Reflexión sobre El Cobrador

El Cobrador.

En el texto el autor nos describe a un hombre de clase social baja, la pobreza encarnada. Se encuentra desgastado física y mentalmente. La personalidad de este hombre es fría, apática y en determinados casos cruel. Está lleno de resentimiento, ira y tristeza. Él viene a cobrar ilusiones, oportunidades, sueños, lujos y personas, que jamás pudo tener. El pago que quiere recibir no es dinero, es la vida misma.

Mata. Mata sin piedad y a sangre fría, a todo aquel que tenga lo que a él nunca le dieron oportunidad de tener o, claro, a cualquier persona que lo haga salir de sus casillas.  

No quiere ni busca lastima o consuelo, perdió la esperanza de encontrar una sola buena persona en el mundo. Él vive sin importar si lo hará al día siguiente aún, ya no le importa. Pero mientras siga vivo, el continuara cobrando.

Solo hay una persona que le agrada o tolera, una pobre anciana, Doña Clotilde. Lleva tres años en cama, puede morir en cualquier momento. Sin embargo, aún hay algo de calidez en el corazón del cobrador que le permite encargarse de ella. Tal vez sea porque sabe que en cualquier momento esta se irá.

Pero después de un día de cobranza, conoció a Ana. Una joven hermosa y adinerada. Hubo una atracción casi inmediata entre ellos, el cobrador descubrió que ella compartía su dolor de alguna forma, ya que era rica, debía tener una cuenta con muchos ceros en el banco,  pero realmente no tenía nada, su vida estaba vacía.

Ahora ya había dos cobradores. Y tal vez, haya muchos más de los que pensamos. México es un país lleno de cobradores o llamados vulgarmente, delincuentes. Cuando escuchamos nombrar esta palabra, instintivamente nos diferenciamos de ellos. Ellos son la escoria, lo que la sociedad desecha y nosotros no.

Pero, ¿Realmente son ellos los que no tienen nada?

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