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El Sistema Político Mexicano. Breve Lectura De Sus Transformaciones


Enviado por   •  17 de Octubre de 2011  •  2.325 Palabras (10 Páginas)  •  1.649 Visitas

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El sistema político mexicano.

Valdez Granados Roberto Carlos

México D.F., 18 de marzo de 2010.

El sistema político mexicano. Breve lectura de sus transformaciones.

El estado mexicano, por un amplio periodo que comprende desde el régimen de Plutarco Elías Calles hasta el final del periodo del presidente José López portillo, había desarrollado una serie de características e instituciones que llegaron a funcionar de manera coherente, e incluso activaron un contradictorio sistema político que llevó por un periodo de tiempo a México por un ilusorio periodo de crecimiento económico.

Dicho sistema político se engendró en las postrimeras de la revolución y su resaca en una política y sociedad en reconstrucción. Podemos afirmar que un pacto entre las fuerzas revolucionarias (los caudillos vencedores o supervivientes), las incipientes organizaciones sindicales, los industriales y las facciones regionales de poder se dio con la fundación del Partido Nacional Revolucionario (PNR) en el año de 1929. De esta forma se facultó como rector de la vida pública a un estado centralista y monolítico, junto a un partido de estado con diversas ingerencias funcionales dentro del sistema (un apéndice estatal), todo ello dentro de un proyecto unívoco y coherente de nación que se adaptaba a la realidad de una economía mundial que en sus resquicios de globalidad se permitía incorporar al nuevo México en su dinámica.

La finalidad del presente trabajo es poder dilucidar la forma como el régimen mexicano ha cambiado en estos años, con el entendido de que a partir de la llegada al poder de Miguel de la Madrid el régimen político mexicano a vivido una serie de transformaciones estructurales que determinaron la incorporación de las sociedad en una lógica neoliberal de libre mercado. Para este fin resulta fundamental el incorporar cuatro elementos indispensables para el análisis del régimen mexicano enunciados por Manuel Camacho Solís en su libro La clase obrera en la historia de México: el futuro inmediato: 1. Fuentes de legitimidad, 2. Estructura de poder, 3. Cultura política, y 4. Clase política.

1. Las fuentes de legitimidad.

Todo estado debe ser capaz de desarrollar una serie de aparatos ideológicos capaces de legitimar la naturaleza de su poder frente al grueso de la sociedad. La legitimidad recae en una serie de elementos compartidos que brindan cohesión a la práctica de la vida pública.

Primeramente enunciemos lo que Camacho Solís encontró como los pilares ideológicos del régimen mexicano. Ellos son el liberalismo político, la democracia y el nacionalismo.

Primeramente encontramos los mínimos elementos liberales estipulados por la constitución de 1917, ellas son las garantías individuales que solventan las básicas necesidades de libertad de los ciudadanos con respecto al estado. En segundo lugar la democracia entra como un elemento novedoso en la hechura de las constituciones al ser de naturaleza social, es decir una democracia que parte de las unidades colectivas de la vida pública. Primeramente en el artículo tercero encontramos una democracia como estructura jurídica y régimen jurídico; el artículo 123 constitucional define la naturaleza de un sistema social engendrado por el sistema político al cual deben de corresponder las instituciones democráticas. En el artículo 27 Manuel Camacho identifica el fundamento constitucional del nacionalismo que rigió al estado entre 1929 y 1982.

Estos tres elementos resultan antitéticos frente a la naturaleza autoritaria de las prácticas estatales. Pues en un estado con incipientes instituciones democráticas ajenas a las prácticas democráticas (la democracia era algo nominal, una etiqueta vacía) lo social se tradujo en una serie de instituciones clientelares-burocráticas que garantizaba el movimiento de una serie de piezas políticas que respondían a un poder central. El liberalismo (como lo apunta Lorenzo Meyer) era en sí una contradicción frente a la naturaleza autoria de las omnipresentes prácticas del estado.

Estas contradicciones se reconfiguraron a lo largo de la transición 1982-actualidad. El estado central y clientelar mexicano fue objeto de un desmantelamiento progresivo: las empresas paraestatales se fueron liquidando en un proceso privatizador que buscaba la apertura de las prácticas económicas y la inserción dentro de las nuevas dinámicas globales.

Primeramente las garantías individuales se volvieron parte de la línea discursiva que criticaba al viejo y anquilosado estado priísta. Las ideas neoliberales no encajaban con la constante intervención estatal en los ámbitos públicos y privados de la sociedad. Por tanto el liberalismo enarbolado anteriormente como fuente legitimadora del estado se transformó en motivo de crítica y ataque, pero todo esto sin resolverse hasta hoy la contradicción de un estado y sociedad con prácticas autoritarias convergiendo con los principios de la doctrina liberal, como se verá más adelante.

La desaparición de múltiples empresas paraestatales determinó la desaparición de gran cantidad de burócratas que fueron arrojados al mercado de las prácticas neoliberales. El debilitamiento de la clase burocrática y de los organismos sindicalizados, dejaba al sujeto político a la deriva tras vivir largos años al amparo de una serie de prácticas colectivas de la vida política, donde se actuaba o se movilizaba como colectivo político (sindicato, partido, cofradía, unión barrial, todo ello sin margen de voluntad) y no como actor individual.

Con las transformaciones de la apertura económica la clase empresarial llegó a adquirir preponderancia e independencia respecto al estado mexicano. Fue a través de esta independencia de los actores que los intereses de las élites se diversificó respecto a los oficiales, y a la voz del reclamo y la búsqueda por oportunidades que garanticen el acceso al poder es que se da un proceso de democratización de la vida política-electoral.

La democracia social deja de tener vigencia para el nuevo sistema político mexicano. Se apela por una efectiva democracia liberal con una serie de instituciones ciudadanas que garanticen la transparencia de las prácticas de un estado antidemocrático. Y es a partir de esta circunstancia que la nueva fuente legitimadora del actual régimen es la idea de una constante transición a las prácticas democráticas.

Finalmente el nacionalismo resultaba contradictorio ante la inercia de la globalización imperante desde los años ochentas, las nuevas prácticas económicas se veían entorpecidas por

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