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Cultura Y Educación Tras La Conquista De Mesoamérica

AGS2312 de Octubre de 2013

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Introducción

En este trabajo hablaremos principalmente de la cultura y educación que trajeron los españoles por medio del proceso de la Colonización a México (o a lo que en ese momento era la Nueva España) y que todavía conservamos. Sin embargo también abarcaremos diversos subtemas que tienen una relación estrecha con los dos temas principales, y que por ese motivo es fundamental analizarlos.

Tradiciones

La celebración de la Navidad, las Posadas, Cuaresma, la celebración de Semana Santa, el día de los Reyes Magos, el día de la Candelaria y las peregrinaciones a las distintas Iglesias o Catedrales de mayor importancia son algunas de las tradiciones que fueron impuestas a la sociedad mesoamericana durante la época colonial y que adquirieron elementos propios de dichas culturas, haciéndose así celebraciones mestizas. Otras tradiciones que ya existían en Mesoamérica como el Día de Muertos fueron asociados con festividades católicas, en este caso el Día de los Fieles Difuntos, para facilitar el proceso de evangelización.

Costumbres

Ir a misa, dar diezmo y limosna se convirtió en una obligación para la población en general, y su incumplimiento era castigado severamente. La dote era una aportación de bienes materiales que la novia hacía para contribuir a sustentar la situación matrimonial; hubo maridos que justificaban su mala conducta porque ella no había dado dote. Otra costumbre, que aún hoy se practica, es que en el velorio de alguien, cada familiar puede hacer un rosario por separado para dar al difunto mayor paz en su camino.

Alimentación

En tiempos de la colonia y aún en la república el tema de la alimentación no se registraba en los documentos ni se acostumbraba reflexionar sobre la materia. Escribir sobre la comida se consideraba “mezquino”. Una vez implantado el mestizaje culinario en la colonia, dominó en los ingredientes y en las preparaciones la influencia española; el régimen alimenticio de los santafereños, en esta época, era más bien homogéneo y los diferentes niveles sociales comían alimentos semejantes, no faltaba, por ejemplo, la sopa de ajiaco preparada con carne de oveja o de res, papas, cebollas y ajos; así como, salchichas de cerdo, tocino y diversas grasas; la taza de chocolate seguida de un vaso de agua o la totuma de chicha era muy común. Esta situación perduró hasta mediados del siglo XIX, momento en que se inicia la apertura económica y con ella las importaciones de productos que enriquecieron las mesas de los habitantes acomodados, pero al mismo tiempo acrecentaron las diferencias sociales

Vestimenta

De los resultados de este encuentro de razas, de mentalidades y de situaciones contrapuestas, hablan los trajes de unos y de otros. A las corazas, armaduras y rodelas de los primeros, opusieron los aborígenes atuendos de plumas, collares de semillas polícromas y breves faldellines de hojas secas, de plumas o de fibras vegetales.

La religión

La Iglesia como institución tuvo una importancia capital en el mundo colonial, compartió directa o indirectamente con las autoridades civiles las responsabilidades de gobierno. La Iglesia estuvo vinculada al Papado y a la monarquía. Los reyes en su calidad de católicos amparaban y apoyaban a la Iglesia, a la vez que tenían algunos derechos sobre ella. Es lo que se ha denominado Derecho de Patronato.

Conforme a este sistema, los reyes proponían a Roma a los eclesiásticos que debían ocupar los altos cargos. Obispos, canónicos, etc. Sólo el Rey podía autorizar la construcción de iglesias, capillas, conventos. A su vez, proporcionaba los fondos para todos los gastos, cobrando por su cuenta el derecho del Diezmo.

Desde el comienzo de la Conquista, la misión evangelizadora quedó en manos de los religiosos. El predicador iba con los ejércitos y el indígena apenas podía distinguirlo del conquistador, que diciéndose también apóstol del cristianismo, quería con el velo de la fe cubrir sus ambiciones, avaricias y crueldad. Para el misionero no resultaba fácil predicar sobre la caridad y la mansedumbre en medio del humo de la pólvora y de las espadas.

Existen dos tipos de cleros, el regular: que en general son las órdenes religiosas integradas por frailes que portaban hábito y vivían en un mismo convento; y el secular: que se encarga principalmente de la de la administración espiritual de los fieles. El primer clero en llegar a américa fue el secular. Y existían muchas órdenes religiosas (agustinos, jesuitas, mercedarios, etcétera), pero la primera fueron los franciscanos, los cuales junto a los mercedarios, formaron escuelas en Concepción, Osorno, la Imperial y Valdivia.

