ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Todos Santos, Día de Muertos


Enviado por   •  22 de Noviembre de 2012  •  Resumen  •  1.292 Palabras (6 Páginas)  •  869 Visitas

Página 1 de 6

"Todos Santos, Día de Muertos"E

l solitario mexicano ama las fiestas y las reuniones públicas. Todo es ocasión parareunirse. Cualquier pretexto es bueno para interrumpir la marcha del tiempo y celebrar con festejos y ceremonias hombres y acontecimientos. Somos un pueblo ritual. Y estatendencia beneficia a nuestra imaginación tanto como a nuestra sensibilidad, siempreafinadas y despiertas. El arte de la fiesta, envilecido en casi todas partes, se conservaintacto entre nosotros. En pocos lugares del mundo se puede vivir un espectáculoparecido al de las grandes fiestas religiosas de México, con sus colores violentos, agriosy puros y sus danzas, ceremonias, fuegos de artificio, trajes insólitos y la inagotablecascada de sorpresas de los frutos, dulces y objetos que se venden esos días en plazasy mercados.Nuestro calendario está poblado de fiestas. Ciertos días, lo mismo en los lugarejos másapartados que en las grandes ciudades, el país entero reza, grita, come, se emborrachay mata en honor de la Virgen de Guadalupe o del general Zaragoza. Cada año, el 15 deseptiembre a las once de la noche, en todas las plazas de México celebramos la fiestadel Grito; y una multitud enardecida efectivamente grita por espacio de una hora, quizápara callar mejor el resto del año. Durante los días que preceden y suceden al 12 dediciembre, el tiempo suspende su carrera, hace un alto y en lugar de empujarnos haciaun mañana siempre inalcanzable y mentiroso, nos ofrece un presente redondo yperfecto, de danza y juerga, de comunión y comilona con los más antiguo y secreto deMéxico. El tiempo deja de ser sucesión y vuelve a ser lo que fue, y es, originariamente:un presente en donde pasado y futuro al fin se reconcilian.Pero no bastan las fiestas que ofrecen a todo el país la Iglesia y la república. La vida decada ciudad y de cada pueblo está regida por un santo, al que se festeja con devoción yregularidad. Los barrios y los gremios tienen también sus fiestas anuales, susceremonias y sus ferias. Y, en fin, cada uno de nosotros —ateos, católicos o indiferentes— poseemos nuestro santo, al que cada año honramos. Son incalculables las fiestasque celebramos y los recursos y tiempo que gastamos en festejar. Recuerdo que haceaños pregunté a un presidente municipal de un poblado vecino a Mitla: "¿A cuántoascienden los ingresos del municipio por contribuciones?". "A unos tres mil pesosanuales. Somos muy pobres. Por eso el señor gobernador y la Federación nos ayudancada año a completar nuestros gastos." "¿Y en qué utilizan esos tres mil pesos?" " Puescasi todo en fiestas, señor. Chico como lo ve, el pueblo tiene dos Santos Patrones."Esa respuesta no es asombrosa. Nuestra pobreza puede medirse por el número ysuntuosidad de las fiestas populares. Los países ricos pocas: no hay tiempo, ni humor. Yno son necesarias; las gentes tienen otras cosas que hacer y cuando se divierten lohacen en grupos pequeños. Las masas modernas son aglomeraciones de solitarios. Enlas grandes ocasiones, en París o en Nueva York, cuando el público se congrega enplazas o estadios, es notable la ausencia de pueblo: se ven parejas y grupos, nunca unacomunidad viva en donde la persona humana se disuelve y rescata simultáneamente.Pero un pobre mexicano, ¿cómo podría vivir sin esa dos o tres fiestas anuales que locompensan de su estrechez y de su miseria? Las fiestas son nuestro único lujo; ellassubstituyen, acaso con ventaja, al teatro y a las vacaciones, el

week end

y el

cocktail party

de los sajones, a las recepciones de la burguesía y al café de los mediterráneos.En esas ceremonias —nacionales, locales, gremiales o familiares— el mexicano se abreal exterior. Todas ellas le dan ocasión de revelarse y dialogar con la divinidad, la patria,los amigos o los parientes. Durante esos días el silencioso mexicano silba, grita, canta,arroja petardos, descarga su pistola en el aire. Descarga su alma. Y su grito, como loscohetes que tanto nos gustan, sube hasta el cielo, estalla en una explosión verde, roja,azul y blanca y cae vertiginoso dejando una cauda de chispas

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (8 Kb)
Leer 5 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com