Rock, exceso y nada más

Rock, exceso y nada más

Un día me preguntaste si era sado, viste las cortadas ya cicatrizadas en mis brazos. Mi garganta se secó y mi estomago se contrajo. Mi cara no expresó nada, te quería matar. Nadie antes me había preguntado algo igual. El desacato atrapó mi atención, se apoderó de mi calma.

Siempre acertabas el golpe, eras directo, quien pasara por tu boca quedaba desarmado y desnudo, un quejido remanente cercenaba días su mente.

Otra cosa que me hizo voltear a verte fue tu soltura y tu genio al hablar, te odié al principio y también a tu lenguaje, cuando decías algo, pensaba en mi interior: ¿Porqué no entiendo lo que dice? ¿De donde salió este güey?¿Por qué cita a Sartre?

Te veía entrar tarde con el pelo mojado humedeciendo tu espalda. Tus botas negras como de militar pisaban mis huellas. Entonces volteaba a ver tu mirada: era fuerte y a veces vislumbraba tristeza, enojo, pero sobre todo seguridad. Caminabas sin miedo sin bajar la mirada con tus ojos fijos.

Me incomodaba tu presencia y hasta puedo decir que me inhibías. Sabía que eras amante de Nieztsche y Baudelaire, lo podría descifrar en tus palabras.

Como buen rockero vestías unos pantalones no tan ajustados pero tampoco quedaban nadando. Tus playeras del Tri y Luzbel revelaban que desde niño ibas a tocadas de punk y urbano. Tu fascinación y tu gran conocimiento por la contracultura eran una máscara externa que te daban tema de charla.

Poco a poco te fuiste metiendo en mi mente, como martillazos estrujándolo todo. Te observaba a lo lejos con tu amigos, platicabas fuerte y reías con libertad. Tu piel tostada se iluminaba con los rayos del sol y esos ojos pequeños me daban ganas de arrancarlos.

Tu delgada figura y tu cabello largo negro te hacían parecer mujer. Cuando usabas lentes aparentabas ser un intelectual o un serio poeta enamorado de Rimbaud. Eras un chavo que disfrutabas las fiestas al máximo. Los sábados por la mañana amanecías con una risa irónica de complicidad recordando la noche anterior.

Te deleitabas con el placer, netamente hedonista . Una noche me dijiste que el exceso era el único camino en el que te podías encontrar. Y ahora me siento frente a tu tumba diciéndote que yo me encontré al perderte en el exceso.

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