Sentimiento Moral Adam Smith
Enviado por dianabosorno • 9 de Marzo de 2014 • 2.033 Palabras (9 Páginas) • 399 Visitas
El liberalismo, entendido como aquella corriente práctica e intelectual que valora a la libertad como el máximo bien al que puede aspirar el hombre, se ha desarrollado en los últimos cuatro siglos desde muy diversas perspectivas y ámbitos de acción. Así, podemos distinguir varias dimensiones del liberalismo, tales como el intelectual, el religioso, el moral, el económico o el político. Uno de los más relevantes, ya que su desarrollo permite la evolución de otras dimensiones, es el moral: aquel que sostiene que toda verdad moral es perfectamente individual, y que por tanto nunca puedo "imponer mi verdad" acerca de lo que es bueno y lo que es malo a otros. No hay ni qué profundizar acerca de lo universal y repetida que es dicha premisa en nuestros tiempos.
La filosofía clásica, representada por Aristóteles y Santo Tomás, siempre había creído en la posibilidad de conocer "objetivamente" lo que es bueno y lo que es malo, aún aceptando que sobre muchos temas podría haber altos grados de desacuerdo. Pero, parecía evidente que sobre algunos tópicos "al menos" los hombres poseíamos la capacidad de juzgar la realidad desde un punto de vista moral a partir de parámetros objetivos, dados por esa misma realidad que se estaba juzgando. Por eso es que Santo Tomás de Aquino definió la verdad como "la adecuación del intelecto y la cosa": el hombre puede conocer la realidad con su inteligencia, y así alcanzar ciertas verdades objetivas. Digamos que es ésta, por ejemplo, la única posibilidad de que exista un bien verdaderamente común, compartido por un número superior a uno.
Las corrientes liberales representan un quiebre con la filosofía clásica: ahora la verdad moral depende, en grado sumo, de lo que cada uno "en sentido estricto" piense y evalúe como bueno o malo. Se reemplaza entonces el juicio moral objetivo por el sentimiento moral: hoy por hoy, lo único que verdaderamente importa no es tanto lo que el agente piense, sino lo que el agente "siente", pues lo que uno siente es propiamente individual y subjetivo: de ahí lo extendido de los comportamientos sentimentalistas en la realidad contemporánea. Digamos, muy brevemente, que el sentimentalismo consiste en tomar como criterio último de acción y de juicio aquello que se siente. De más está decir los daños que dicha tesis puede provocar al interior de la sociedad: el hombre despechado "siente" que debe matar a la mujer y su amante, ¿por qué habría de no hacerlo si su sentimiento se lo indica? Si aceptamos que el sentimiento se constituye en criterio último de acción, difícilmente una acción de ese tipo podría ser condenable.
Uno de los primeros autores en desarrollar este tema fue el escocés Adam Smith (1723-1790). Smith es universalmente conocido como el padre de la economía liberal, gracias a su muy célebre obra Una investigación acerca de las causas acerca de la riqueza de las naciones. Paradójicamente, Smith -discípulo y amigo de David Hume" no fue profesor de Economía sino de Filosofía Moral, en la Universidad de Glasgow. Ello, además de darnos un dato muy útil a la hora de analizar su teoría económica, nos obliga a estudiar ese aspecto de su obra, que se encuentra contenido en la Teoría de los sentimientos morales. Este libro, aunque mucho menos conocido que el anterior, es clave en Smith, y es clave también para comprender de buen modo el liberalismo moral, tema de este artículo. Veamos, brevemente, cómo argumenta el escocés.
Para Smith, lo primero que hay que señalar al hablar de moral es que existen en la naturaleza del hombre "algunos principios que le hacen interesarse por la suerte de otros, y hacen que la felicidad de éstos le resulte necesaria". Este principio "no se halla en absoluto circunscrito a las personas más virtuosas y humanitarias". Estas palabras, de la primera página de la Teoría, son la primera premisa establecida por Smith. A diferencia de Hobbes, quien cree que lo primero es el resentimiento entre los hombres, Smith cree que necesitamos del bienestar de otros, aunque sea por "el sólo placer de contemplarlo". Con todo, no sabemos exactamente qué siente el otro, pues no tenemos su experiencia inmediata. El único modo de saber cómo se ven afectadas terceras personas respecto de cualquier cosa es poniéndonos en el lugar de otro: debemos pensar "cómo nos sentiríamos nosotros en su misma situación". Como nuestros sentidos no nos llevan más allá de nuestra propia persona, debemos utilizar nuestra imaginación para saber cómo se siente el otro en una y otra situación, poniéndome en su lugar. Esto es siempre así, y es lo que se traduce en sentimientos de compasión, lástima o simpatía. Si alguien, por ejemplo, siente compasión al observar el estado de otro, ésta sólo puede provenir de "la consideración de lo que él mismo sentiría si fuera reducido a la misma infeliz posición". La angustia frente a la miseria ajena nunca es "un reflejo de ningún sentimiento del paciente", pues no tengo experiencia directa de él.
Nótese que es este el único modo a través del cual podemos trascender nuestra propia individualidad. Pero nótese, al mismo tiempo, que este único modo de trascender nuestra subjetividad tiene una característica muy particular: lo hago sin salir todavía de mí mismo, poniéndome en el lugar de otro. Pero todo esto se realiza sin salir realmente de mi realidad exclusivamente personal: en Smith el hombre está encerrado en sí mismo, totalmente preso en su individualidad: no hay en realidad tal posibilidad de trascender. No hay real posibilidad de salida. Esto tiene diversas consecuencias, que analizaremos en detalle.
¿Cómo explica entonces Smith el juicio moral? "Cuando las pasiones originales de la persona principalmente afectada están en perfecta consonancia con las emociones simpatizadoras del espectador, necesariamente le parecen a este último justas y apropiadas": aprobar las pasiones ajenas es sentir simpatía por ellas, sentirse identificado con ellas. Así se explica el sentimiento moral Adam Smith: si al ponerme en el lugar del otro, siento algo que parece semejante a lo que él siente, estoy aprobando su sentimiento. No hay otro modo de hacerlo. Los sentimientos
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