Verdad Y Mentira En Sentido Extra Moral
Enviado por camilo102030 • 24 de Marzo de 2014 • 5.534 Palabras (23 Páginas) • 355 Visitas
FRIEDRICH NIETZSCHE, SOBRE VERDAD Y MENTIRA EN SENTIDO EXTRAMORAL
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I.- [La función de la inteligencia humana.]
En algún rincón apartado del Universo rutilante, configurado en innúmeros sistemas solares,
hubo una vez un astro donde animales inteligentes inventaron el conocimiento. Fue aquél el minuto
más arrogante y mendaz de la "Historia Universal"; pero tan sólo un minuto, en fin. Al cabo de pocas
respiraciones más de la Naturaleza se petrificó el astro en cuestión, y perecieron los animales
inteligentes. -Pudiera uno inventar tal fábula, y sin embargo, no alcanzaría a ilustrar cabalmente lo
pobre, precario y efímero, lo útil y contingente, del intelecto humano dentro de la Naturaleza. Han
transcurrido eternidades sin que él existiera; cuando se haya extinguido, no habrá pasado nada. Pues
no hay para este intelecto ninguna misión ulterior que apunte a más allá de la vida humana. Es cosa
del hombre, y únicamente su dueño y progenitor lo considera con tal pathos que cualquiera diría que
giran en él los goznes del universo. Sin embargo, si nos fuese dable comunicarnos con la mosca, nos
enteraríamos de que también ella cruza el aire con tal pathos y se siente el centro volante del
Universo. Nada hay en la Naturaleza tan subalterno y vil que al más leve soplo de aquel poder de
conocimiento no se inflaría al instante cual una manguera; y así como cualquier estibador quiere ser
admirado, el hombre más orgulloso, el filósofo, hasta cree que desde todos lados los ojos del
universo están telescópicamente fijos en su acción y su pensamiento.
No deja de ser extraño este poder del intelecto, el cual sin embargo, no es más que un
recurso de los seres más desdichados, más delicados, más efímeros, que durante un minuto los
retiene en la existencia, de la que, sin este aditamento, tendrían todas las razones del mundo para
fugarse tan rápidamente como el hijo de Lessing. Esa soberbia ligada al conocimiento y sentimiento
envuelve los ojos y sentidos de los hombres en nieblas falaces y los engaña sobre el valor de la
existencia, por cuanto valora el conocimiento del modo más halagador. Su efecto más general es
engaño; mas aun los efectos más específicos tienen algo de este carácter .
II.- [El impulso hacia la verdad.]
El intelecto, como medio de asegurar la supervivencia del individuo, donde desarrolla sus
principales fuerzas es en el fingimiento; pues éste es el medio por el cual sobreviven los individuos
débiles, menos robustos, a los que está vedado luchar por su existencia con cuernos o recia
dentadura de fiera. En el hombre culmina el arte del fingimiento; en él el engaño, el halago, la
mentira y el fraude, la hipocresía, la simulación, el vivir con brillo ajeno, el enmascaramiento, el
convencionalismo falaz, el hacer la comedia ante sí mismo y los demás, en una palabra, el constante
revoloteo alrededor de la sola llama "Vanidad" es hasta tal punto regla y ley que, casi, no hay nada
tan inconcebible como el hecho de que entre los hombres haya podido desarrollarse un honesto y
puro impulso a la verdad. Están ellos sumergidos en ilusiones y fantasmagorías; su mirada no hace
más que deslizarse por sobre la superficie de las cosas, percibiendo "formas"; su sentir no conduce en
parte alguna a la verdad, sino que se contenta con recibir estímulos y entretenerse, como si
dijéramos, con un juguetón tanteo del lomo de las cosas. Además, durante toda su vida el hombre
de noche se deja engañar en sueños, sin que jamás su sentimiento moral haya tratado de impedirlo
cuando, según dicen, existen personas que a fuerza de voluntad han logrado dejar de roncar. ¡Qué
sabe el hombre, en definitiva, de sí mismo! Ni siquiera es capaz de visualizarse a sí mismo
cabalmente, tendido como está dentro de una campana de cristal iluminada! ¿No le soslaya la
Naturaleza el conocimiento de la mayor parte de las cosas, incluso por lo que a su propio cuerpo se
refiere, confinándolo, al margen de las circunvoluciones de sus intestinos, el rápido flujo de los
torrentes sanguíneos, las vibraciones de las intrincadas fibras, a una conciencia tan orgullosa como
falaz? Ha tirado la llave; y iay de la curiosidad fatal que pudiera atisbar por una rendija desde el
cuarto de la conciencia y adivinara que el hombre está asentado en lo implacable, lo ávido, lo
insaciable, lo asesino, en la indiferencia de su ignorancia, dijérase encaramado, soñando, en el
lomo de un tigre! ¿De dónde le viene, dado este estado de cosas, el impulso a la verdad?
FRIEDRICH NIETZSCHE, SOBRE VERDAD Y MENTIRA EN SENTIDO EXTRAMORAL
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III.- [La inteligencia humana en sociedad y el lenguaje.]
En la medida en que el individuo quiere hacerse valer frente a otros individuos, en el estado
natural de las cosas usa el intelecto, en general, solamente a los fines de fingimiento, mas puesto
que el hombre, por necesidad y por aburrimiento, quiere al mismo tiempo existir como ser sociable,
organizado en rebaño, tiene necesidad de entenderse con sus semejantes y trata de eliminar de su
mundo al menos el más grande bellum omnium contra omnes. Este entendimiento trae consigo algo
que se diría el primer paso hacia la adquisición de ese enigmático impulso a la verdad. Pues se
puntualiza, entonces, qué debe en adelante ser "verdad", es decir, se inventa una denominación de
las cosas válida y obligatoria para todos y la legislación del lenguaje dicta también las primeras leyes
en materia de verdad; pues se origina entonces, por primer vez, la oposición entre verdad y mentira.
El mentiroso usa las denominaciones convencionales, las palabras, para hacer pasar por real lo que
no es real; dice por ejemplo: "soy rico", cuando el término correcto para denominar su condición
sería, precisamente, "pobre". Abusa del rígido esquema convencional trastrocando, cuando no
invirtiendo, a su antojo las denominaciones. Cuando así lo hace en forma egoísta y por lo demás
perjudicial para el bien común, la sociedad ya no le cree y, así, lo expulsa de su comunidad.
Reaccionan así las gentes, no tanto para evitar ser engañadas, sino más bien para impedir que el
engaño perjudique sus intereses; también en esta fase lo que aborrecen no es, en rigor, el engaño en
sí, sino las consecuencias graves, adversas, de determinadas
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