Solamente Pasaba 10 Minutos
Enviado por • 2 de Marzo de 2015 • 2.232 Palabras (9 Páginas) • 308 Visitas
Solamente pasaba diez minutos con el amor de su vida, y miles de horas pensando en él.
No existe amor en paz. Siempre viene acompañado de agonías, éxtasis, alegrías intensas y tristezas profundas.
Cuando crezcas, descubrirás que ya defendiste mentiras, te engañaste a ti mismo o sufriste por tonterías. Si eres un buen guerrero, no te culparás por ello, pero tampoco dejarás que tus errores se repitan.
Existen derrotas, pero nadie está a salvo de ellas. Por eso es mejor perder algunos combates en la lucha por nuestros sueños que ser derrotados sin siquiera saber por qué se está luchando.
Cuando menos lo esperamos, la vida nos coloca delante un desafío que pone a prueba nuestro coraje y nuestra voluntad de cambio.
En toda historia de amor siempre hay algo que nos acerca a la eternidad y a la esencia de la vida, porque las historias de amor encierran en sí todos los secretos del mundo.
El peor de todos los pasos es el primero. Cuando estamos listos para una decisión importante, todas las fuerzas se concentran para evitar que sigamos adelante. Ya estamos acostumbrados a esto. Es una vieja ley de la física: romper la inercia es difícil. Como no podemos cambiar la física, concentremos la energía extra y a si conseguiremos dar el primer paso. Después el camino mismo ayuda.
Podemos cometer muchos errores en nuestras vidas, menos uno: aquel que nos destruye.
Dios es el mísmo, aunque tenga mil nombres; pero tienes que escoger uno para llamarlo.
Sed como la fuente que se derrama y no como el tanque que siempre contiene la misma agua.
No tenía miedo a las dificultades: lo que la asustaba era la obligación de tener que escoger un camino. Escoger un camino significaba abandonar otros.
La gran victoria que hoy parece fácil fue el resultado de pequeñas victorias que pasaron desapercibidas.
Siempre es más fácil escuchar una ofensa y no reaccionar que tener el coraje de enzarzarse en un combate con alguien más fuerte.
Cuando todos los días resultan iguales es porque el hombre ha dejado de percibir las cosas buenas que surgen en su vida cada vez que el sol cruza el cielo.
Cuando alguien desea algo debe saber que corre riesgos y por eso la vida vale la pena.
Un guerrero acepta la derrota como una derrota, sin intentar transformarla en victoria.
El camino es el que nos enseña la mejor forma de llegar y nos enriquece mientras lo estamos cruzando.
El tercer síntoma de la muerte de nuestros sueños es la paz. La vida pasa a ser una tarde de domingo, sin pedirnos cosas importantes y sin exigirnos más de lo que queremos dar. Pero, en verdad, en lo íntimo de nuestro corazón, sabemos que lo que ocurrió fué que renunciamos a luchar por nuestros sueños.
Todo hombre tiene derecho a dudar de su tarea y a abandonarla de vez en cuando; lo único que no puede hacer es olvidarla.
Un hombre tiene que escoger. En esto reside su fuerza: en el poder de sus decisiones.
El que está acostumbrado a viajar, sabe que siempre es necesario partir algún día.
Incluso un camino sinuoso, difícil, nos puede conducir a la meta si no lo abandonamos hasta el final.
Quiero creer que voy a mirar este nuevo año como si fuese la primera vez que desfilan 365 días ante mis ojos.
Esperar duele. Olvidar duele. Pero el peor de los sufrimientos es no saber qué decisión tomar.
Las tristezas no se quedan para siempre cuando caminamos en dirección a lo que siempre deseamos.
Podemos creer que todo lo que la vida nos ofrecerá mañana es repetir lo que hicimos ayer y hoy. Pero, si prestamos atención, percibiremos que ningún día es igual a otro. Cada mañana trae una bendición escondida; una bendición que solo sirve para este día y que no puede guardarse o desaprovecharse. Si no usamos este milagro hoy, se perderá. Este milagro esta en los detalles de lo cotidiano; es preciso vivir cada minuto porque allí encontramos la salida de nuestras confusiones, la alegría de nuestros buenos momentos, la pista correcta para la decisión que ha de ser tomada. No podemos dejar nunca que cada día parezca igual al anterior porque todos los días son diferentes. Presta atención a todos los momentos, porque la oportunidad, el “instante mágico”, esta a nuestro alcance.
El amor no está en el otro, está dentro de nosotros mísmos; nosotros lo despertamos. Pero para que despierte necesitamos del otro.
Es justamente la posibilidad de realizar un sueño lo que hace que la vida sea interesante.
Si tienes la paciencia de la tierra, la pureza del agua y la justicia del viento, entonces eres libre.
Si me preguntas si me gusta tu compañia, la respuesta es si. Sin embargo, si quieres saber si puedo vivir sin ti, la respuesta tambien es si...
En todas las lenguas del mundo hay un mísmo dicho: ojos que no ven, corazón que no siente. Pues yo afirmo que no hay nada más falso que eso; cuánto más lejos, más cerca del corazón están los sentimientos que intentamos sofocar y olvidar.
El primer síntoma de que estamos matando nuestros sueños es la falta de tiempo.
Afronta tu camino con coraje, no tengas miedo de las críticas de los demás. Y, sobre todo, no te dejes paralizar por tus propias críticas.
Las cosas simples son las más extraordinarias y sólo los sabios consiguen verlas.
Todos los días dios nos da, junto con el sol, un momento en el que es posible cambiar todo lo que nos hace infelices.
Jamás dejes que las dudas paralicen tus acciones. Toma siempre todas las decisiones que necesites tomar, incluso sin tener la seguridad o certeza de que estás decidiendo correctamente.
El sexo, el dolor y el amor son experiencias límite del hombre. Y solamente aquel que conoce esas fronteras conoce la vida; el resto es simplemente pasar el tiempo, repetir una misma tarea, envejecer y morir sin saber realmente lo que se estaba haciendo aquí.
Escoger un camino significa abandonar otros. Si pretendes recorrer todos los caminos posibles acabarás no corriendo ninguno.
Aquel que ya perdió algo que daba por hecho al final aprende que nada le pertenece.
Todas las batallas en la vida sirven para enseñarnos algo, inclusive aquellas que perdemos.
No ofrezcas a dios sólo el dolor de tus penitencias, ofrécele también tus alegrías.
Cada persona, en su existencia, puede tener dos actitudes: construir o plantar. Los constructores un día terminan aquéllo que estaban haciendo y entonces les invade el tedio. Los que plantan a veces sufren con las tempestades y las estaciones, pero el jardín jamás para de crecer.
Cada ser humano tiene, dentro de sí, algo mucho más importante que él mísmo: su don.
Cuando buscamos el tesoro, nos
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