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Sueños De Un Mago


Enviado por   •  26 de Junio de 2012  •  780 Palabras (4 Páginas)  •  496 Visitas

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SUEÑOS DE UN MÄGO

Aquella tarde no parecía distinta a otras tardes aletargadas bajo el murmullo de

las voces anónimas y soterradas que inundaban la taberna cuyo nombre Rosa

de los Vientos auguraba rumbos abiertos a la aventura de lo imposible. De

pronto, una melodía sutil acarició mis oídos provocando el recuerdo de historias

pasadas y vividas en tiempos clandestinos cubiertos por el emocionante riesgo

de quienes se saben vulnerables tan solo por lo intangible. Eran los días

corsarios en los que transitábamos por el mar de la arena triste al socaire de

tonadas filibusteras teñidas por el amor a lo prohibido. Fue entonces cuando le

conocí, poco importan las especiales circunstancias en las que se produjo

nuestro encuentro, pero de inmediato supe que seríamos camaradas unidos por

pasiones comunes, pues en verdad, él era el hombre al que gustaba inventar sus

propios sueños sin lamentos ni tabúes que impidieran hacer de su cuerpo delito.

Parecía mi amigo envuelto por la tristeza de un amor perdido en la niebla de la

indecisión y puedo sostener que acaso se me antojó en él una dualidad invisible

en ojos extraños, pero cercana en aquellos que le intentábamos conocer un

poco más. Sin duda, yo no podía ayudarle a elegir el beso o camino apropiados

en su transitar hacia una sierra frondosa en la que solo parecían llover penas.

Pero, no obstante, si que acerté a sugerirle que sin él lo dejado atrás se

convertiría en silencio. Por eso escribo estas líneas, para dedicarle a mi amigo, a

mi querido amigo, que hoy vuelva a ser él mismo, que no dude, que no se deje

doblegar por el cansancio, por lo absurdo, por lo banal y que no espere en

soledad las glorias que para él reserva el príncipe de la dulce pena, un noble

cuya melancolía derrama generosidad abundante para aquellos que saben

interpretar el alma de las cosas. Precisamente, almas y sentimientos francos son

los que colecciona mi leal camarada, aquel que siempre supo discernir luz de

oscuridad mientras entregaba un beso prometido a la dama de sus sueños a la

vez que contemplaba la estrella fugaz que posiblemente portaba el espíritu

inquebrantable de los que comprenden la única verdad de lo relevante. Alzo mi

cerveza para brindar por él y saboreó con paladar acostumbrado a lo exquisito

la música emanada desde aquel piano afinado por un oso que impide mi olvido

más propio de un jazz cuajado de incomprensibles equívocos, aunque

aplaudidos por mentes arrogadas de estúpida prepotencia. Quiero que ese

olvido no me duela, mientras desafío a la puta muerte segadora de tanto

talento. Todavía me imagino a mi compañero llorando por aquella mujer de

ingle inquieta

...

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