Violencia En La Familia
Enviado por erincson • 5 de Septiembre de 2011 • 522 Palabras (3 Páginas) • 815 Visitas
A diario somos testigos de informaciones cruentas como secuestros, robos descomunales, homicidios perversos e inhumanos, trágicos suicidios y más hechos brutales y sangrientos. Pero lo más hiriente y hasta cierto punto injusto es observar que los involucrados en estos actos violentos sean hombres y mujeres muy jóvenes. Cuando esto sucede, emerge inmediatamente la pregunta sobre qué está sucediendo en las familias, qué motiva a los hijos a virar sus energías y capacidades por el camino incorrecto.
No pretendo juzgar a los padres o apoderados. Vaya que es difícil serlo. Pero lo cierto es que muchos de ellos olvidan que los hijos, matriz familiar, al presenciar a diario actos irascibles en el hogar, se supeditan a calificar a la violencia como una posible solución a un problema. Y es que la familia, corazón de la sociedad, forjadora de los individuos que constituyen lo existente, padece este mal enraizado por muchas décadas, transmitido inevitablemente de generación en generación.
La familia debería ser el recinto ineludible para formar al hombre y a la mujer. El buen paradigma de conducta y de actitud frente a los demás. El lugar en el que se disfruta y alcanza el afecto y se revela el sentido de la vida, en el cual ese niño o adolescente debe aprender a reconocerse querido, por el aprecio que le brinda el círculo familiar, desarrollando su inteligencia, voluntad y autoestima: porque nadie alcanza a ser uno mismo si antes, no es alguien en su casa.
Un hijo(a) no pide ser especial, o el mejor o el primero en el hogar, sólo necesita tener libertad para expresar sus ideas y sentimientos y no sólo recibir órdenes marciales y algunas veces, sermones atiborrados de improperios. Cada hijo requiere de la escucha atenta y personalizada de sus padres, de contar con el derecho a réplica, que le favorece a ejercitar la tolerancia y la disposición a reconocer errores. También es indispensable brindarles a los hijos el aliento y tutoría de un adulto para que cultiven la responsabilidad, el respeto, la generosidad y el afecto hacia sí mismos y hacia los demás; de no acostumbrarlos a sólo recibir dinero y la complacencia en todos sus pucheros o caprichos de moda, si no de enseñarles a conseguirlos con esfuerzo y perseverancia y otras veces, a aceptar la frustración de no obtenerlos. Este cometido sólo se alcanza con la práctica diaria.
Nada es perfecto. En casa serán inevitables las discusiones conyugales, entre hermanos, entre padres e hijos, etc.: es parte de la convivencia. Lo fundamental es no perder el horizonte hacia el mejoramiento personal, al llamado universal de lograr la excelencia humana, de realizarse plenamente. De nada valdría hijos exitosos en el ámbito estudiantil o laboral, si yacen socavados espiritualmente, si no saben amar ni darse al prójimo. Si no tienen valores superiores que les permitan alcanzar una verdadera paz interior. Si son esclavos de las pasiones, con una libertad
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