En La Sangre Esta La Vida
Enviado por ddiamante • 3 de Julio de 2014 • 1.195 Palabras (5 Páginas) • 329 Visitas
EN LA SANGRE ESTÁ LA VIDA
La obra de Eduardo Galeano que tomaré de referencia para el presente ensayo, se titula “Las venas abiertas de América Latina”, título que sugiere pérdida de sangre, sangre que simboliza la vida.
La biblia, en Levítico 17, recoge la idea judía de que es la sangre la que le da vida al cuerpo; este concepto fue el que se extendió por el viejo mundo a la par de la expansión de la religión católica. Luego desembarcó en nuestro continente, con el descubrimiento del “Nuevo Mundo”. Y con ella desembarcó también un incipiente capitalismo.
La obra de Galeano, relata en diversos capítulos, cómo esta riqueza, marcó la ruina de estas tierras y de sus dueños originarios, merced a un sistema que poco a poco se instaló para vampirizar todo aquello que tuviera valor.
Los conquistadores llegaron, y a medida que iban descubriendo la abundancia de recursos, se apoderaban de ellos, bajo la modalidad de saqueo, a veces organizado, disfrazado de industria.
Abundaban los metales preciosos, la tierra era generosa…y esto sacudió la codicia española con toda su furia. Codicia a la que luego se sumaron portugueses, holandeses, franceses e ingleses, aunque éstos últimos con algunas variantes en sus “técnicas”.
“Como unos puercos hambrientos ansían el oro”…(Ob. Cit. Pág. 35)
Y corrió sangre. Y por esas venas abiertas se fueron numerosas vidas vernáculas.
El ser humano, nativo de esas ricas tierras, corrió la misma suerte que su terruño. También lo saquearon. En términos económicos, lo único que poseían en sí mismos, era su fuerza de trabajo (hoy llamado “Recursos humanos”) y pues, la política de saqueo colonialista se aplicó aquí también haciendo uso y abuso de ese, su único capital congénito.
En las minas de Potosí, actual Bolivia, en Villa Rica de Ouro Preto, actual Minas Geráis (Brasil), en las plantaciones de caña de azúcar, cacao, café, etc. de varias regiones entre Brasil y Cuba, dejaron sus vidas un número elevadísimo de seres humanos pertenecientes a los pueblos originarios (a quienes se sumaron otros “importados” desde África), que sucumbieron ante las condiciones inhumanas de trabajo y los diversos abusos a los que fueron sometidos.
Todo aquello que tuviera valor, se comercializaba. No importaba si eran objetos, personas o la vida misma.
La sangre estaba en venta, y a América le abrieron las venas. Y hubo productos y hubo clientes, y las leyes del mercado operaron…
Y el capitalismo se nutrió, creció y se estableció, impidiendo que América pudiera cerrar sus venas, sanar su herida. Tampoco sus moradores.
Varios siglos pasaron, y la situación que originó la decadencia de buena parte de este continente, sigue siendo la misma bajo formas distintas. El saqueo de recursos continúa bajo la modalidad de multinacionales o capitales extranjeros que se llevan todo lo que pueden. Y más también, en connivencia con los corruptos de turno.
Los ciudadanos promedio de todos los países latinoamericanos, pueden ser vistos como propiedad privada de capitales, que saquean sus fuerzas y sus vidas a cambio de una ilusión. Algo así como intercambiar “Oro por espejitos”…
Aristóteles decía que el fin último del hombre es la felicidad; entendida ésta última como el desarrollo del hombre, de sus potencialidades, en su máxima expresión posible.
Y si analizamos las posibilidades de desarrollo que tuvieron los pueblos primitivos de América Latina, luego que los colonizadores les quitaran su cultura, su religión, sus creencias, sus tradiciones, etc., reemplazándolas por otras en un proceso de aculturación, y mermaran su población al punto de exterminar casi por completo las mismas, ya sea en ocasión de saqueo salvaje o víctimas de trabajo forzoso, podemos decir que fueron casi nulas. Y éste parece haber sido el origen de nuestras posibilidades.
Hoy vivimos en una situación muy distinta
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