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Roles y funciones del docente en los nuevos contextos pedagógicos, un compromiso de todos


Enviado por   •  22 de Agosto de 2016  •  Monografía  •  1.417 Palabras (6 Páginas)  •  366 Visitas

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INTRODUCCIÓN A LA FILOSOFÍA

Roles y funciones del docente en los nuevos contextos pedagógicos, un compromiso de todos

Universidad Católica de Salta

Facultad: Escuela de Educación y Perfeccionamiento Docente

Carrera: Licenciatura en Gestión Educativa

UG: 12

Delegación: San Pedro de Jujuy

Materia: Introducción a la Filosofía

Profesora: Raquel Rodríguez

Alumna: Andrea Carolina Murillo

D.N.I.: 33.695.619

Roles y funciones del docente en los nuevos contextos pedagógicos, un compromiso de todos

 Ante la creciente demanda de educación y a través de programas de inclusión que den respuesta a los diversos grupos emergentes, surgieron las denominadas modalidades educativas: alternativas organizadas en función de características específicas de las personas a quienes se destina este servicio.

 Nos centraremos específicamente en la Modalidad Educativa Domiciliaria y Hospitalaria, cuyo sujeto de atención serán niños y jóvenes que atraviesan un período de enfermedad. La escuela pronto se traslada a un centro hospitalario o al domicilio del alumno: de repente las aulas que conocíamos (fijas e inmóviles) son reemplazadas por dormitorios, comedores, salas y pabellones hospitalarios, cuyos bancos se transforman en camas y sillas de rueda.

 Este grupo de docentes, en su afán de educar, constantemente circula en espacios aislados, habitaciones asépticas, llevando consigo un espacio de dispersión y contención para ofrecerla a sus alumnos. Todo ello en convivencia con el Tanatos y el alcance de su poder.

 Ante situaciones tan complejas como éstas, el interrogante que me lleva a indagar sobre esta temática es el siguiente: como docentes, ¿nos hallamos capacitados para llevar adelante dicha tarea?

 La formación pedagógica ha cambiado según las necesidades de la sociedad. En un principio, y situándonos en el tradicionalismo, encontramos la figura del “buen maestro”: un ser profesional, con vocación y cualidades morales, cuyo dominio del método y del conocimiento disciplinar era indiscutible. Luego, en pleno auge económico, con el modelo tecnocrático-eficientista, el rol del docente se vio desplazado por expertos, quienes se encargaron de la formulación y diseño curricular. Pronto el docente perdió el control de las decisiones respecto a su accionar en el aula para transformarse en un mero reproductor de un discurso social.

 Ahora bien, y considerando lo anteriormente expuesto, podemos afirmar que en la actualidad los educandos son considerados profesionales autónomos capaces de reflexionar sobre sus propias prácticas. Pese a ello, y en cuanto a la práctica en el aula, la tendencia preponderante sigue siendo la relación lineal y mecánica entre educador y educandos.

 Quizás debamos situar todo ello en el período de formación y capacitación docente, donde el adiestramiento transmitido de una generación a otra se ajusta a modelos poco eficientes de enseñanza, basados en el discurso pedagógico tradicional, en el cual se presencia un modelo de alumno ideal: pasivo a la hora de recibir información, sin problemas de aprendizaje, poseedor de buena salud. Una educación que contempla y se ajusta exclusivamente a unos pocos.

 Continuando con las líneas pedagógicas, es evidente que el resultado de todo ello es sin dudas un docente reproductor de un currículo, aislado de todo contexto social, y sin herramienta alguna para enfrentar los desafíos del aula. Y si trasladamos todo ello al ámbito hospitalario, pronto asistimos a la asunción de una paradoja/contradicción entre el ser y el deber ser, propio de cada persona.

 Con los cambios políticos y sociales, los espacios emergentes se han ampliado de tal manera, que resulta necesario dar respuestas a estas nuevas poblaciones. Y a nosotros como docentes nos compete detenernos y reflexionar respecto a nuestro accionar pedagógico frente a la atención a la diversidad, especialmente en ámbitos como los hospitales, cuya carga semántica y psicológica suele ser por lo  general negativa.

 Los sanatorios y clínicas son grandes espacios físicos fríos y grises, donde asisten enfermos y convalecientes. Un lugar que genera aprensión, al que la sociedad mira de reojo, con algo de recelo.  

 Por ello, el docente hospitalario, deberá romper con este temor, resignificando estos nuevos espacios de aprendizaje. Pero en este proceso, debemos considerar dos aspectos: el sujeto de la enseñanza y su relación con el entorno.

 Como primera instancia debemos tener presentes que el alumno al cual está dirigida nuestra atención se trata de un paciente. Un alumno en duelo, ya que una de sus dimensiones (la corpórea) se halla lesionada y/o atrofiada.

 Esta primera dimensión es tan importante, porque es mediante el cuerpo que somos en el mundo, se trata de una condición necesaria para poder vivir en él. El cuerpo exterioriza lo que somos interiormente, pero ante condiciones como el dolor, la perdida, la frustración y la muerte, los alumnos tienden a interiorizar estas emociones, cerrándose ante la vida y considerando la inutilidad de la misma.

 El segundo eje a considerar es el de los espacios sociales, los roles que cumplen, y la significatividad que contienen.

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