Tecnisismos
Enviado por zongua • 10 de Octubre de 2012 • 1.531 Palabras (7 Páginas) • 612 Visitas
1. Concepto de ensayo. El tecnicismo literario «ensayo» proviene de la palabra francesa essai, título que da Montaigne (v.) a sus personalísimas obras, en las que vuelca, con sinceridad y espontaneidad, lo más peculiar de su espíritu, y de su visión del mundo y de las cosas. Este carácter profundamente individual ha quedado para siempre como nota esencial del e., por lo que resulta difícil dar su definición exacta, ya que se trata de un género indivisiblemente ligado al peculiar modo de ser del escritor. De todas maneras, hay unas notas características que definen con aceptable aproximación este género literario. Edmund Gosse (1849-1928) exigía, p. ej., una extensión moderada y un enfoque subjetivo y sin pretensiones rigurosamente científicas como dotes imprescindibles del ensayo. Para Ortega y Gasset (Meditaciones del Quijote), el e. sería «la ciencia, menos la prueba explícita», definición que discrepa de la de Gosse en cuanto que exige una objetividad estrictamente científica. Algunos tratadistas exigen también la calidad estética en todo e. estrictamente literario. Resumiendo las opiniones más autorizadas, se podría definir el e. como un escrito en que se tratan asuntos de interés, con moderada extensión, sin intentar agotar el tema ni presentar exhaustivamente todas las pruebas y fuentes que sustentan las opiniones expuestas. Un enfoque original, la agudeza y penetración intuitiva en los diversos temas y la amenidad, son notas que convienen también a la perfección del e. como género literario. En cuanto a los temas que puede abarcar, éstos son potencialmente infinitos, aunque tradicionalmente los ensayistas se hayan fijado sobre todo en cuatro géneros fundamentales: el ideológico y filosófico, el histórico y artístico, el literario, y el circunstancial o periodístico.
2. Características. Ya hemos señalado cómo el e. es profundamente individual, y, por lo mismo, de formas concretas muy personales y variables. Por eso ha podido decirse que, más que ensayos, existen ensayistas. Más que de un género literario estricto se trata de una manera de escribir, de un talante expresivo. Sin embargo, con tal de tener en cuenta esta amplitud del género ensayístico, pueden fijarse unas cuantas características que aparecen con frecuencia en el e. y que le dan su perfil individual y distintivo. De acuerdo con ello, es frecuente señalar como característica radical del e. la subjetividad, el ser exposición de opiniones estrictamente personales y en un modo absolutamente peculiar. Lo dice Ortega y Gasset (v.) magistralmente en el notable retablo de ensayos que es El Espectador: «En estas páginas, ideas, teorías y comentarios se presentan con el carácter de peripecias y aventuras personales del autor». Este subjetivismo que hace brotar el e. al hilo de las reflexiones espontáneas del escritor, le confiere, a su vez, otra característica, importante, que se podría llamar asistematismo; es ese peculiarísimo modo de expresividad que Gracián (v.) llamaba «discurrir a lo libre», y que resulta tan del gusto del escritor español. No hay, pues, en el e. una estructura cerrada, sino que va discurriendo en meandros, digresivamente, no dejándose atar por el tema a ningún plan rigurosamente preconcebido, sino lanzándose, por el contrario, hacia una serie de variaciones que muchas veces son simplemente intuidas y apuntadas como de paso. El e. busca irrenunciablemente interesar. Es como un diálogo entre escritor y lector, y no hay diálogo sin el interés de los dialogantes. De aquí que el ensayista intente un enfoque del tema pleno de actualidad y de conexión con la circunstancia concreta del momento, buscando articular su tema dentro de los campos de interés de su tiempo y de su público. Este interés será tanto más tenso y activo cuanto más sencillamente artístico y expresivo sea el e., por lo que la calidad literaria del e. ideal supondrá la diafanidad, sugestividad, actualidad, dinamismo y capacidad de mantener la atención. Los tratadistas ingleses exigen, además, sociabilidad, agilidad, familiaridad y perspectiva.
3. La misión cultural del ensayo. El e. es un despertador espiritual, un revulsivo que levanta inquietudes y suscita problemas. No es su misión esencial dar soluciones, sino abrir horizontes y señalar caminos. El ensayista brinda perspectivas inéditas, posibles vertientes para ver las cosas a una nueva luz. El lector habrá de reflexionar por sí mismo, y aceptar o rechazar lo que se le propone. En este sentido, el e. es, sobre todo, un palenque de opiniones, no un índice de dogmas. No es, pues, la finalidad demostrativa, propia de la ciencia, la peculiar del e.,
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