Problemas del primer mundo
Enviado por Miguel Carracedo • 7 de Diciembre de 2020 • Monografía • 2.244 Palabras (9 Páginas) • 156 Visitas
- Datos
Eloy Miguel Carracedo Rodríguez; Centro Asociado de Asturias; emiguelcr@gmail.com
- Título
Problemas del primer mundo.
- Descripción de la situación de confinamiento
La siguiente autoetnografía se desarrolla en la localidad de León, en un antiguo piso a quince minutos del centro pero escasas manzanas del límite de la pobación. El piso lo componemos tres estudiantes universitarios de entre 25 y 30 años con una amistad de unos 4; cabe destacar, ellos son hermanos, el mayor biólogo y el menor educador social, yo actualmente estudio CAFD además de Filosofía. Este piso se conformó hace dos años, pese a la amistad anterior yo siempre me alojé en residencia estudiantil hasta esa fecha. Dentro de la tipología de parentesco descrita por Kottak (2011), no solo durante la pandemia o la convivencia, sino me atrevería a decir desde el comienzo de la amistad, la relación es profundamente fraternal.
El hermano pequeño y yo trabajábamos -un servidor como monitor deportivo- pero dada la situación de emergencia ambos estamos desempleados y sin subvenciones, quedando los tres a la voluntad económica de nuestros padres que sí mantenían sus ingresos habituales. Se entiende no hemos tenido insuficiencia de medios nunca no iba a ser esta una época de escasez (K. Polanyi en H. Velasco, 2010). En la actualidad ambas comunidades de procedencia se encuentran en Fase I de la desescalada propuesta por el Estado, pero en la que nos alojamos está en Fase 0, dejándonos probablemente confinados hasta mediados de julio por lo menos.
- Autoetnografía
Como describía, son dos fuentes económicas -de "clase media"- las que substentan el desarrollo de nuestras vidas. Se puede entender que la microeconomía del piso se dispone de manera comunal aunque la manera de adquirir productos la realiza el hermano mayor por separado, y el menor y yo por otro lado. Esto es, supongo, consecuencia de las personalidades y ámbitos de conocimiento de cada uno, el mayor se preocupó más de la compra médica y víveres de supervivencia, mientras que nosotros adquirimos una compra normal en cuanto a comida pero adquirimos más productos de entretenimiento -principalmente videojuegos-, y por mi parte también herramientas.
Todo fue relativamente accesible, compras en hiperrmercardos o farmacias y los videojuegos vía online. Nuestro caso fue similar al del país entero, alguna vez faltó algún elemento a disposición del supermercado pero nada alarmante a pesar del alarmismo. Con las farmacias tuvimos una postura similar de no alarmismo aunque algunos bienes sanitarios sí que escasearon durante días o semanas y entiendo esto sí es razón para que te invada la preocupación. Supongo que nuestra tranquilidad radicó todo este tiempo en la seguridad económica y la inversión en entretenimiento, además somos personas bastante caseras y tenemos proyectos varios de frabricación o reparación de útiles en general -yo el que más de ahí la adquisición también de herramientas al principio del confinamiento-, sobra decir los tres continuamos con normalidad con nuestros estudios.
En mi caso siempre he sido una persona activa pero con los años y por la etapa personal que atravesaba estaba haciendo mucha vida en casa así que el confinamiento, muy curiosamente, me ha ayudado a tener tiempo para mis hobbies y para recuperar contacto e incluso relación con algunas perosonas. En cuanto a la persona con la que recupere relación, quería señalar la carga de los videojuegos y no las llamadas, que solo son característicos de mi generación y por tanto variable histórica de este acontecimiento. Pasados dos meses, tenemos largas conversaciones telefónicas sin si quiera vernos la cara; todo sea dicho, veremos si se pospone o cae a la contingencia del confinamiento.
Como señalé arriba soy estudiante de CAFD, especializándome en fútbol y baile: break dance. Por este último y por la afición al bricolage una de las medidas de seguridad que tomamos en el piso fue no llevar a cabo labores físicas excesivamente peligrosas para no tener que ir al hosppital, no porque no nos pudieran atender o pudiéramos nostros saturar la sanidad, sino por el egoísta y natural sentimiento de protección ante el miedo a ser contagiados. Aunque cada uno tiene su propia cuanlificación de lo peligroso todos estuvimos en absoluto de acuerdo en que un hospital era el peor sitio al que ir en esos momentos. Misma opinión que tenía la gran mayoría de la población. El primer mundo, en uno de los países punteros en sanidad pública, al menos hasta hace unos años; y sus habitantes se habían convertido en los de un pueblo índigena boliviano como los que describía Fernández Juárez en su lectura.
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Por seguir con la analogía, usurpando el término verguenza (ehaya) de los makua rurales del norte de Mozambique, en Kottak (2011), además de empatizar con el concepto como elemento de control social vuelvo a ver que en esta situación la sociedad adquiere conductas sociales olvidadas utilizando está imposición de la verguenza a quienes ellos consideran. Me refiero a los abucheos y discriminaciones que recibió la gente que salía las primeras semanas del confinamiento, llegándo a devaluar o contrariar sus intenciones. La experiencia vivida de un individuo es imposible de empatizar con el grosso de todas las personas que componen su sociedad si esta es demasiado grande, siendo una persona subinformada me fue recurrente la noticia del niño autista que recibió múltiples abusos verbales al salir a la calle.
Por dar una explicación más objetiva además de ideologica de mi tranquilidad, siempre he vivido con deudas por seguir estudiando y esto solo las ha agravado ligeramente. Entiendo el colapso económico, político y social, pero en el fondo soy un racional individualista así que mi postura es adaptarse a lo que venga, ha habido pandemias en este siglo y más graves en anteriores -el centenario de lagripe española fue hace apenas dos años y fue tan silenciado en la opinión popular como la jerarquía de los países que derrotaron al nazismo-. Lo único con lo que empatizo profundamente es con las víctimas y el dolor de sus allegados, como sucedió con la tía de mis compañeros, que no era allegada pero familiar directa y sobran palabras sobre lo que pueda decir al respecto. En referencia a los mercados, decir que me alegra esta crisis sería muy visceral. Pero si bien la crisis anterior -Fondos Buitre en 2008- fue impuesta por los mercados a los ciudadanos y esta, impuesta por el devenir histórico a mercados y ciudadanos por igual, he de reconocer cierto simbolismo con el término justicia divina.
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