Sartre Y La Trascendencia Del Ego

La cuestión que guía a Sartre en La trascendencia del ego es el papel del mismo como unificador de todas las experiencias presentadas a la conciencia y generador de actos deseos y voliciones. El autor tiene un propósito en demostrar lo siguiente: “. . .el Ego no está ni formalmente ni materialmente en la conciencia: está afuera, en el mundo; es un ser del mundo, como el Ego del otro” (Sartre 5). Es, sin duda, una afirmación que resulta incluso polémica, considerando los años de tradición filosófica en los cuales el ego se convierte precisamente en una de las pocas certezas existentes; certeza extendida al plano de la psicología, ciencia interesada en el tema del ser humano y sus procesos mentales.

Empero, el estudio de Sartre tiene un destinatario: Edmund Husserl. Pudiese resultar paradójico, considerando la admiración profesada hacia este, al grado de utilizar sus propios métodos para fundamentar su escrito. Sin embargo, el Husserl que Sartre busca refutar es el de la vuelta al idealismo. En Ideas I y Meditaciones Cartesianas, Husserl postula dicha vuelta y deriva de ello la necesidad de un Ego trascendental. Esta le resulta inconsistente a Sartre: en el plano filosófico en general y fenomenológico de modo particular.

El camino seguido por el planteamiento sartreano reside en dos aspectos fundamentales de la fenomenología: el papel y alcance de la conciencia y el principio de intencionalidad.

En primera instancia, el principio de intencionalidad asienta un hecho importante a notar en el análisis fenomenológico: la conciencia se encuentra siempre dirigida hacia algún objeto, mostrándose así ante la misma como fenómeno, a través de la puesta entre paréntesis de la actitud natural (reducción fenomenológica). En esta afirmación es posible observar una implicación: al estar direccionada hacia algo, la conciencia se encuentra direccionada sobre algo fuera de ella, esto es, un objeto trascendente.

Hasta este momento, Husserl y Sartre son coincidentes. ¿En qué punto se produce el rompimiento? Como ya mencionamos, la postulación por parte de Husserl del ego trascendental como unidad del torrente de conciencia y fuente de voluntad es el punto discutido. Empero, ¿por qué, de acuerdo a Sartre, los postulados husserlianos resultan incongruentes con el más básico de los presupuestos de la fenomenología? Husserl plantea en Ideas I la imposibilidad de la reducción para poner entre paréntesis este Ego trascendental y que, por lo mismo, es la fuente de la cual irradia dicha intencionalidad: “. . . el ‘estar dirigido a’, el ‘estar ocupado con’, el ‘tomar una posición respecto de’, el ‘tener experiencia de’ el ‘sufrir de’ necesariamente incluye en su esencia esto: que es precisamente <un rayo> ‘emanando desde el Ego’ o, en dirección inversa del rayo, ‘hacia el Ego’ . . .” (Husserl 191). Para Husserl, la reducción no es posible en la cuestión del Ego, el cuál siempre estará, junto con la conciencia, brindando unidad a las representaciones, a manera de garante y estructura estabilizadora.

Sartre descarta el análisis de Husserl expuesto en el párrafo anterior. Cada una de las situaciones ejemplificadas no pueden tener en incluir en su esencia al Ego. Esta reflexión resulta equivocada por la naturaleza misma de la conciencia. Sartre describe la conciencia en una serie de grados o niveles. El primero de ellos es la conciencia irreflexiva. En oposición a Husserl, Sartre coloca los ejemplos

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