir, deducir el resto de verdades.
Descartes propone empezar por suprimir todos los conocimientos que no sean absolutamente indudables, en esto consiste la duda metódica. De manera que, para empezar, no podemos aceptar ningún conocimiento basado en el testimonio de los sentidos, ya que estos a menudo nos engañan. Tampoco deberíamos fiarnos del mundo que nos rodea y que parece constituir la realidad, ya que no podemos estar seguros absolutamente de cual es la auténtica realidad, ante la imposibilidad de distinguir con completa certeza entre el sueño y la vigilia. Además, Descartes cree que ni siquiera nos podemos fiar de los razonamientos, porque a menudo cometemos errores cuando razonamos. Pero, ¿qué pasaría si hubiera una especie de genio maligno capaz de engañarnos y confundirnos incluso en las cosas que nos parecen más ciertas y verdaderas? A esto Descartes lo denomina la duda hiperbólica. Tras introducir la hipótesis del genio maligno, parece que la duda metódica cartesiana nos ha arrebatado todo aquello en lo que creíamos con la mayor firmeza. Aparentemente hemos caído en un escepticismo radical y sin salida. Pero justo en este punto Descartes nos descubre que sí hay una verdad auténticamente indudable, llamada “el cogito cartesiano” , se formula por la frase “Pienso, luego existo”. Mi existencia como sujeto pensante es algo totalmente cierto e indudable, una verdad firme y segura. Incluso si el mundo exterior no existiese y no fuese más que un sueño, incluso si hubiese un genio maligno que me engañase continuamente, lo que es incuestionable es que yo tengo que existir, si es que ahora mismo estoy planteándome estas complicadas cuestiones. Según Descartes, el cogito es una verdad que se capta mediante la intuición, declarando que se trata de una idea clara y nítida. Para Descartes, el cogito es el mejor ejemplo de conocimiento completamente indudable, que puede proporcionarnos un criterio de verdad para determinar cuándo una afirmación puede considerarse segura.
La duda metódica consiste entonces en aplicar las cuatro reglas para llegar a esta verdad absoluta. Sabiendo que debemos dudar de los sentidos, de la realidad y de nuestros propios razonamientos, existe una verdad inmune a la duda, ya mencionada, la del cogito. Sumando esto a la hipótesis del genio maligno, se deriva hacia un solipsismo. Esto es una posición según la cual lo único que existe verdaderamente es la propia conciencia y todo lo que percibo alrededor es únicamente una representación mental que no se corresponde con ninguna realidad auténtica. Sin embargo, según Descartes, si efectivamente hay un Dios perfecto e infinitamente bueno no puede permitir que yo viva engañado. No puede consentir que las cosas que percibo con claridad y distinción resulten ser falsas. Esto permite rechazar la hipótesis del genio maligno y supone una garantía para afirmar la realidad del mundo que me rodea. Por otro lado, para salir del solipsismo y evitar el escepticismo, Descartes otorga gran importancia a la subjetividad individual y revisa sus contenidos de conciencia, a los que denomina ideas. Diferencia tres tipos de ideas. Las ideas adventicias, representaciones mentales elaboradas a partir de lo que mis sentidos perciben, por lo que no puedo estar seguro de que se correspondan con la realidad, de lo que creo que es el mundo exterior. Las ideas facticias, las que mi mente ha elaborado por sí misma (centauro), por lo que tampoco pueden proporcionarnos verdades firmes. Y las ideas innatas, las cuales se encuentran en mi interior desde mi nacimiento, como la del cogito y la de Dios.
Finalmente, con la formulación de las cuatro reglas del método, que aportan la solución a la duda metódica, Descartes creía haber encontrado el camino más seguro para alcanzar la verdad en cualquier campo del conocimiento. Según él, esto se debe a que en realidad las distintas ciencias no son más que diferentes aspectos de una única realidad. La unidad de las ciencias está construida, en su caso, sobre la universalidad de la razón, todos los seres humanos están provistos de razón. Por tanto, es la subjetividad, el sujeto el que ofrece fundamento a la ciencia y su unidad. Aristóteles por su parte, organizaba la causa del saber y de las ciencias en torno al objeto, para él había tantas ciencias como objetos de conocimiento. Descartes pensaba que el saber está construido en el fondo, por una única ciencia universal, en la cual se integran las diferentes ciencias particulares, al igual que las distintas ramas de un árbol salen todas del mismo tronco central. Por eso el método aplicado puede ser el mismo, ya que en el fondo todas las ciencias son aspectos diversos de un mismo y único saber.
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