TEATRO MEDIEVAL
Enviado por rog242006 • 23 de Octubre de 2011 • 6.776 Palabras (28 Páginas) • 808 Visitas
Marco teórico:
Marco histórico social
La Edad Media o Medioevo es el período que transcurre desde la caída de Roma en poder de los Bárbaros (Año 476 d.C.) hasta la caída de Constantinopla en poder de los Turcos (Año 1453 d. C.). Son los siglos en que se produce el largo tránsito entre el Mundo antiguo y moderno, caracterizado por el crecimiento del Cristianismo.
En lo cultural y lo social se mantenía una visión teocéntrica del mundo y una organización social estratificada: Nobles feudales, cuya cabeza es el Rey, Vasallos y el Clero.
Suele dividírselo en Alta Edad Media y Baja Edad Media. Esta última comprende el período de decadencia de los valores que han sostenido la nobleza y el clero y el surgimiento de una nueva clase social habitante de las ciudades o burgos: Burguesía.
El Crisol De La Edad Media
El mundo antiguo se agrandó. Al terminar este mundo y empezar lo que se llama Edad Media, la Historia se ocupa de casi todos los países que lindan con el Mediterráneo, el Mar Negro , el Golfo Pérsico y grandes extensiones del Océano Indico. Más lejos, existían las civilizaciones de China y el Lejano Oriente y las de América, que estaban adelantadas, aunque aún no se había descubierto el Nuevo Mundo. La civilización tomaba lentamente posesión de la tierra.
Sucedió que muchos bárbaros asimilaron las costumbres civilizadas. Diversos pueblos surgieron al aprender a leer y escribir y al dejar así un testimonio de sus actos. Todo esto ocurrió muy lentamente, ya que se necesita mucho tiempo para construir una civilización; pero, poco a poco, la cultura se propagó de un país a otro, y el mundo de la historia se agrandó.
Al tornarse más clara esa civilización, se empiezan a ver cosas asombrosas. Toda Europa está en fermentación. Parece un enorme caldero en que hierven juntas las distintas tribus y razas, empujándose, desplazándose, destruyéndose unas a otras.
Por algunas razones, sería preferible llamar a este período la Edad del Amanecer, más que la Edad Media. Una de ellas sería que vio surgir un nuevo y vigoroso tipo de cultura en la Europa Occidental.
DRAMA LITÚRGICO
Tras siglos de olvido, la recuperación del teatro en el Occidente medieval tuvo principal apoyo en el clero. La introducción de la representación dramática supuso la forma más interesante y seguramente la más sorprendente con la que la iglesia medieval agrandó y embelleció su liturgia.
Cuando aparecieron los primeros ensayos de un arte teatral tal como nosotros lo entendemos, hacía muchos siglos que estaban presentes y más o menos desarrollados en la liturgia los cuatro elementos del teatro: el literario, el musical, el mímico y el escénico. En efecto, la más antigua liturgia muestra estos elementos mediante la forma dialogada de los responsorios, las canciones correspondientes, la ceremonia simbólica y los aparatos alusivos.
Durante los primeros decenios después de Cristo, las liturgias iniciales todavía inciertas que los apóstoles indicaban a los diversos grupos de fieles que iban reuniendo utilizaban ampliamente las oraciones y los cánticos de la sinagoga, excepto en la evocación del sacrificio divino, como es lógico. Posteriormente, con la extensión de la evangelización por toda Europa, el repertorio musical litúrgico se enriqueció con nuevos cantos recogidos también de las diversas tradiciones locales.
Los investigadores de manuscritos medievales han descubierto algunas piezas en latín dialogadas, que imitaban, como ejercicios escolares, a autores latinos clásicos; se conservan las seis comedias moralizadoras de la monja Rosvita de Gandersheim (935-973), que imitan la técnica y el estilo de Terencio. Escritas para ser leídas, no tuvieron ninguna resonancia en el teatro de la época. A esta tradición pertenece el Panfilo de amore que conociera el Arcipreste de Hita y que pudiera haber tenido presente el autor de La Celestina, Fernando de Rojas.
La liturgia cristiana combinó el calendario solar romano con el lunar judío para crear su ciclo festivo polarizado en dos momentos cruciales: el uno, alrededor del solsticio de invierno (las Saturnalia fueron reemplazadas por las fiestas de Navidad-nacimiento), y el otro, alrededor del equinoccio de primavera (la Pascua hebrea coincidía con la Semana Santa y su ciclo de muerte y resurrección). El solsticio de verano se asimiló a las fiestas de Pentecostés, Corpus Christi y San Juan; el equinoccio de otoño a Todos los Santos.
Son fiestas en las que se recuerdan los misterios básicos para la creencia del cristiano, por lo que era imprescindible conocer el mensaje bíblico de las fiestas correspondientes y más teniendo en cuenta que hacia el siglo IX ya no se entendía el latín eclesiástico.
El diálogo entre pueblo y celebrantes se intensificó en la liturgia medieval con la intercalación de los tropos en los oficios divinos, fenómeno propio de la época carolingia.
El drama litúrgico se fue desarrollando a través de los doscientos años siguientes, con varias historias bíblicas en las que actuaban monaguillos y jóvenes del coro. Al principio bastaban las vestiduras propias para la celebración de la misa y las formas arquitectónicas de la iglesia como decorado, pero pronto se organizó de modo más formal. La base del escenario físico era denominada mansión y platea. La mansión consistía en una pequeña estructura escénica, un tabladillo, que sugería de forma emblemática un lugar en concreto como el jardín del Edén, Jerusalén o el Cielo; y la platea era un área neutra frente a la mansión que era utilizada por los actores para la interpretación de la escena.
Con la evolución del drama litúrgico, muchas historias bíblicas temáticamente relacionadas se representaban como un ciclo; por ejemplo desde la creación hasta la crucifixión. Estas obras se denominan de diversos modos, obras de Pasión, milagros, de santos, loas. Se construían mansiones al efecto alrededor de la nave central del templo, con el cielo del lado del altar y la boca del infierno, una elaborada cabeza de monstruo, en el otro lado.
Las obras eran episódicas y su acción se desarrollaba en periodos de tiempo que abarcan miles de años, incluían lugares separados a gran distancia, y entornos con carga alegórica, espiritual y temporal. A diferencia de la tragedia griega, que estaba orientada estrechamente a la construcción de un clímax catártico, el drama medieval no siempre mostraba tensión y conflicto. Su propósito era dramatizar la salvación de la humanidad.
Aunque la iglesia animara los inicios del drama litúrgico,
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