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Soy Ateo Pero Creo En Dios


Enviado por   •  2 de Julio de 2015  •  698 Palabras (3 Páginas)  •  206 Visitas

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Soy ateo pero creo en Dios

Los creyentes justifican nuestra existencia

He vuelto a creer en Dios. Lo necesitaba. Es muy difícil vivir en una sociedad cristiana teniendo a Dios como enemigo. Todos lo nombran, lo invocan, lo adjudican, lo imponen. No se puede ir por la vida confesando el ateísmo. Desde que declaré, primero la duda y luego la convicción de su inexistencia, he perdido amigos, familiares y hasta empleos. Me he ganado, por otra parte, cantidad de discusiones innecesarias basadas en el tema. En un tema que siempre acaba sucumbiendo, no a la defensa en sí de Dios, sino al ego de los debatientes: ¿Quién tiene la razón? También me he ganado la decepción de mucha gente. Es una decepción que entiendo pero que me resulta difícil aceptar. Es como si pensaran que uno se volvió malo porque dejó de creer en Dios, como si la imagen positiva que tenían de nosotros se desvaneciera y automáticamente nos convirtiéramos en la viva encarnación del demonio.

En ese grupo de decepcionados suelen estar los papás; algunos hasta llegan a argüir que perdieron el esfuerzo de sembrarnos las bases de la fe. Una fe instalada con la fuerza húmeda del bautizo. Pero se equivocan al pensar que si rechazamos a Dios es como si los rechazáramos a ellos. Se toman personal el ateísmo ajeno como si se tratase de una traición. Pero renunciar a una creencia impuesta no es una traición en lo absoluto. Al contrario, obligar a un a niño a creer es generarle conflictos morales con los que más tarde tendrá que rivalizar. Se le está traicionando en su libertad de pensar, adquirir ideas y escoger convicciones.

Sin embargo, es un tema por el que se sufre mucho y no debería suscitar tanta tristeza y discusión. Es como enojarse con alguien porque le gusta el rock y no el metal. Son cuestiones a veces más de comodidad que de argumentos. Hay quienes sencillamente no se sienten cómodos creyendo en Dios ni asistiendo a una iglesia, así no tengan ningún argumento para explicarlo, y eso debería respetarse tanto como las preferencias sexuales que tenga una persona de cualquier género. Creer o no en Dios es, ante todo, un ejercicio de libertad individual.

Ahora creo en la existencia Dios con la misma fuerza que descreo. Creo en Dios desde un escepticismo que es capaz de respetar la creencia del otro. Y digo “creo” porque no tengo problema en decir esa pequeña mentira si me va a evitar discusiones enormes. Ya no me interesa defender las razones que tengo para no creer. Prefiero dar a todo el mundo su razón y conservar la mía en silencio. No quiero que nadie deje creer. No sueño con un mundo ateo. Sueño con un mundo que se respete en sus diferencias. Pero como eso aún no ocurre, prefiero seguir guardando silencio y conservar los pocos amigos que me quedan.

Sé que es un silencio mentiroso, aunque yo preferiría decir que es una omisión respetuosa. No faltará un radical que diga que traiciono mis

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