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Ensayo del "Martin Fierro" "El Matadero" "Facundo"


Enviado por   •  28 de Noviembre de 2017  •  Ensayo  •  11.509 Palabras (47 Páginas)  •  2.438 Visitas

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Ensayo Crítico

La voz, la identidad, la civilización y barbarie de un país colonizado y silenciado.

“Contar con palabras perdidas

las historias de todos.”        

                       Ricardo Piglia

  El presente trabajo tendrá como premisa el estudio de tres grandes obras que fueron engendradas por autores que impregnados de los incesantes cambios, crisis políticas, sociales y económicas que atravesaba la República Argentina  escribieron y dedicaron largas páginas para que los lectores, de alguna manera pudieran vislumbrar en los discursos, parte de la historia, parte de la constitución y construcción  de una nueva y gran Nación a través de los diferentes personajes que intervienen en cada una de estas obras literarias.

  Tanto el “Facundo” como “El Matadero” y el “Martín Fierro” son obras que están dentro del canon de la Literatura Argentina y son leídas, trabajadas, estudiadas y representadas en las escuelas secundarias de todo el país. Son las obras fundacionales que representan a la Nación Argentina, es por ello que es muy importante conocer y descubrir en cada una de sus páginas el sentimiento por la patria, por quienes fueron los verdaderos protagonistas en la gestación de una inmensa Nación, ésta, nuestra tan amada y muchas veces castigada Argentina.

  Mediante el análisis del discurso de estas obras y del que nos ocuparemos a lo largo de este escrito podremos dar cuenta si los mismos han sido un emblema nacional como lo consideran muchos críticos que han estudiado minuciosamente durante décadas el contenido de sus textos. O si por el contrario, sólo se trató de un proceso histórico de luchas, guerras y sangre derramada en pos del beneficio de unos cuantos.

  Para Piglia en El Matadero está el origen de la prosa de ficción en la Argentina. Un origen que podría decirse fue oscuro. Escrito en 1838 pero que recién vio la luz en 1874 cuando Juan María Gutiérrez lo rescató entre los papeles póstumos de Echeverría[1]. Se cree que Echeverría no pudo publicar esta obra aun cuando estaba vivo porque su relato se trataba de una ficción y la ficción no tenía lugar en la literatura argentina tal como la concebía Echeverría. El Matadero es el primer relato, el primer cuento realista, nos dice Cristina Iglesia y coincide con Piglia en que su aparición marca el momento en que la ficción en prosa surge con la única fuerza de su dramaticidad interior, entre el fárrago doctrinario de la generación del 37 y que su constitución en texto fundacional es, en realidad, una construcción de la crítica argentina del siglo XX.

  Por otra parte Jitrik[2] afirma que por el hecho de no haber sido conocido en 1840 no significa que El Matadero esté desconectado de su tiempo y de los ensayos narrativos que se estaban produciendo y que tiene en común con ellos por lo menos dos elementos: ser producto de una mentalidad romántica, y afirmar en consecuencia un sentido de la vida romántico; y, por otra parte, ser en general un relato de costumbres contemporáneas.

  La literatura del siglo XIX debía mostrar su dimensión de poder y de lucha en el campo amplio de los discursos sociales involucrados en el debate sobre el país que se estaba construyendo, sus modelos y proyectos. Es así que a partir de esto surge una nueva corriente de escritores comprometidos con la vida política del país y en cuya producción se generan imágenes que contribuyen a reforzar el programa de construcción de un imaginario nacional que brindará al lector y ciudadano un amplio panorama sobre lo que hasta estos momentos estaba, de cierta forma, vedado.

   A partir de la lectura de “El Matadero” de Esteban Echeverría se pueden observar las múltiples estrategias de comprensión que utilizó este escritor para expresar a través del discurso escrito los modos en que se desarrollaba la vida en esos tiempos que  vivía la sociedad argentina durante el gobierno de Rosas.

  Las estrategias que el autor de “El Matadero” utilizó para develar momentos tan crueles de la historia de la violencia argentina a través de la ficción fueron objeto de estudio de muchos críticos y escritores, quienes se dedicaron a desentrañar y explicar el verdadero sentido del texto. El Matadero trata de una pura ficción, y siendo justamente una ficción es que pudo hacer entrar el mundo de los “bárbaros” y darles un lugar y hacerlos hablar. En tal caso la ficción en Argentina, nace, según Piglia en el intento de representar el mundo del enemigo, del distinto, del otro, ya sea llamado “bárbaro” “gaucho” “indio” o  “inmigrante” y que esa representación supone o exige la ficción. Echeverría se interna en la historia para poder ficcionalizarla, desde la imaginación para narrar el mundo de la civilización, de los individuos que intervienen en esta magnífica producción literaria.

  En cuanto a los personajes, se pueden encontrar dos grupos: unitarios y federales. Los militares del Partido Federal, cuyo caudillo era Rosas, son representados como personas crueles, brutales, sanguinarias, estableciéndose así una analogía entre los federales y animales como buitres, lobos, tigres que sienten gusto por la sangre, son depredadores e infunden terror y dominan a su presa por medio de la violencia. En cambio a los unitarios, con los que se identifica el narrador son presentados como personas cultas y amantes de las luces, civilizados, de alguna manera, educadas. Por otro lado están las negras achureras y los muchachos que se entrenan en el manejo de los cuchillos, son descritos como seres vulgares, sin preparación, y fácilmente manipulables. Matasiete, el matarife del matadero tiene el poder de dictaminar la vida o la muerte, este personaje representa la figura del gaucho matrero, de bajo nivel social, personaje del cual se sirvió el gobierno federalista para mantenerse en el poder por tanto tiempo. Por último el joven unitario que acaba muriendo a mano de los federales, personifica y representa a la civilización, a la intelectualidad, a la poca gente ilustrada que aún se puede vislumbrar en Argentina.

  El Matadero narra la confrontación de ideas e ideales de una manera paranoica y hasta alucinante a los ojos del lector. El lenguaje está marcado por la violencia en el cuento de Echeverría que en todo momento acompaña y representa los acontecimientos… “- Che, negra bruja, salí de aquí antes de que te pegue un tajo – exclamaba el carnicero” (El Matadero pág. 22) Es probable que el narrador en voces de los personajes reflejó la terrible saña de la época, la marginalidad y el racismo reinante, sobre todo en el lugar, en el mismo matadero nos encontramos con una lengua “baja” y popular, llena de matices de la propia oralidad. En cambio en el unitario el castellano parece una lengua extranjera que está como lista para ser traducida, una lengua “alta”, ayornada, exquisita, casi ilegible.

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