¿Un mundo de qué? La curiosidad y la formulación de ideas

Probablemente, la primera pregunta científica que se hizo el ser humano fue ¿Un mundo de qué? La curiosidad y la formulación de ideas a partir de la observación han caracterizado a los seres humanos. Para poder explicar lo que ocurre a nuestro alrededor, siempre hemos buscado mejores formas de observar la realidad, entenderla y transformarla. Por ejemplo, en la antigüedad, en el Perú los incas organizaban su siembras y cosechas mediante la observación astronómica.

En la antigua Grecia, se creía, que la Tierra era el centro del universo, esto en base a la teoría de Aristóteles. Más adelante, en el año 1514, Nicolás Copérnico, rompió la concepción anterior difundiendo la teoría de que el Sol estaba fijo en el centro y que la Tierra y los planetas se movían en órbitas circulares alrededor del Sol, teoría que cambiaría con Kepler, pues sugeriría que los planetas no se movían en círculos sino en elipses. Entonces, nos damos cuenta, que estas teorías, las cuales tenían como fin descubrir el orden de la naturaleza, con el avance de la ciencia se fueron corrigiendo constantemente.

En la revolución científica, se sentaron las bases de la ciencia actual, la cual resaltó la importancia de la construcción del conocimiento basado en la observación, experimentación y especulación racional. Esto surgió por la innovación tecnológica, en gran parte impulsada por el desarrollo de las matemáticas y la expansión de la metodología experimental.

Es aquí, donde a los científicos, ya no les importaba tanto descubrir el orden de la naturaleza, sino propiciar el desarrollo económico y social. Esto fue el motor de cambio hacia la era moderna. En esa época la actividad científica actual se centraba en la innovación, la industrialización y el desarrollo económico y social, estableciendo una relación inseparable entre ciencia y tecnología.

Mario Bunge (2017), define la tecnología como la técnica que emplea conocimiento científico. Entonces, la tecnología hace uso del conocimiento científico, del saber probado, para llevar a cabo la solución de problemas de carácter práctico. Los desarrollos tecnológicos serán producto de la puesta en práctica de postulados científicos, lo que a su vez permite la comprobación práctica de los mismos y el desarrollo de otros nuevos. Produciendo así avances tanto en la ciencia básica como en la tecnología.

Actualmente la ciencia ha dado pie a nuevas tecnologías del mismo modo en que las herramientas tecnológicas han permitido mayores avances científicos. Hoy su relación es recíproca y estrecha como lo prueba la Tecnociencia.

La Tecnociencia posee características específicas, como alta financiación y presupuesto para equipos e inversiones, la integración de científicos, ingenieros y tecnólogos en equipos de trabajo multidisciplinares, la vinculación con empresas o agencias industriales y el surgimiento de políticas científicas. Todo lo anterior debido a que la Tecnociencia no tiene un único objetivo científico, ni tampoco solamente tecnológico. Aunque algunas de sus metas en efecto pueden ser la búsqueda de tecnologías eficientes para resolver algún problema concreto o el avance genuino del conocimiento, sobre estos objetivos se encuentran otros que orientan la financiación y realización de estos grandes proyectos.

Las tecnologías pueden ayudar a que nuestro mundo sea más justo, más pacífico y más equitativo, fomenta el desarrollo, la conectividad, la inclusión financiera y el acceso a diversos servicios.

Según (Naciones Unidas, 2021), entre 1820 y 2002, la contribución de la desigualdad entre países a la desigualdad mundial aumentó del 28% al 85%. Los resultados de una generación han afectado las oportunidades de la siguiente, lo que ha dado lugar a la transmisión intergeneracional de las desigualdades.

Las asombrosas desigualdades de hoy comenzaron a aparecer con la revolución industrial. El ritmo del cambio tecnológico se está acelerando debido a la digitalización y las tecnologías de vanguardia. Dentro de esta denominación, se incluye a las áreas de big data, Blockchain, Internet de las Cosas (IoT), la robótica, la 5G, la energía solar fotovoltaica, la impresión 3D, la edición genómica, los drones y la nanotecnología. Según un estudio recientemente publicado por las Naciones Unidas, Brasil es el país mejor preparado para estás tecnologías con 0,65, de un máximo de uno. Para las Naciones Unidas, de los 28 países latinoamericanos analizados, ninguno ostenta un nivel alto de preparación.

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