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SANTO TOMÁS DE AQUINO (1224/5 – 1274)


Enviado por   •  12 de Junio de 2017  •  Resumen  •  1.345 Palabras (6 Páginas)  •  338 Visitas

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SEMINARIO DIOCESANO DE MEXICALI

HISTORIA DE LA FILOSOFÍA MEDIEVAL

RESUMEN: SANTO TOMÁS DE AQUINO

Alumno: Sergio Alberto Tapia Fuentes

Profesor: Pbro. Eduardo Medina Chew

2° de Filosofía

09 de JUNIO del 2017  

INTRODUCCIÓN

En el presente resumen presento las ideas principales sobre la filosofía del gran Santo Tomas de Aquino, quien vino a mostrarnos un nuevo camino por el cual podemos conciliar la filosofía y la teología, dándonos un nuevo panorama para el conocimiento del mundo, desde su cosmovisión y sus síntesis que nos ayudaran a entender lo que nos rodea y la propuesta que nos plantea para el conocimiento de Dios, el hombre y la naturaleza.

SANTO TOMÁS DE AQUINO (1224/5 – 1274)

Nació Tomás de Aquino en 1224/25 en Roccaseca, cerca de Aquino, en la parte reptentrional del Reino de Napoles. Los primeros elogios a su actividad filosófica- Teológica proceden de tres maestros de Paris, contemporáneos suyos: San Alberto Magno, Siger de Brabante y Rogelio Bacon. Ninguno de los tres maestros aludidos acepto globalmente la síntesis tomasiana. Pero esto no fue óbice para que reconocieran la calidad científica del corpus tomasiano y la novedad e interés de sus particulares puntos de vista.

Su filosofía es tributaria de una larguísima tradición histórica. El marco básico de su filosofía, es decir, el entramado de sus principales tesis metafísicas es de origen aristotélico. Aceptó la autoridad indiscutible de San Agustín, especialmente en Teología, como puede comprobarse en sus doctrinas sobre la Trinidad, el pecado y la gracia.

Santo Tomás repite al menos tres veces, apoyándose de Avicena, que aquello que primeramente concibe la inteligencia como lo más evidente y en lo cual vienen a resolverse todas sus concepciones, es el ente. Es su famosa máxima: Primo in intellectu cadit ens.

La metafísica tomasiana  evita reducir la estructura de lo concreto a la estructura de nuestro lenguaje, es decir, a la de nuestro pensamiento abstracto. El ente no es un predicado, no es un concepto, no es como un género supremo. El ente no es un denominador común que excluye la multiplicidad o, al menos, la hace bastante ilusoria, sino que el ser es a la vez lo más universal  y lo más individual porque solo se capta en las realidades individuales. El ente es común a todos los entes. El ente es análogo.

Después de la aprehensión de la realidad del ente, el pensamiento no pone realidad en ningún caso, sino que la realidad se impone a la inteligencia: es decir, la inteligencia es expresiva de una realidad que es anterior a su propio ejercicio. Solo la inteligencia divina es capaz de hacer la realidad y, por eso, todas las cosas imitan la esencia divina.

Acto y potencia, estos dos principios aceptados por Tomás, no son primariamente ideas o nociones, sino constitutivos metafísicos de la realidad, está claro que la pura potencia sin ninguna actualidad, no puede existir. En cambio, el acto puro e ilimitado, es decir, no limitado por ninguna potencia es posible. Para Tomás las únicas demostraciones validas de la existencia del acto puro ilimitado (Dios) son las pruebas a posteriori (cinco vías).

A nivel lógico, sustancia es lo que la cosa es en sí misma;  y accidentes son realidades secundarias que acompañan a la substancia, pero que no son determinantes de lo que la cosa es en sí misma. En cambio a nivel metafísico, los accidentes no son de ninguna manera algo externo a la substancia, sino modos de ser de la misma sustancia, que pueden variar sin que la sustancia deje de ser lo que era. La substancia sin formas accidentales no existe.

El orden trascendental conduce al descubrimiento del principio de causalidad, contemplado en su sentido más profundo: la causalidad trascendental o causalidad del ser en cuanto tal, que solo puede ser obra de Dios.

El principio inmediato del conocimiento humano, es según Santo Tomás, la facultad del alma que llamamos inteligencia, y no la iluminación divina, como decían los agustinianos, ni tampoco una especie de inteligencia superior e impersonal. El intelecto es una participación de las luz divina en nosotros, en el sentido de que nuestra inteligencia participa de la capacidad de conocer que tiene Dios por esencia.

Por esto Santo Tomás considero que es mayor título de honor para la divina Omnipotencia crear una creatura dotada de verdadera actividad propia (es decir, que el hombre tenga en su inteligencia el principio inmediato de su entender); que crear una creatura cuyo entender sea algo meramente pasivo con respecto a la divina iluminación.

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