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Sueño, Tiempo Y Poesía En María Zambrano


Enviado por   •  6 de Julio de 2014  •  3.414 Palabras (14 Páginas)  •  218 Visitas

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“De toda la memoria sólo vale el don preclaro de evocar los sueños” A.M.

La cita que encabeza este texto está íntimamente relacionada con la obra de María Zambrano.

Hay una estrecha relación entre Antonio Machado y María Zambrano. Siendo ésta una discípula de Ortega, guarda en ocasiones mayores similitudes con aquél, puesto que María ahonda en el lado místico que Ortega dejara inconcluso o, mejor dicho, no tocó. María se sirve del logos del Manzanares que Ortega descubriera y parte del mismo para llegar a ese logos sumergido del que Ortega se desentendió. Ella misma se encarga de establecer los límites de la influencia orteguiana, diciendo qué hay de herencia y qué hay de nuevo en su filosofía, y para ello introduce el logos poético de la razón; logos que la permitirá definir su teoría y conformar una filosofía singular, que persigue encontrar un aliento nuevo que ayude a la Filosofía a salvarse, en palabras de la propia filósofa.

Así pues la herencia de María Zambrano es Ortega, pero principalmente Machado y Unamuno. De estos toma su preocupación por la historia, su sentir como escritores pero también como poetas. La huella del 98, esa huella angustiosa y nostálgica a la par que mana de estos autores, es la que en María Zambrano se

despierta al ahondar en la conciencia. Se siente identificada con ellos, y por ende con sus temas. El tiempo en Unamuno y muy especialmente en Antonio Machado (con ecos de Heidegger) es vital, y configura su visión

particular de la historia y de la poesía respectivamente.

Ya en un primer artículo llamado “La multiplicidad de los tiempos”, María Z. se refiere a una posible fenomenología de los sueños, pues estos tienen una peculiar vivencia de la temporalidad.

La investigación sobre los sueños ha sido, en María Zambrano, decisiva para la creación de su obra, el eje sobre el que gira toda su filosofía. No fue sino después de su muerte, que se editó Los sueños y el Tiempo, que engloba las ideas más representativas de sus teorías y que se suceden a lo largo de sus libros. Junto a este libro, nos hallamos con El sueño creador, elaborado hacia los años cincuenta simultáneamente a otros escritos. Ambos parecen constituir el proyecto más ambicioso de María Z. y del que parece que desistió, aunque lo cierto es que quedó inconcluso debido a que le sobrevino la muerte. Puede decirse que presentan lo fundamental de su filosofía, y que arrojan luz sobre otros escritos de la autora, respondiendo al porqué de los mismos.

El problema presentado no es sino el del tiempo, articulándolo para ordenar todos las premisas de su filosofía, en una constante revisión de la Razón Vital Orteguiana, para aclararla y profundizarla, y encaminarse hacia la Razón Poética.

Tiempo, Sueño y Poesía están ligados entre sí, y suponen una directriz clara y única, de una continua reatroalimentación, de la que cada una de las entidades deriva de las otras, alcanzando el “logos que se hiciera cargo de las entrañas”, como apunta en su libro Hacia un saber sobre el alma.

I. En lo más hondo de la atemporalidad.

“...Y avancé en mi sueño

por una larga, escueta galería” A.M.

El tiempo de la Psique

En Los sueños y el Tiempo, Zambrano distingue tres métodos fundamentales de temporalidad: El tiempo de la psique (la atemporalidad inicial o privación de tiempo del sujeto propia del estado del hombre y de los sueños), el tiempo de la persona (el tiempo consciente) y el tiempo de creación (el estado de lucidez de

creación y pensamiento). Que el durmiente sueñe se debe a la imposibilidad de permanecer en la duración, no significa que esté dormido. Sueño y Vigilia son dos dimensiones de la realidad, partes de la persona. Hay un soñar despiertos que equivale en la forma a un estar dormidos; en cambio, en la vigilia no hay una forma equivalente a estar dormidos, pues durante el sueño la conciencia se retira. La forma-sueño se caracteriza por la pasividad del sujeto (los sueños se padecen; el sujeto no puede sino despertar), la atemporalidad (paralela a la pasividad del sujeto y contrapuesta tanto al tiempo físico como al tiempo de la persona) y la abespacialidad (paralelamente a la división que establece en torno a la temporalidad, Zambrano distingue entre el espacio homogéneo, el espacio del sueño y el espacio de la persona). Distingue, además, Zambrano entre dos tipos de sueños, que son el sueño del deseo o de la psique, y el sueño creador o de la persona.

En el primer tipo de sueño, al eludir la realidad, esta se invierte. La atemporalidad corre paralela a la pasividad del sujeto. El espacio del sueño está lleno, procede de la orexis y de lo que por ella puede en el

alma humana ser arrastrado. En los segundos la atemporalidad flota en un espacio vacío que a veces toma forma plástica como una extensión limitada como un horizonte, como una blancura. Las dimensiones temporales tienden a ordenarse, o aparecen ordenadas sin implicaciones ni inversión a partir de un centro. Un centro que es un acción a ejecutar en el proceso de finalidad-destino.

II. Del Despertar.

“Tras el vivir y el soñar

está lo que más importa:

despertar” A.M.

El tiempo de lo sucesivo.

La idea de tiempo en María Zambrano se sucede hilando varias nociones que se alimentan entre sí, y entre las que destaca el concepto de despertar: “el despertar de cada mañana parece que sea para siempre. Mas este siempre quiere decir que siempre habrá de repetirse, que siempre habrá que hacerlo y sufrirlo mientras se viva”.

En la introducción del libro Los sueños y el Tiempo, M. Zambrano declara que el objetivo del libro es el de hacer “una fenomenología del sujeto privado de tiempo, de lo que él brota incoerciblemente ante el contacto nudo con eso, con ese absoluto con el que se les ve a solas, fuera de su medio”

Alude al tiempo como “medio”, refiriéndose al tiempo sucesivo mediador entre dos absolutos.

Al afirmar que el tiempo es la primera de las categorías de la vida humana, del vivir – en el sentido de que permite la posibilidad-, María Z. hará girar en torno a la cuestión del tiempo sus otros temas de reflexión. Y se distingue de Ortega -para quien el concepto de “vida” era realidad radical-, identificando “vida” con

“tiempo” y supeditando lo radical al tiempo, lo que permite la posibilidad del sujeto.

A María Zambrano los sueños se le muestran como una “etapa intermedia entre el no ser – el no haber nacido- y la vida en la conciencia, en el fluir temporal”. Se recoge con ello una imagen que, ya desde Heráclito, representaba este aspecto mediático entre

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