Reseña personal sobre el covid de texto de Rita Segato

Gabriela Fernanda Pinares Mauricio 5to 1ra

“No menciones el COVID o me deprimo.”

En esta reseña (o al menos un intento de esta), voy a plantear algunos de los puntos, a mi parecer, más resaltantes del texto “Coronavirus: Todos somos mortales. Del significante vacío a la naturaleza abierta de la historia” por Rita L. Segato, porque si trato todo el texto no cumpliría con la extensión pedida ni podría, considero que, por mi inexperiencia ante la realización de reseñas y la insuficiencia de conocimiento, exprimir la información del texto como se debería. Y, dar una opinión sobre aquellos temas y algunos ejemplos de cómo me afectaron a mí y/o a mis alrededores.

Tomando el hilo del texto, el coronavirus es un hecho en nuestra naturaleza. Hay teorías de su surgimiento, pero ya sea que se haya creado en un laboratorio o simplemente haya surgido como consecuencia de nuestros propios actos con el medio ambiente, de cualquier forma, es un hecho de la naturaleza, porque en cualquiera de las dos situaciones, nosotres, los seres humanos, somos participantes de la misma naturaleza. Lo seguimos siendo incluso si se utiliza a microorganismos y causar algo tan grande como lo es una pandemia; o si solo tenemos interacción bioquímica dentro de nuestro hábitat, seguimos siendo parte de esa naturaleza.

Otro punto es que el coronavirus nos hizo pasar a “segundo plano”:

• la temporalidad de la vida, el pensamiento occidental está frecuentemente intentado administrarlo, pero con resultados contarios por su continuo descontrol e impredecibilidad.
• la cosificación, ponernos como especie a una cosa, un objeto.

Otro gran tema es el desconcierto que presenta solo pensar en el futuro. Nunca vamos a saber cómo o hacia dónde va a hacerse el futuro. Lo único que podemos hacer con certeza es hacer nuestro papel, en acuerdo con nuestras convicciones y responsabilidades.

Personalmente, hay partes con las que concuerdo con el texto como que compartimos una misma naturaleza con el COVID sin importar su origen. Este año, 2021, ya pasado más de un año desde el decreto de pandemia, el coronavirus y todos sus acompañantes están tan normalizados en el día a día, costó, pero ya se nos hace normal ver a gente con tapabocas o barbijos, con el alcohol en mano o incluso esa mascara transparente protectora. Esas cosas que se integraron de golpe a nosotres (como población) están en nuestra naturaleza hoy en día.  Pero también hay partes con las que no estoy de acuerdo, por ejemplo en la mención de temporalidad de la vida, si bien es cierto que estamos constantemente administrar el tiempo, no es algo que me haya permitido pasar a segundo plano; durante la cuarentena, trataba de llevar un horario y seguir con una especie de rutina por voluntad propia, estaba regularmente mirando el reloj, y durante este año de virtualidad, por el contrario, me siento obligada a estar a ciertos tiempos y a respetar un itinerario para las clases por Zoom, los exámenes, los plazos de entrega de los trabajos prácticos.  

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