Ensayo Las Mentiras De Mis Maestrso
Enviado por ponchito • 20 de Octubre de 2011 • 8.614 Palabras (35 Páginas) • 838 Visitas
Cuauhtémoc y Hernán Cortés hasta los saldos de la Revolución Mexicana, este ensayo desmonta muchas de las "verdades" divulgadas por la historia oficial. Son páginas para adultos, escritas con un ánimo desmitificador y, claro que sí, de absoluta anticorrección política.
La visión de los vencidos
La historia oficial de México es una larga serie de derrotas gloriosas y un pesado directorio de héroes derrotados. Comenzando por Cuauhtémoc y su profético nombre, águila que cae, hasta Zapata, veneramos la caída, el fracaso y lo consagramos como símbolo de pureza. Cuauhtémoc, último emperador de un imperio detestado por todos sus vecinos y vasallos, es nuestro más puro héroe, no por sus hazañas ni sus construcciones ni sus conquistas, pues no tuvo tiempo para ellas, sino porque es el gran derrotado. Hidalgo es el padre de la patria por decreto, no por sus logros, pues su fallida rebelión fue aplastada en poco tiempo, como otras durante la Colonia; Morelos encabezó otro levantamiento de poca extensión en un territorio inmenso y su derrota fue absoluta; Guerrero quedó convertido en un simple fugitivo perdido en las montañas del sur, donde se pudo haber quedado hasta morir de muerte natural a avanzada edad, pues en nada afectaba la marcha del virreinato un rebelde oculto en las montañas, como no lo habría afectado tampoco otro perdido en los desiertos de Sonora. Madero no llegó a gobernar y seguimos esperando el sufragio efectivo. Zapata cayó acribillado y el reparto de tierras tuvo que esperar hasta Cárdenas y aún más, tiempo suficiente para que el incremento en la población hiciera imposible dar tierra a cada campesino, y el reparto dejara más inconformes que beneficiados.
Los pérfidos triunfadores
Los malditos triunfadores están en lo más profundo de nuestro infierno oficial. El malvado mayor, satanás del averno, es el triunfador absoluto, el hombre que hizo posible al México actual, país que sólo era viable sobre las ruinas de las naciones indígenas anteriores, ninguna de las cuales era México: sí, Hernán Cortés, sin cuyo triunfo no existiría el lector de esta publicación, ni sus autores... ni la publicación, ni la ciudad, ni el país. Es el padre de México porque sin su triunfo no existiría ni la población actual; pero optamos por definirnos como conquistados, vencidos, en negación absoluta del padre, español y conquistador, triunfador y por tanto malvado.
Otros bellacos
Cuando la rebelión del buen cura Hidalgo había desaparecido de la escena, un criollo cursi nos hizo independientes de España: Agustín de Iturbide, apenas segundo después de Cortés en el infierno de la historia oficial, por criollo -o sea hijo de otra madre que no es la nuestra- y por su cursi y breve imperio. Tener el mismo padre no da parentesco alguno para quien se define por la madre, como en las sociedades matrilineales, por tanto el criollo es extranjero aunque tenga el mismo padre que un mestizo. De ahí que sólo en México el término criollo sea despectivo. En el resto del continente americano, criollo significa simplemente nativo.
El proceso de identificación
La psicología social mexicana tiene un magnífico tema de investigación en nuestra identificación con los vencidos y no con los vencedores, siendo hijos de ambos. Decimos que "ellos", los españoles, llegaron y "nos" conquistaron. ¿Por qué nos llamamos conquistados si también somos conquistadores? ¿No tenemos ojos de todos los colores y pieles de todas las tonalidades? ¿No nos llamamos Carlos, Miguel, Antonio, María, Carmen? Nos apellidamos González, López, Payán, Cárdenas, Aguilar, Toledo, Segovia, Cortés. La idílica y tonta visión que tenemos del imperio azteca la pensamos en español y cuando insultamos a España la insultamos en español. Un pueblo urgido de psicoanálisis éste, donde, a pesar de tanto indigenismo, los indios no pueden ni levantarse en armas sin que un güerito se lleve los reflectores: fatalidad digna de estudio.
El mito azteca: Mito chilango
El mito azteca, en la enseñanza oficial, sostiene que México era un país azteca hasta que llegaron los españoles, estos hicieron de las suyas y por lo mismo 300 años después los aztecas, ya conocidos como mexicanos, los echaron al mar y México volvió a ser libre. Es un mito chilango, un mito del centro, una forma más de centralismo, hasta en la usurpación de toda la historia india como historia azteca. Algunos somos de regiones donde no hubo azteca alguno, sino esclavos de este pueblo, el menos original, el más recién llegado a Mesoamérica, el más sanguinario y el más odiado. Tenemos mestizaje otomí, chichimeca, yaqui.
Repoblación
A diferencia de otras ocupaciones militares, el territorio de América fue repoblado, no sólo en el aspecto humano, también las plantas y los animales, la fisonomía completa de la vida fue cambiada: vacas, burros, ojos claros, trigo, borregos, pelo rizado, cabras, fresnos, manzanos, caballos, pelo castaño y rubio, duraznos, sandías, melones, cebollas, ajos y un largo etcétera: éste es el ejército de ocupación que cambió a América y del que no podremos dar grito alguno de independencia, porque somos parte de esa ocupación.
LA CAÍDA DE TENOCHTITLÁN
Un relato al revés
Si este país hubiera sido conquistado por los 300 españoles de Cortés, con diez caballos hambreados y unos arcabuces viejos... vergüenza debería darnos andarlo diciendo. La "conquista" fue obra del odio indígena contra la bárbara ferocidad azteca. La caída y destrucción de Tenochtitlán, que celebramos (sic: celebramos) el 13 de agosto, es el resultado de un levantamiento popular multitudinario, el de todas las naciones entre Veracruz y esa ciudad, contra el imperio azteca y su feroz opresión. Con apenas cien años de existencia independiente en 1521, los aztecas habían llevado la humillación de sus pueblos súbditos a extremos de ferocidad que nunca alcanzaron los nazis. La versión escolar según la cual "México fue conquistado por una potencia extranjera" es infantil, ridícula y hace daño, en primer término, a quienes dice defender: los indígenas, pues si 300 españoles hubieran conquistad o una ciudad que entonces tenía medio millón de habitantes, en medio de un territorio con una población de 20 millones, realmente habrían sido dioses. Pero, 1) México no podía ser conquistado, porque no existía, 2) ni España era otra cosa que un pequeño país -unas 30 veces menor que sus futuras posesiones americanas-, recién liberado de casi mil años de dominación árabe, 3) ni fueron sólo españoles, sino indígenas los miles de guerreros que tomaron Tenochtitlán y la arrasaron con el odio y la furia de los humillados largamente por el régimen de terror azteca.
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