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Sociolingüística actual


Enviado por   •  27 de Octubre de 2013  •  Tesis  •  3.157 Palabras (13 Páginas)  •  239 Visitas

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Historia del quechua y del aymara y la situación sociolingüística actual

escrito por Vlastimil Rataj

Las historias del quechua y del aymara están relacionadas y no se puede entender la historia del quechua sin entender la del aymara. Por eso se tratarán ambas lenguas conjuntamente.

La época pre-conquista

El territorio original del proto-quechua se encontraba en la sierra central del Perú más la franja costera aledaña, cerca de la capital actual, la zona donde se da la mayor diversificación del quechua (los dialectos Q I). Allí se hallaba el centro religioso y económico del horizonte temprano (Chavín, 900–200 a. C.), y durante esta época se habría difundido la protolengua como vehículo de comercio. A principios de nuestra era se da una primera separación de las ramas Quechua I y Quechua II.

La región del proto-aymara se extendía al sur de la cuna del quechua, probablemente en la costa y sierra entre Nasca e Ica, y la diversificación entre el aymara y el jaqaru se habría producido hacia el siglo VI d. C., cuando el aymara ya había penetrado la sierra ayacuchana.

En los siguientes siglos, que coinciden con el horizonte medio (hasta el siglo IX o X), se produce otra fase de la expansión de ambas lenguas, la cual puede correlacionarse con la acción cultural de las culturas Wari y/o Tíwanaku. El aymara se extiende, como lengua estatal de Wari (que se ubicaba en la zona de Ayacucho), por toda la sierra sur-peruana hasta la zona de Cusco. En la zona del lago Titicaca se hablaba al norte el hoy extinguido puquina (centro ceremonial de Pucará) y al sur alguna lengua de la familia uru-chipaya (Tíwanaku). Parece que el aymara penetró en esta región ya en esta época, coexistiendo las tres lenguas.

La expansión del quechua en esta época corresponde solamente al conjunto Q II Wampuy. El quechua empezó a penetrar hacia la sierra y costa norteñas y hacia la costa sur, desarrollándose en el norte bajo la forma Q II A Yungay y en el sur bajo la forma Chinchay (Q II B-C).

La fase mayor de la expansión del grupo Chinchay se produjo desde el siglo XII o XIII hasta la llegada de los españoles. Tras la caída de Tíwanaku-Wari y de Pachacámac (al sur de Lima), el señorío de Chincha se convierte en un poderoso centro mercantil, y el Quechua Chinchay expande, por diversas vías marítimas y terrestres, hacia el norte (norte del Perú, Ecuador; Q II B) y hacia el sur (Ayacucho, Cusco, Bolivia, Argentina, Chile; Q II C). En el sur, el quechua coexistía con el aymara o se convertían estas zonas en quechuahablantes.

El imperio incaico, en el último siglo de su expansión, asumió las variedades Chinchay como lengua de su administración. Durante las conquistas de los incas Pachakuti (mitad del sg. XV; el altiplano y todo el norte peruano hasta el Ecuador), Tupaq Yupanki (finales del sg. XV; todo el sur, Argentina y Chile) y Wayna Qhapaq (principios del sg. XVI; algunas partes del Ecuador y de la selva peruana), el quechua fue consolidado en las áreas donde se hablaba y ganó nuevas áreas.

La variedad Chinchay, como lengua de prestigio proveniente de Cusco, influenció u ocasionalmente suplantó las variedades quechuas habladas en las áreas del dominio incaico o se convirtió en lingua franca en zonas donde no se hablaba quechua. Los hijos de los caciques de las áreas dominadas eran obligados a estudiar en la capital Cusco, y, por otra parte, grupos de habitantes de zonas dominadas anteriormente eran enviados a nuevas partes del imperio (los mitmaqkuna o mitimaes “colonos”). También se encontraban dispersos por el Tawantinsuyu los llamados yanakuna o “indios de servicio”.

La época colonial y republicana

En el siglo XVI, cuando llegaron los españoles, el Quechua Chinchay ya se encontraba dialectalizado y el aymara comprendía un área mucho más amplia que la actual, en muchos casos coexistiendo con el quechua, el puquina, el uru u otras lenguas, en áreas tan distantes como Huarochirí (Lima) y sureste de Bolivia.

La expansión del quechua, comenzada en la época incaica, continúa incluso durante la Colonia y se prolonga hasta la Independencia, y en algunas partes hasta más tarde, sobre todo hacia la selva ecuatoriana y en la zona de los aymarahablantes. Sin embargo, tales extensiones fueron de las variedades regionales ya anteriormente instaladas en las zonas, debido al aislamiento y pocos contactos de estas áreas.

El instrumento de la difusión de la lengua general fue sobre todo la mita, trabajo obligatorio en las minas, particularmente en las de Potosí, y la concentración de los indios en las ciudades. En estos lugares se encontraban grupos de hablantes de diversas lenguas y tenían que usar una lengua común – el quechua – como lingua franca, convirtiéndose ésta posteriormente en su lengua nativa. También la cristianización ejerció su influencia en la generalización del quechua. En esta lengua y en aymara se enseñaban la doctrina y el catecismo, y los doctrineros estaban obligados a aprender dichas lenguas. De aquí surge la necesidad de disponer de gramáticas y vocabularios del quechua y del aymara, que se iban publicando desde los tiempos relativamente tempranos.

Los mismos españoles empezaron a adoptar el quechua para comunicarse con los hablantes de diversas lenguas vernáculas, y los criollos, por lo menos en el sur, tenían el quechua o el aymara como su lengua materna o aprendían uno de los idiomas al mismo tiempo que el español.

El quechua fue privilegiado por los invasores en preferencia a las otras lenguas indígenas. Sin embargo, también el aymara y el puquina sirvieron como lingua franca. Mientras que el puquina se extinguió en el siglo XVIII, las dos otras lenguas sobrevivieron con vigor, pero el aymara a costa de reducir notablemente sus fronteras frente al quechua, concentrándose en el antiguo Qullasuyu (el altiplano boliviano). Esta reducción se debía al mayor status del quechua primero en el incanario y después incluso a través de la labor misionera.

El uso del quechua y del aymara fue fortalecido también por el dualismo lingüístico, mantenido en este tiempo:

“La política lingüística colonial oficialmente pedía la castellanización pero en la práctica fomentaba el dualismo lingüístico entre los criollos castellanos dominantes y los indios, porque resultaba más fácil mantener oprimidos a estos últimos, si

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