Proyecto PIA | Filosofía | Etapa 4

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La filosofía nos enseña a pensar bien para vivir mejor y ésta “ciencia” desde hace muchos años, se ha buscado darle una definición a la felicidad. Muchas veces nos hemos preguntado qué es realmente la felicidad (o placer) y creemos que es aquello que acompaña a la realización del fin propio de cada ser, la felicidad que le corresponde al hombre es la que se produce cuando alcanza de un modo perfecto su meta; es más propio del hombre el alma que el cuerpo por lo que la felicidad humana tendrá que ver más con la actividad del alma que con la del cuerpo; y de las actividades del alma con aquella que corresponde a la parte más típicamente humana, el alma intelectiva o racional. Finalmente, y desde un punto de vista más realista, Aristóteles también acepta que para ser feliz es necesaria una cantidad moderada de bienes exteriores y afectos humanos, hablaba acerca de los placeres de la vida, él decía que mientras hagas algo que te hiciera feliz, estaba bien hacerlo. En resumen, Aristóteles hace consistir la felicidad en la adquisición de la excelencia (virtud) del carácter y de las facultades intelectivas. A esto se le llamó Hedonismo.

La gente, actualmente, se deja influenciar más por el placer en vez de pensar en lo que realmente es la verdadera felicidad, el placer solo se da en el momento y la felicidad puede durar para siempre.

Aristóteles daba su propuesta ética en torno al problema de la felicidad, su punto de partida es la convicción que para todos los hombres, en todos los oficios y ocupaciones, lo común es perseguir un fin; en el caso especial de la ética, ese fin que se pretende alcanzar es la felicidad. El hombre bueno para Aristóteles, el hombre feliz, es un virtuoso; y la virtud es posible si los seres humanos practican hábitos buenos. A esto se le puede agregar que para Aristóteles, el hombre bueno es aquél que usa la razón,  es reflexivo y prudente, y es la verdad porque aquél que razona bien las cosas no solo piensa en su beneficio sino el de los demás y en lo que será mejor para el futuro.

Actuar bien, moralmente, éticamente, es hacerlo teniendo en cuenta el “bien común“, el bien de todos; ya que somos animales racionales, sociales y políticos, por lo tanto hay que usar lo que nos fue dado (razón) para el bien y no para el mal, esto también hace que desarrollemos hábitos buenos y justos. Aristóteles también declaraba que teniendo un vínculo con nuestro entorno o espacio podíamos desarrollar mejor esa “felicidad” ya que al saber interactuar con nuestro medio (amigos, familia, y otro tipo de personas) sabremos cómo resolver los problemas que se nos enfrenten y claramente hablando con tranquilidad.

En conclusión quizá la búsqueda de la felicidad sea el proyecto más común del hombre universal, no es fácil escribir sobre ella. La felicidad es una paradoja difícil de interpretar ya que es y no es a la vez, se relaciona con el destino y la fortuna. La felicidad varía en las culturas, en los intereses individuales, es por eso que no existe una misma receta de la felicidad para todas las personas, los filósofos como Epicuro compartían esta idea, por lo que para darle la oportunidad a los demás de alcanzar “una vida feliz” crearon las obras de ética con el fin de lograr la mejor vida. Epicuro habla de eliminar todos los miedos inútiles, comenzando por los dos más importantes, el temor a los dioses y a la muerte, no niega la existencia de ellos, pero por prudencia los mantiene a distancia, explicando que la experiencia demuestra que no tienen influencia alguna sobre la vida humana. Una vez descartados estos dos temores metafísicos, Epicuro analiza que la infelicidad proviene de nuestra insatisfacción permanente, divide nuestros deseos en tres clases: los deseos naturales y necesarios (comida, bebida, vestido), los naturales y no necesarios (belleza, comida refinada) y los no naturales y no necesarios (poder, lujo, honores), explica que sólo bastan los primeros para ser feliz. Es posible aspirar a los segundos, aunque convendría renunciar a ellos.

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