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Defensa Y Enseñanza De La Historia Patria En Venezuela


Enviado por   •  24 de Noviembre de 2012  •  1.980 Palabras (8 Páginas)  •  643 Visitas

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¿Cuándo empezó nuestra Historia?

Para Hegel, América no tenía historia, pues consideraba que sólo la tenían aquellos pueblos que habían llegado a constituir un Estado. Morales Padrón, un investigador de la Escuela de Estudios Hispanoamericanos de Sevilla, advierte al referirse al pensamiento hegeliano, que cuando éste se enfrentó al problema de América no supo donde situarla, ya que todavía no formaban Estados. Hegel la colocó en la prehistoria.

Muchos de los historiadores venezolanos del siglo pasado cometieron el mismo error, frente al cual se levanta la clara verdad que todo pueblo tiene historia.

Dichos historiadores no negaban nuestro pasado por razones doctrinarias ni por nada parecido, más bien por un torcido nacionalismo.

Según el pensamiento hegeliano Venezuela carecía de historia antes de la conformación de la misma como Estado, por tanto todo el período precolombino y el colonial quedaban excluidos de la misma. Hasta se atrevieron a decir que el período previo al Estado era “antihistoria”.

Por más nacionalista que pueda ser un historiador, no puede negar la importancia del hecho de que los españoles encontraron en su arribo a América una gran diversidad de pueblos, algunos todavía primitivos; otros en una etapa de cultura avanzada con finas expresiones artísticas, y una concepción religiosa compleja. Nuestra composición social es originada por el encuentro de dichas culturas con la europea, a la que se agregaría posteriormente la africana traída en forma de mano de obra al continente. La base de nuestra cultura es la europea, pero está muy influenciada por las otras culturas que convergieron en América para la época.

La raíz española es más profunda en Venezuela que en algunas otras de regiones de América donde el conquistador halló naciones más abundantemente pobladas y una madura organización política. Nuestra república surgió como un fruto de la colonia misma, pues la razón y la inspiración del movimiento emancipador están dentro de ese inmenso y dilatado proceso que se operó en el imperio español.

El espíritu independiente, autónomo, enemigo de la sujeción, no era extraño en los pueblos que dieron origen a la nación venezolana. Bolívar no tenía nada de inglés, tampoco de francés. Era un legítimo descendiente español, no solo genealógicamente, sino, lo que es más importante, por su carácter. Un “español americano”, miembro de una de las familias de mayor alcurnia que exhibía con orgullo su origen peninsular. No existe ninguna diferencia entre el valor, la contumacia, la temeridad, la fe, y la pasión del Libertador, y el arrojo incontenible de aquellos capitanes de la Reconquista que sembraron de hazañas el sueño español. Bien habría podido hallarse Bolívar frente a Granada. Eran hombres de la misma madera heroica.

¿Acaso no eran igual de valientes y temerarios aquellos jóvenes combatientes que se enfrentaron, sin temblar a la muerte, en aquellos combates por los valles de Caracas?

Negar ese pasado es negar una historia rica en gloria y en contenido.

Son tantos los venezolanos y americanos, los nuestros, que con sus sublevaciones y alzamientos nos llenaron de orgullo por su arrojo y coraje.

No solo por el medio de las armas, también con sus libros y escritos nos enorgullecen al haber conquistado glorias que no ceden ante las mejores hazañas militares. Europa no puede tomar el crédito de los americanos, no puede tomar el crédito de aquellos ilustres hombres que con sus acciones pusieron nuestro continente y nuestro pueblo en alza.

Nuestro pasado como provincia española no cede ante el de Norteamérica como territorio inglés. Y no solo no cede sino que le lleva ventaja. Pues aunque no constituimos la más prospera de las posesiones españolas en este continente, no obstante, Caracas tenía mayor población y una más pulida cultura que las más renombradas ciudades al norte de América, más confortables viviendas, y un género de vida civil que no conocieron jamás las colonias del norte.

Si bien nuestros aborígenes no tenían el avance que demostraban a los mexicanos y peruanos, estas circunstancias no justifica el silencio o el desprecio para nuestros indígenas, porque no solo no cambiaríamos nada, sino que la rebeldía aborigen, jamás vencida, sus instituciones y sus hábitos sociales, jugaron un papel de gran importancia en la formación de nuestra nacionalidad.

A la vez carece de sentido histórico el camino inverso de exaltar lo indígena y aborrecer la raíz hispánica, tal como lo han intentado algunos autores mexicanos y bolivianos. Nuestra historia arranca del indígena que habitaba estas tierras mucho antes de que llegase el español, no sabemos cuánto tiempo atrás; continuó sin interrupción durante los tres siglos de Colonia y prosigue en la República. Esa diversidad de fuentes, esa variedad de períodos es precisamente lo que hace más rica y atractiva nuestra historia venezolana, que es parte de nuestra historia americana.

Las libertades públicas en las tradiciones hispanoamericanas.

Por un malentendido nacionalismo, la historia político de nuestros pueblos durante la vida colonial, ha sido no sólo descuidada, sino ignorada a conciencia. Hasta se ha llegado a decir que es antipatriótico hacer la historia colonial y reconocer, llegado el caso, los valores sociales y la riqueza espiritual que se encuentra en todos los pueblos que formaron el imperio español en el nuevo mundo.

Se explica a menudo nuestra historia con el trillado simbolismo del contraste entre luz y sombra. Hasta el 19 de abril de 1810 no había hombres cultos ni bibliotecas ni planteles de enseñanza dignos del mote de universidad. Acerca de la libertad no se tenía otro conocimiento que aquel, muy superficial y clandestino, que contadas personas pudieron obtener mediante la lectura de panfletos franceses. Todo cambia el 19 de abril y ese día nace una nueva era. De pronto salen a escena hombres con experiencia de gobierno, y con dotes militares, oradores brillantes, sabios juristas, y sobre todo un pueblo con noción de sus derechos ciudadanos, y un Cabildo enérgico firmemente poseído de su función política. Tenemos pues, el milagro del 19 de abril, como tenemos la milagrosa aparición de la Chiquinquirá en una rústica tablilla encontrada en un rancho.

Muy pocas

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