En el proceso de evangelización los misioneros tuvieron que echar mano de su imaginación para profundizar en la transmisión de su mensaje; como ejemplo tenemos las representaciones teatrales realizadas casi siempre en los atrios de las iglesias y en las que se utilizaba el recurso dramático con fines doctrinarios. Ahí nacieron las tradicionales pastorelas como un producto cultural típicamente mexicano.

La situación del indígena provocó serios conflictos entre la Iglesia y las autoridades. El jesuita Luis de Valdivia tomó como una empresa personal la protección de los indígenas contra los abusos de soldados y encomenderos. Los primeros seis jesuitas del grupo de Luis de Valdivia dieron el ejemplo y su acción evangelizadora costó la vida de los primeros mártires.

La educación religiosa

Los sacerdotes eran las personas más cultas de la época; por eso, la enseñanza tuvo una sólida base religiosa. Ellos impartían la enseñanza, destinada a los niños de las familias adineradas. Existen dos tipos de cleros, el regular: que en general son las órdenes religiosas integradas por frailes que portaban hábito y vivían en un mismo convento; y el secular: que se encarga principalmente de la de la administración espiritual de los fieles. El primer clero en llegar a américa fue el secular. Y existían muchas órdenes religiosas (agustinos, jesuitas, mercedarios, etcétera), pero la primera en llegar fue la de los franciscanos, los cuales junto a los mercedarios, formaron escuelas en Concepción, Osorno, la Imperial y Valdivia.

Los jesuitas llegaron a Nueva España en 1572. Su orden religiosa tenía apenas treinta y dos años de fundada (1540), pero su tarea evangelizadora en el continente asiático destacaba mucho, lo cual se vio reflejado al desembarcar en las costas novohispanas. Con el mismo espíritu combativo que mostraron los fundadores de la orden (Ignacio de Loyola y Francisco Xavier, entre otros), los jesuitas se presentaron en la Ciudad de México dispuestos a ganar corazones y almas para su causa, que era también la de Dios.

So lo después de un año de su arribo, la Compañía fundó su primera casa de estudios: el Colegio de San Pedro y San Pablo. Al cumplir una década en territorio novohispano ya gozaba de la simpatía de la población. La demanda educativa les permitió crear dos colegios más, el de San Gregorio y San Miguel fundado en 1575 y el de San Bernardo de 1576. De los 30 alumnos que albergó el Colegio de San Pedro y San Pablo hacia 1578 ya eran 300 los jóvenes educados por los jesuitas contando los tres colegios de la Compañía.

Debido a su éxito, a sus planes de estudio y a la tarea religiosa que desempeñaban por todo el territorio, en 1588 los seminarios de San Gregorio y San Miguel se fusionaron con el de San Bernardo en uno solo, bajo la advocación de San Ildefonso. En 1612 el Colegio de San Pedro y San Pablo siguió el mismo camino. Tiempo atrás había dejado de ser administrado por los jesuitas y se encontraba en manos de un patronato de seglares que lo llevaron casi a la ruina obligando a los alumnos a buscar resguardo en San Ildefonso, con lo cual ambos colegios se unieron. Tuvieron que pasar 6 años para que el rey de España, por cédula firmada en 1618, reconociera la fusión y San Ildefonso se erigiera definitivamente como Colegio Real (concediéndole todas las preeminencias que al de San Martín de Lima). La solemne apertura se fue el 23 de enero de 1618.

Música

Las expresiones artísticas logradas en siglos por los pueblos precolombinos no fueron apreciadas por los conquistadores españoles, para quienes la música indígena sonaba infernal, impía, marcial, fúnebre, lúgubre. De ahí que las músicas y danzas indígenas fueron muchas veces prohibidas por las autoridades religiosas católicas, e incluso algunos instrumentos de uso ritual fueron destruidos.

Nuestras tierras fueron colonizadas por los españoles, también en su cultura, pues todo lo que se hacía era imitación de la Madre Patria. Los músicos europeos fundan las primeras escuelas. Los primeros misioneros fundaron los primeros coros y enseñaron a tocar instrumentos con finalidad religiosa. Algunos pueblos, hombres y mujeres viajaban considerables distancias para poder oír las interpretaciones en quichua, de algunos coros como los de San Joaquín. Hay que notar la novedad con que recibieron los indígenas las primeras interpretaciones de órgano en las iglesias, órganos que, aunque eran rudimentarios, fueron fabricados en nuestro país.

Nuestra música criolla iba avanzando y evolucionando, produciendo danzas, contradanzas, yumbos y otros géneros de composiciones que se alejaban poco a poco de la modalidad indígena. En el año 1555, los padres franciscanos fundaron en su propio convento el primer Colegio, llamándole “San Andrés”, en el que además de enseñar a leer, escribir, ciertas artes y habilidades mecánicas, se enseñaba también la música, para dar solemnidad a las funciones del culto divino.

Música religiosa: Después de la conquista, en las comarcas

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