Diario De Navegacion
Enviado por calvo_1966 • 1 de Marzo de 2013 • 1.562 Palabras (7 Páginas) • 983 Visitas
DIARIO DE NAVEGACIÓN
El Diario de navegación redactado por Cristóbal Colón durante su pri¬mer viaje es el primer documento escrito en una lengua europea en el cual se registran hombres, cosas y paisajes del Nuevo Mundo; no se refiere el texto, al mundo nuevo que lue¬go se llamará Amé¬rica, sino a algunas regiones creídas entonces parte de la costa oriental del Asia, no lejos del Japón y la China.
Se sabe que Colón lo escribió apenas iniciada la travesía, al fin de cada jornada, datándolo de acuerdo con el paso de los días comprendi¬dos en¬tre el 3 de agosto de 1492, fecha de salida desde Puerto de Palos, en el sur oeste de España, y el 15 de marzo de 1493, día de regreso a ese mismo lugar.
El documento original de Cristóbal Colón se ha perdi¬do; el escrito fue parcial-mente recobrado gracias a una síntesis que fray Bar¬tolomé de Las Casas (V.) incluyó en su Historia de las Indias (V.); pero este libro de Las Casas, concluido a mediados del siglo XVI, no se pu¬blicó sino hasta 1875. Sin embargo, ese mismo resumen del original ha¬bía aparecido algo antes, en 1825, en el tomo I de la Colección de los viajes y descubri¬mientos que hicieron por mar los españoles, desde el fines del siglo XV, editada por Martín Fernández de Navarrete. De ma-nera que el célebre texto colombino permane¬ció ignorado por casi cua¬tro¬cien¬tos años.
El relato que conservamos es bastante sucinto en lo que se refiere a lo sucedido antes del día 12 de octubre; en esa primera parte da cuenta, sobre todo, de a-suntos relativos a la dirección náutica seguida por las carabelas y sus despla-zamientos; pero luego de aquel famoso día el tex¬to se enriquece con amplias descripciones de lo hallado. Sobresale en la primera parte, sin embargo, el hecho que Colón ocultara a sus acompa¬ñantes la canti¬dad verdadera de leguas navegadas en cada jornada, dis¬minuyendo siempre la cifra que hacía pública, para tratar de evitar así el miedo de la tripulación, que no tenía mayor con-fianza en hallar costas una vez iniciada la travesía del Atlántico. El día 9 de septiembre de 1492, resu¬me el copista con respecto a las leguas apuntadas por Co¬lón: “acordó contar menos de las que andaba, porque si el viaje fuese luengo no se espantase y desmayase la gente” (Colón, 20).
Con todo detalle se narran el hallazgo de la isla Guanahaní —hoy cono¬cida como cayo Samana—, primer punto de desembarco de los navegan¬tes, y los procedimientos legales de toma de posesión de la tierra. Lue¬go se relata el en-cuentro con sus habitantes, donde se presentan ya los ras¬gos de admiración por los naturales del lugar, lo que Las Casas co¬pia en la perspectiva original de Colón: “Ellos andan todos desnudos como su madre los parió, y también las mugeres, aunque no vide más de una farto moça, y todos los que yo vi eran todos mancebos, que ningu¬no vide de edad de más de xxx años, muy bien hechos, de muy fermosos cuerpos y muy buenas caras...” (Colón, 30). La desnudez en que vi¬ven es el rasgo que más destaca en las descripciones del hombre re¬cién encon-trado; y si su as¬pecto sorprende al europeo, pronto lo mara¬villa¬rán su genero-sidad e inocencia.
Después del 12 de octubre de 1492 la relación se detiene para descri¬bir la geo-grafía diversa y variada, presentada también en términos muy po¬sitivos; se comienzan a observar ciertos rasgos distintivos entre los hombres y mujeres que la habitan, sin por ello abandonarse la noción asiática. Pero de igual modo presente en el desarrollo del escrito se lee el persistente deseo de los navegantes por encontrar oro, por saber la ubicación de minas de oro o de plata, o cuando no, por recoger informa¬ción acerca de especias de valor.
Se menciona a menudo la potencial abundancia de aquel metal, pero la admi-ración por la belleza de la tierra, por la calidad del clima y de la gente comienza pronto a destacarse en el texto como otro de los rasgos dominantes del modo narrativo de Colón; tales alabanzas, si bien res¬ponden a la realidad, son tam-bién una forma de probar ante los reyes la importancia de lo hallado, de ofrecer testimonio del servicio rendido, y de cuya magnitud dependerá la retribución real. El autor sabe que la escritura funcionará como un instrumento de apropia-ción y de legaliza¬ción de lo actuado, tanto para él como para la Corona de Es-paña. Ade¬más, otro de los propósitos de un documento de esta naturaleza era deja¬r evidencia de las rutas seguidas y de los lugares visitados durante la navegación, y ahora ofrendados a los Reyes Católicos, a quienes se dedica igualmente el Diario....
Junto a los propósitos comerciales que se leen a lo largo de todo el texto se ad-vierte también cierta intención evangelizadora por parte de un autor que sabe que no puede apartar ese fin de las metas del viaje; de este modo, luego de los primeros contactos
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