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Trabajo Final De Filosofía


Enviado por   •  10 de Agosto de 2013  •  1.966 Palabras (8 Páginas)  •  408 Visitas

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PRESENTACIÓN.

Para el abordaje de este trabajo me remití a la consideración de tres contenidos desarrollados en las clases de la cátedra. Al primero lo extraje de la bibliografía planteada por la asignatura (“Adolescencia, posmodernidad y escuela de Obiols – Segni) y dos los tomé de la Resolución 284 del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología.

Elegí estos temas tomando en cuenta que es necesario, en el primer caso, conocer y analizar los antecedentes socio – culturales e históricos que nos ponen de cara con los nuevos adolescentes, me refiero a ellos como nuevos por cuanto vivimos en una época a la que se da por llamar “posmodernidad” caracterizada por el desencanto que existe de los viejos relatos de la modernidad. Además en esta posmodernidad, de lo inmediato, fácil y descartable, la adolescencia ha cambiado, han desaparecido muchas de las prácticas y situaciones que vivimos nosotros en nuestra adolescencia. Para los dos contenidos siguientes hago un análisis de la Resolución Nº 284 a fin de ver cuáles son las pautas que plantea.

DESARROLLO

El primer tema específico que quiero abordar es el de los duelos en la adolescencia. En su libro, Obiols y Segni, se preguntan si existen actualmente esos duelos que planteó A. Aberastury en su libro “Adolescencia normal”: el duelo por la pérdida del cuerpo infantil, el duelo por la pérdida del rol de la infancia y el duelo por la pérdida de los padres de la infancia. A partir de un análisis de la adolescencia en estas épocas, ellos manifiestan “La posmodernidad ofrece una vida soft, emociones light, todo debe desplazarse suavemente, sin dolor, sin drama, sobrevolando la realidad. Es lícito entonces preguntarse si dentro de ese marco hay lugar para los duelos en la medida que estos suponen pérdidas dolorosas, implican una crisis seria, tristeza, esfuerzo psíquico para superarlos”

Asistimos a un cambio total en la imagen idealizada de hombre o mujer, ya no es más esa imagen de adulto joven, que era el ideal de la modernidad, con otras características muy diferentes a las de un adolescente, mujeres con un cuerpo rellenito, hombres que se veían fuertes, en donde se respetaba las canas del hombre mayor, etc. Hoy esa imagen idealizada se ha centrado en el adolescente, desgarbado, con un rostro cuasi infantil, pero lleno de vida, vitalidad y fundamentalmente mucho tiempo para vivir. Es esto lo que buscan las generaciones de la vida light, de la vida sin esfuerzo y si el adolescente ya lo tiene, por qué habría de sufrir por algo que todos quieren. Es por esto que es lícito plantearse si existe esos duelos planteados por A. Aberastury en los adolescente, porque si tiene algo que los demás desean entonces no hay pérdida, no hay sufrimiento, y el duelo implica todo lo contrario.

Y así es como se presentan los adolescentes de hoy, nuestros alumnos, con todos los matices de comportamiento, pero con prevalencia del desenfado, la falta de voluntad para realizar las tareas encomendadas, de “indisciplina” y por qué no decirlo con rasgos de violencia y adicciones. Es nuestra tarea formarlos, la escuela inclusiva así lo pide, no debemos dejar que abandonen sus estudios, debemos a veces resignar algunos principios que rigen nuestra labor docente y tratar de sobrellevar la situación, aún a sabiendas de poco o nada les interesa su futuro.

La legislación vigente nos pide ahora un nuevo esfuerzo, debemos agregar a nuestras estrategias para el general de la clase, estrategias nuevas, que ayuden a aquellos que no ponen mucho de sí para superarse. A esto es lo que responde la escuela inclusiva, a no dejar afuera a aquellos que se sentirían muy a gusto allá afuera. Pero debemos recordar que desde siempre se consideró a la docencia como un sacerdocio, donde debemos llevar adelante prácticas que nos exigen más esfuerzos todavía, más sacrificio. Pero allí están nuestros alumnos, esperando ver como hacen para que los aprobemos y salvar el año. Quiero pensar que cuando abandonen esta etapa de formación, cuando ellos sean “grandes” van a reconocer que quisimos ayudarlos a alcanzar un proyecto de vida. Y si no lo hacen, quedará en nosotros la satisfacción del esfuerzo realizado.

Existe en nosotros la tendencia a pensar que esta situación solo se da en el ámbito donde trabajamos, en los colegios donde damos clases, y más aún, que son solamente nuestros alumnos los que se portan de esa manera que nos molesta, por ser de otra generación, pero la verdad es que es una situación generalizada, es común ver como en otras sociedades los adolescentes se comportan de manera similar a los cercanos a nosotros, es una cuestión de época, espero así sea, todos los adolescentes, de cualquier sociedad están inmersos en esta época posmoderna, porque los que deberían comportarse como adultos quieren seguir siendo adolescentes, quieren vivir en un mundo que nos les exija responsabilidades, compromiso, ni nada que los haga sentir como “viejos”, siendo así ¿qué otra cosa podríamos esperar de quienes realmente son adolescentes?

Para llevar adelante nuestra tarea docente, inmersos en una institución que deberá adecuar su organización de manera tal de poder dar respuestas a estos nuevos desafíos, debemos adecuar nuestras prácticas docentes. Esto se plantea en el segundo contenido que abordaré.

Organización institucional de la enseñanza

Las iniciativas institucionales promoverán distintos modos de apropiación de los saberes que den lugar a: nuevas formas de enseñanza, de organización del trabajo de los profesores, del uso de los recursos y de los ambientes de aprendizaje.

Organizar la variedad y la diversidad plantea la necesidad de ofrecer a todos los estudiantes, en el curso de su recorrido por la escuela, propuestas de enseñanza que:

• Estén organizadas a partir de diferentes institucionalidades pedagógicas y didácticas.

• Impliquen distintas formas de organización por parte de los docentes.

• Transcurran en espacios que den lugar a un vínculo pedagógico más potente entre los estudiantes, con los docentes y con el saber, dentro de la propia escuela o fuera de ella.

• Permitan a los alumnos aprender a partir de múltiples prácticas de producción

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