TEMARIO DE LA UNIDAD IV Corrientes Filosóficas Europeas durante la Época Contemporánea
Enviado por konjit • 11 de Noviembre de 2015 • Apuntes • 1.511 Palabras (7 Páginas) • 178 Visitas
TEMARIO DE LA UNIDAD IV Corrientes Filosóficas Europeas durante la Época Contemporánea.
- Emanuel Kant, el periodo de la ilustración y el Movimiento idealista aleman.
- Johann Gottlieb Fichte
- Joseph Von Shelling
- George Friedrich Hegel
- Auguste Comte, el inicio del positivismo frances.
- J.Stuart Mill, el positivismo ingles.
- Lamarck
- Charles Darwin
- El Marxismo-Socialismo
- Karl Marx y Federico Engels.
- El socialismo utopico
- Saint Simon, Fourier y Owen
- El comunismo
- El vitalismo
- Wilhelm Dilthey, Friedrich Nietzsche, Henry Bergson, jose Ortega.
Johann Gottlieb Fichte (1762-1814)
Eminente filósofo alemán, idealista subjetivo y uno de los representantes de la filosofía clásica alemana. Discípulo de Kant en sus comienzos, Fichte no tardó en someter a crítica el elemento materialista del kantismo, la admisión de la existencia objetiva de la “cosa en sí”, que considera como un apéndice ilegítimo e ilógico del sistema kantiano. Partiendo de la tesis de Kant, según la cual, la conciencia sería el origen de la naturaleza, Fichte llevó al extremo las tendencias subjetivas de esa filosofía. Pero si Kant enfoca el “Yo” (la conciencia del hombre) desde el punto de vista de su relación con el objeto en el curso del conocimiento, Fichte hace del “Yo” la única realidad, la fuerza creadora omnipotente de la que derivan todas las cosas y que coincide, en fin de cuentas, con la conciencia de sí de la humanidad entera. El “Yo” de Fichte es la razón, pero también es la voluntad; es el conocimiento, pero también, la acción. Y estima que el rasgo específico de la razón es el de crear el ser y no el de contemplarlo o reproducirlo. “¡Actuar! ¡Actuar! –¡he ahí nuestra razón de ser!” Hay que hacer notar además, que si bien pone el acento en el lado activo del sujeto, la concepción de Fichte no rebasa el marco del idealismo subjetivo, pues desconoce el fundamento objetivo de la actividad humana, el mundo material exterior con sus leyes. Al hacer del “Yo” el demiurgo del mundo objetivo, Fichte llega prácticamente a afirmar que nada existe fuera del sujeto. Este sistema anticientífico, completamente refutado por la práctica humana, lleva el nombre de solipsismo (ver).
Para escapar a una conclusión semejante, Fichte concibe el “Yo puro” como una conciencia humana universal que, sin coincidir con la conciencia individual, constituye el substrato latente de ella. El “Yo puro” es un “sistema perfectamente cerrado y acabado, es perfectamente idéntico en todos”. De ese “Yo” supraindividual absoluto, Fichte deduce, de una manera totalmente escolástica y artificial, la existencia de los hombres, una multitud de “Yo” empíricos. Con su punto de partida falso, se ve obligado a recurrir a la especulación hueca para demostrar la existencia de los hombres, ilustración notable del atolladero a que se ve conducida la filosofía por el idealismo subjetivo. Otra modificación que Fichte aporta al “Yo” de Kant, consiste en la inclusión del proceso de desarrollo en la conciencia. Al no estar regido por las leyes de la propia naturaleza, afirma, el devenir se limitaría al esfuerzo creador del “Yo” absoluto que engendra perpetuamente el mundo (el “No-yo”) y se enriquece a sí mismo. Este “Yo” universal “creado a partir de nada” y que toma conciencia de sí, se convierte al mismo tiempo en el artesano de la naturaleza y de toda la historia humana. Esta doctrina idealista implica una hipótesis racional sobre el papel de la práctica en el conocimiento, en la historia en general. En suma, Fichte sostiene que al transformar la naturaleza, el hombre se transforma a sí mismo, que el objeto del conocimiento es a la vez, el objeto de la actividad humana. Oponiéndose a los materialistas metafísicos, para quienes el conocimiento es engendrado por la acción de las cosas exteriores sobre las facultades cognoscitivas del hombre, Fichte demuestra, aunque bajo una forma idealista, que el hombre sólo llega a conocer los objetos actuando sobre ellos, transformándolos, creándolos. Vale decir, que Fichte tuvo la intuición profunda del carácter dialéctico de la acción recíproca entre el sujeto y el objeto, la teoría y la práctica.
La actividad del “Yo” de Fichte representaba una tentativa de legitimar, en el plano de la abstracción idealista, las transformaciones democráticas burguesas. En su Llamamiento a los soberanos de Europa para que concedan la libertad de pensamiento oprimida por ellos hasta el presente, Fichte proclama, en un todo de acuerdo con sus principios idealistas, que todas las libertades cívicas tienen por origen la libertad de pensamiento, lo cual significa desconocer las causas materiales de la desigualdad social, de la dominación del hombre. Se pronuncia por la abolición de los privilegios jerárquicos y de la servidumbre, reivindica un régimen democrático burgués y, al fustigar la arbitrariedad de los señores y la autocracia de los reyezuelos feudales, exclama: “Si los príncipes se convirtieran en esclavos aprenderían a respetar la libertad”. Sobre la misión de un sabio es una requisitoria contra la opresión de los campesinos por los feudales: “Quienquiera se considere el amo de los demás, es, él mismo, un esclavo. Si no lo es siempre en realidad, no deja de tener un alma de esclavo, y se arrastrará cobardemente ante el primero que llegue, que demuestre ser más fuerte y que lo subyugue”. En su lucha contra la invasión napoleónica, Fichte llamaba a los alemanes a defender la soberanía nacional, pero realzaba con patriótica exageración el papel histórico de Alemania. Fue un campeón de la unificación nacional de su país.
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