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Sistema de los objetos, conclusión


Enviado por   •  16 de Mayo de 2021  •  Resumen  •  507 Palabras (3 Páginas)  •  360 Visitas

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El sistema de los objetos: Conclusión 

El consumo se puede concebir como una modalidad característica de nuestra civilización industrial, separando su acepción como proceso de satisfacción de las necesidades. El consumo no es ese modo pasivo de absorción y de apropiación sino un modo activo de relación, modo de actividad sistemática y de respuesta global en el cual se funda todo nuestro sistema cultural.  

El objeto de la necesidad y de la satisfacción son los que constituyen el objeto de consumo. Pero, a su vez, estas no definen el concepto de consumo: no son sino una condición previa.  

El consumo no es ni una práctica material, ni una fenomenología de la “abundancia” … es una actividad de manipulación sistemática de signos. Por tanto, el objeto–símbolo tradicional (las herramientas, los muebles, la casa misma) no es consumido. Para volverse objeto de consumo es preciso que el objeto se vuelva signo, es decir, exterior en una relación abstracta y sistemática con todos los demás objetos–signo. Se “personaliza”, forma parte de la serie, etc., es consumido, no en su materialidad, sino en su diferencia.  

Esta conversión del objeto implica una modificación de la relación humana, se convierte en relación de consumo: a “consumarse” y a “aniquilarse”  lo que es consumido nunca son los objetos sino la relación misma, es la idea de la relación la que se consume en la serie de objetos que la exhibe.  

La relación ya no es vivida: se abstrae y se aniquila en un objeto–signo en el que se consume.  

Este status de la relación objeto está orquestado, en todos los niveles, por el orden de producción. La relación viviente no debe perturbar el orden “racional” se debe consumir como todos los demás. Tiene que “personalizarse” para integrarse  

Todos estos objetos no tienen más que singularidad: son abstractos en sus diferencias y se combinan precisamente en virtud de esta abstracción.  

Define el consumo como una práctica idealista total, sistemática. Los objetos de consumo constituyen un léxico idealista de signos en el que se indica el proyecto mismo del vivir. El objeto de consumo es aquello en lo cual el proyecto se “resigna”.  

 

Esto explica que EL CONSUMO NO TENGA LÍMITES. Esta compulsión de consumo no se debe a alguna fatalidad psicológica (el que ha bebido beberá, etc.), ni a un simple constreñimiento de prestigio. Si el consumo parece ser incontenible, es precisamente porque es una práctica idealista total que no tiene nada que ver con la satisfacción de necesidades.

El proyecto mismo de vivir, fragmentado, decepcionado, significado, se reanuda y se aniquila en los objetos sucesivos. “Moderar”, el consumo o pretender establecer una red de necesidades capaz de normalizarlo es propio de un moralismo ingenuo o absurdo.  

De la exigencia decepcionada de totalidad que se encuentra en el fondo del proyecto surge el proceso sistemático e indefinido del consumo. Los objetos–signo, en su idealidad, son equivalentes y pueden multiplicarse infinitamente: es preciso que lo puedan hacer para llenar, a cada momento, una realidad ausente.

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