Raza de Caín, sube hasta el Cielo ¡y arroja a Dios sobre la Tierra!” Charles Baudelaire
Enviado por • 30 de Septiembre de 2012 • Trabajo • 1.385 Palabras (6 Páginas) • 1.364 Visitas
“Raza de Caín, sube hasta el Cielo ¡y arroja a Dios sobre la Tierra!”
“ Charles Baudelaire."
“Mi primer acercamiento al Evangelio de los Vampiros ocurrió la noche del 31 de octubre de
1996 en la Carpa G eodésica, donde cada jueves se presentaba Infernalia.
“Al término de la función, mientras mis actores y yo nos desma‐quillábamos, un hombre
literalmente apareció en el umbral del came‐rino, sin que los demás, aparentemente, lo
notaran. Este hombre era muy alto, vestía de negro y tenia la mirada realmente profunda. Su
mirada fue lo primero que noté en el espejo del camerino. Sin hablar, me llamó al angosto
espacio que hay detrás del escenario.
“El hombre tenía otras particularidades en su aspecto, pero por el momento no me es
autorizado describirías. Él me tendió la mano, y no me sorprendió sentirla tan fría. La noche lo
era. Lo que me sorprendió fue que, simple y llanamente, el hombre dijo ser un vampiro.
“‐Mi nombre es Dissaor, afirmó.
“Me dijo que la obra le había gustado, y que de hecho se la había recomendado otro vampiro,
lo cual no sé si llamarlo un honor. Creo que sí. Claro que al principio pensé que se trataba de
algún excéntrico. He conocido muchos durante mi paso por el terror. Pero mis dudas quedaron
atrás muy pronto. Dissaor podía hacer cosas imposibles para un humano, como reflejarse o no
en los espejos, según su voluntad, y aislarme con él del resto del mundo y del tiempo.
“ Dissaor me dijo que había despertado de un largo sueño para comunicar ciertas cosas a los
seres oscuros, pues era el tiempo de hacerlo. Y que deseaba que yo las escribiera. Desde luego,
lo primero que me vino a la mente fue ¿por qué yo?
“‐N o por amor, sino por orden, respondió a mi pregunta mental.
“En mis trece años dedicados al terror jamas me había topado con nada igual. Frente a mí
estaba alguien que decía ser un vampiro con una especie de misión sagrada, o lo que fuera.
Pero yo no soy un Stephen King, ni una Anne Rice, ni un Clive Barker. Aún ahora no entiendo
por qué Dissaor eligió a un escritor oscuro como yo.
“ Dissaor me dijo que en Europa había alguien que poseía un documento muy importante para
los vampiros, y que él, Dissaor, nos pondría en contacto muy pronto. Transcurrió un mes y no
volvía saber nada del vampiro, hasta que recibí una llamada telefónica de G recia.
“Se trataba de S..., un anciano con un cargo importante en la iglesia O rtodoxa G riega, que
deseaba mantenerse en el anonimato. S. había supervisado un programa de refugio y
rehabilitación para las víctimas de la guerra en Bosnia. U na de esas víctimas, un soldado que
perdió ambas piernas a consecuencia de una explosión, llegó al refugio Con un extraño
El Evangelio de los Vampiros
paquete que contenía varios pergaminos, al parecer muy antiguos, que había encontrado
entre las ruinas de una casa.
“S. examinó los pergaminos, que estaban escritos en latín vulgar, y junto con un par de amigos
suyos, maestros de Historia en la U niversidad de Atenas, establecieron la antigüedad de los
pergaminos aproximadamente en doscientos años antes de Cristo. Estos pergami‐nos
contenían una visión terrible y blasfema de la creación del U ni‐verso, los ángeles, la
humanidad... y los vampiros. Incluso, el título del libro (porque los pergaminos conformaban el
libro) era “DE PRO FU N DIS CLAMAVI AD TE", que significa: "Te invoqué desde el fondo del
Abismo”.
“En su mal inglés, y bastante alterado, S. me juró que la noche anterior a la llamada había
recibido visita de un vampiro que se presentó como Dissaor, y que le dijo que el título del libro
no era ése, sino El Evangelio de los Vampiros, y que alguien vendría a confirmar‐lo. Y que el
contenido de los pergaminos, aunque era una versión reciente (¡!), se acercaba más o menos
fielmente al manuscrito original que él había escrito siete mil años antes de Cristo!
“S. me dijo que Dissaor le había dado mis datos para que me llamara; que tradujera los
pergaminos al español y al alemán, y que S. y yo aguardáramos la confirmación de la
autenticidad del Evangelio, la
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