Expresión Latinoamericana

EXPRESIÓN LATINOAMERICANA

En el presente trabajo se analizarán los cuentos “Nos han dado la tierra”, “El trueno entre las hojas” y “El Barranco”. A partir de esta base, se establecerá una relación de los mismos con diferentes temáticas desarrolladas en el área, dentro del contexto latinoamericano.

Los cuentos a analizar son obras de Juan Rulfo, Augusto Roa Bastos y José María Argüedas. Estos autores latinoamericanos han desenvuelto su creatividad y dado nacimiento a dichos relatos entre los períodos que abarcan entre 1938 a 1953. Cada uno de ellos a través de los mismos, ha mostrado elementos autóctonos e históricos de cada área, ya sea de México, Paraguay y Perú respectivamente. Asimismo, pese a que se trata de diferentes regiones de Latinoamérica, poseen un enlace y una correspondencia ya que dan cuenta de realidades socio- económicas. Esto lo podemos encontrar en el cuento “Nos han dado la tierra” donde Rulfo vuelca parte de la historia de México, de la reforma agraria y de la repartición de las tierras. También podemos hallar dicho aspecto en “El trueno entre las hojas” debido a que Roa Bastos da rienda suelta a la opresión que se ejerce sobre los trabajadores, a la formación sindical y a la lucha de los obreros por hacer valer sus derechos. Diferente es el enfoque hallado en “El Barranco”. Allí Argüedas vuelca elementos de la vida campesina peruana que pueden ser hallados en las formas más primitivas de civilización tanto en ese país como en el resto de Latinoamérica.

Adentrándonos en “Nos han dado la tierra” damos cuenta de que el espacio en que se desenvuelve la acción es un llano que no tiene una ubicación geográfica precisa. Este lugar que se presenta como desértico, tiene precarios elementos de la naturaleza como huizaches trespeleques, zacates y lagartijas Fuera de esto, yace una absoluta ausencia de flora y fauna.

La atmósfera que envuelve el sitio es abrumadora dado el intolerable calor presente en el ambiente. Por lo tanto, para los personajes Melitón, Faustino, Esteban y el narrador que se dirigen hacia tierras que les ha asignado el delegado del gobierno, se les dificulta sostener el paso frente a tales condiciones avasallantes, más aún ,teniendo en cuenta, la falta de agua y caballos con los que hubiese sido más fácil recorrer el largo camino.

Los personajes del cuento son trabajadores rurales que se adentran a tal aventura para cumplir con su labor que consiste en la siembra de semillas en un lugar que se encuentra más allá del pueblo. De este último, en el recorrido, sólo se tiene indicio a través de los sonidos emergentes de perros de la zona.

Si bien el trayecto hacia el sitio indicado es tan intolerable y tortuoso que hasta las palabras pesan, se desarrolla en sólo una jornada ya que los individuos hacen mención de que comenzaron caminando desde el amanecer y guiándose por el sol, dicen que son las cuatro de la tarde. Por ende, el tiempo del relato es lineal.

Con respecto la obra de Roa Bastos, “El trueno entre las hojas” podemos decir que el espacio en que se desarrolla la acción es un pueblo ubicado a orillas de un río, en Perú. Allí se desenvuelve la vida pacífica de campesinos que se autoabastecen de la precaria producción obtenida de actividades tales como la siembra, la caza y la pesca. Cuando la fábrica, el denominado quiste rojo, llega al pueblo ésta tiene asentamiento en Tebikuary del Guairá. Desde el momento que dicho establecimiento se instala con el fin de explotar los cultivos de caña de azúcar, comienzan los problemas y se altera el orden natural de las cosas.

El tiempo en el cuento es cíclico ya que comienza con un sonido huidizo y triste que los habitantes del lugar escuchan. Éste corresponde al acordeón que Solano emitía una vez muerto. Luego de esta introducción al cuento, se desarrollan una serie acciones y acontecimientos que se efectúan desde el momento en que se introduce la fábrica al pueblo, para concluir con el sonido del acordeón de Solano una vez acaecido, o sea que, la narrativa vuelve al principio.

Solano Rojas, personaje sobre el cual gira el cuento, era un luchador que odiaba la injusticia. Durante su estadía como trabajador en la fábrica se desempeñó como el principal huelguista que aconsejaba al resto de los obreros. Tuvo una participación muy importante en el levantamiento obrero para alzarse contra los patrones. Luego de ser apresado y perder la visión se dedicó a ser paseador. En este nuevo período más calmo de su vida pudo encontrar refugio en el acordeón, instrumento que le permitía expresar sus sentimientos de alegría, dolor, tristeza y desolación. Por las noches, éstos últimos, se entremezclaban con la oscuridad y el brillo emergente de la luna para abrir las puertas al recuerdo de Yasi-Mörötï, mujer de la cual se había enamorado y por la que suspiraba en soledad. Desempeñando el oficio de paseador, desde su balsa se dedicó a inculcar su filosofía de vida a los pasajeros, dejando en ellos la enseñanza de que la unión entre hermanos hace al poder.

Otras personalidades del relato que trajeron consigo la desgracia desde San Juan de Borja son Simón Bonaví, Eulogio Penayo y Harry Way. Estos tres capataces ejercían un abuso económico, físico y psíquico sobre los trabajadores. El primero de ellos, quien instaló el ingenio en el pueblo, era un hombre rubio, petizo que portaba ropa oscura y un ridículo sombrero pero lo que lo hacía peligroso era su codicia, su afán de adquirir fortuna a toda costa lo conduciría a derribar obstáculos sin piedad alguna. Su primer intento de aprovechamiento fue el de contentar a los trabajadores con vales ya que los mismos no traían consigo la cultura de la civilización y por ende, resultaba fácil engañarlos a cambio de su despreciada fuerza de trabajo.

Eulogio Penayo, fiel seguidor de Bonaví, era el comisario del pueblo. En la comisaria no sólo observaba los movimientos de la fábrica sino que también abusaba de toda mujer que le agradaba, así es como, la madre de Solano, tuvo que apaciguar sus deseos carnales con tal de conservar intacta la vida de su hijo. A pesar de que “la Vaca Brava”, mujer de un ayudante de Penayo, llegase al pueblo los instintos pasionales no se calmaron sino que aumentaron de forma atroz.

Simón Bonaví, ante las revueltas de los obreros, vendió la fábrica a Harry Way. Éste hombre grande y macizo que portaba unas rojas botas llamativas era seguido por tres discípulos agresivos que mostraban sus armas como símbolo de poder. Los mismos acompañados de muchos compatriotas, se instalaron en la vieja comisaría, aquella casa

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