Sobre La Libertad
Enviado por VivianaIpuzVilla • 24 de Febrero de 2014 • 2.133 Palabras (9 Páginas) • 261 Visitas
SOBRE LA LIBERTAD
JOHN STUART MILL
La filosofía de Stuart Mill (1806-1873) representa una de las defensas más fuertes del liberalismo fundado en una ética teológica. Siguiendo la teoría del utilitarismo, para Mill la libertad no es un principio último y absoluto, por lo que no se basa ni en el contrato social ni en los derechos naturales, sino que ha de ser considerada según sus consecuencias sobre la felicidad de los individuos y de la sociedad. El propósito de Sobre la libertad es la formulación del principio que ha de regular las relaciones entre la sociedad y el individuo con el fin de evitar el despotismo sobre los individuos y las minorías. La limitación de la libertad individual solo está justificada cuando 'haya que proteger al género humano' y haya que 'evitar que se perjudique a los demás', y nunca porque se piense que sirve para el propio bien del individuo, pues este, en lo que a él se refiere, es soberano, según la tradición ilustrada europea.
El objetivo del filósofo y economista inglés John Stuart Mill, es explícitamente el de establecer la naturaleza y los límites del poder que puede ser ejercido legítimamente por la sociedad sobre el individuo.
Para Stuart Mill, los hombres en las naciones habían pasado de buscar limitar el poder de sus gobernantes a convertirlos en defensores y delegados de la voluntad de la nación; sin embargo, esto no implicaba un olvido total del límite que se le había de exigir tanto a los gobiernos (incluida la llamada “tiranía de la mayoría”) como a la sociedad entera respecto a los individuos. Mill establece que existen ciertos derechos humanos inalienables y uno de ellos es la libertad; nadie tiene derecho a turbar la libertad de acción del hombre, salvo en casos especiales de defensa propia o para impedir que un miembro de la comunidad dañe a otros.
El hombre es independiente y soberano sobre su cuerpo y su espíritu (excepto los menores de edades y la gente que padece sus facultades mentales). Sólo se le puede obligar a actuar cuando es en beneficio de los demás y en caso de no cumplir podrá ser castigado. Es responsable, ante los individuos y ante la sociedad, si hace el mal; pero también lo es si pudiendo evitarlo, no lo hace.
Mill enuncia las principales libertades del hombre que, al no implicar a terceros, no le conciernen a la sociedad sino solamente al individuo. Estas libertades son: de conciencia, de pensar y sentir, de opiniones y sentimientos, de expresar y publicar opiniones, de gustos e inclinaciones, de organizar la propia vida, de hacer lo que plazca (aceptando las consecuencias) y de asociación con cualquier fin (mientras no sea con engaño y sean mayores de edad los asociados). Una sociedad no será realmente libre si estas libertades no son respetadas en forma absoluta. Stuart Mill hace aquí una de las observaciones más importantes sobre el mundo: existe en él una tendencia a aumentar la fuerza de la sociedad y reducir la del individuo.
Defiende la libertad de opinión y de pensamiento. Ni el pueblo por sí mismo ni su gobierno tienen derecho a coaccionar la opinión, sea ésta falsa o verdadera; el único deber del gobierno es establecer formas de pensar que se ajusten a la verdad. Mill considera que las penas legales que restringen la libertad de expresión han disminuido, pero en cambio han dado lugar a señales sociales, los cuales resultan igualmente útiles y no son sino retazos y restos de las persecuciones, principalmente religiosas que atravesó Europa.
Stuart Mill enuncia cuatro motivos principales por los cuales se debe defender la libertad de expresión:
1) Condenar al silencio una opinión que puede ser verdadera, supondría considerarnos firmes y poseedores de la certeza absoluta, lo cual no es posible.
2) Una opinión equivocada puede contener algo de verdad, la cual sólo puede ser conocida totalmente por el contraste.
3) Una opinión verdadera que se sigue discutiendo no se convierte en prejuicio sino que se mantiene potente y se comprenden sus fundamentos.
4) Al dejar de discutir una opinión se puede perder su sentido profundo y su efecto vital sobre el carácter.
Posteriormente, Mill se refiere a la importancia de la individualidad. La libertad del individuo sólo puede ser limitada en los casos en los que afecte a sus semejantes y la individualidad debe afirmarse en todos los asuntos que no atañen a los demás. La personalidad y la diversidad de caracteres debe ser desarrollados ya que vuelve más valiosa y plena la vida, tanto individual como colectivamente.
Mill considera como una tendencia general en el mundo el hacer de la mediocridad la potencia dominante entre las personas. Sugiere un menosprecio a las costumbres tradicionales al considerar que su aceptación ciega implica un abandono de ciertas facultades como el juicio o el discernimiento y propone que partir de ese rechazo se creen mejores modos de obrar y costumbres más dignas. Esto a pesar de que la orientación de la opinión pública se dirige hacia la intolerancia de toda forma de individualidad.
Retomando a Guillermo de Humboldt, enuncia las dos condiciones necesarias para el desarrollo humano y, por tanto, de la individualidad: 1) La libertad. 2) Variedad de situaciones. Las tendencias a leer, escuchar y ver lo mismo; tener las mismas esperanzas, derechos y libertades; una expansión de la educación y el progreso de los medios de comunicación y el Estado, entro otros factores, terminan por establecerse como enemigos de la individualidad. El riesgo está en que la humanidad sea incapaz de comprenderla al perder el hábito de verla.
Para Mill, no existe un contrato social y tampoco las llamadas obligaciones sociales que se desprenden de él; sin embargo, lo que sí existe es una protección que brinda la sociedad al individuo y éste tiene que responder a ella de dos formas:
1) No perjudicando los intereses y derechos del prójimo.
2) Tomando pararte en los trabajos y sacrificios para defender a la sociedad y sus miembros.
La sociedad tiene el derecho de imponer estas obligaciones así como de castigar cuando no se cumplen; incluso a veces puede censurar y castigar con la opinión, pero su poder no debe ir más allá en lo que no le incumbe. Puede y debe sugerir cosas para el actuar y la educación de sus miembros con el fin de evitar futuros problemas, pero debe darle preeminencia a la libertad individual
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