TAREA la historia personal, escolar y la grupalidad

Tema II la historia personal, escolar y la grupalidad

Lectura la monotonía cotidiana

THEODORE ROETHKE: el poeta y su oficio

Este éxodo masivo de casa a la escuela se realiza dentro del mayor orden y silencio. Sin pena (a excepción de los más pequeños) ni alegría. La asistencia de los niños a la escuela es una experiencia tan común en nuestra sociedad que los que nos queramos mirando cómo se van, raras veces nos detenemos a pensar que será de ellos cuando lleguen a sus clases. Por su puesto, nuestra indiferencia desaparece algunas veces, pero tanto sus preguntas como las respuestas de niño se centran típicamente en los aspectos más importantes de la experiencia escolar-los aspectos extraordinarios, los padres se interesan más por la superficie de la vida escolar que por su contenido real.

Los profesores se interesan por un aspecto muy limitado de la experiencia escolar del niño. Los profesores, como los padres, raras veces se detienen a considerar la importancia de miles de episodios insignificantes que, unidos, constituyen la rutina de la clase. También para el niño el día ha quedado reducido a un pequeño número de acontecimientos significativos. Este interés por los acontecimientos más destacados de la vida escolar comprensible desde el punto de vista de la tención humana.

No obstante, en lo que a la configuración y al sentido de nuestra vida se refiere estos acontecimientos que casi siempre silenciamos pueden tener tanta importancia como los que suelen llamar la atención de nuestro interlocutor. La rutina cotidiana, la monotonía y el molesto “lo de siempre”. Esta es la lección que tenemos que aprender si queremos comprender la vida en las clases de las escuelas primarias.

La escuela es un lugar en que se aprueba o se suspende en que suceden cosas divertidas, se aprenden cosas nuevas y se adquieren nuevas capacidades.

Para apreciar la importancia de los acontecimientos triviales de la clase hay que tener en cuenta la frecuencia con que ocurren la uniformidad del entorno escolar y la obligatoriedad de la asistencia diaria. La cifra de 7 mil horas distribuidas entre los 6 o 7 años del niño es difícil de comprender. Por un lado, comparada con el total de horas que el niño ha vivido en esos años no es una cifra importante.

La traducción de la permanencia del niño en la escuela en términos de asistencia semanal a la iglesia nos es útil para otro fin, en un periodo histórico determinado las diferencias no son demasiado notables. Los estudios primarios en una clase con suelo de madera, o frente a un encerado negro o verde no son tan importantes como el hecho de que el entorno es que se desenvuelve esos 6 o 7 años sea muy estable. Pero estas modificaciones no son más que adaptaciones superficiales, que recuerdan los esfuerzos de la diligente ama de casa que cambia la decoración y los muebles del cuarto de estar para hacerlos más “interesantes”.

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