HISTORIA DE LA AVIACIÓN MILITAR EN CHILE - 1921 A 1940
Enviado por SergioHermann • 3 de Octubre de 2012 • 23.965 Palabras (96 Páginas) • 869 Visitas
RESEÑA HISTÓRICA DE 1921 a 1940
DE NUESTRA FUERZA AÉREA CHILENA
PRIMER CORREO AÉREO TRASANDINO
Aunque lideradas por el Servicio de Aviación del Ejército, las actividades de la aeronáutica nacional, eran un desafío nacional; así, había demostraciones en Punta Arenas, la Aviación Naval iniciaba decididamente sus operaciones desde Las Torpederas y fuera de los cuarteles, don Clodomiro Figueroa, precursor y quizás el más empeñoso de los aviadores civiles, preparaba su Morane Saulnier con motor Le Rhône de 110 hp, para reintentar su vuelo trasandino, abortado en 1913 (su Bleriot carecía de un motor con la potencia necesaria).
Sólo a mediados de 1921, Figueroa recibe su nuevo avión, encargado en 1913 a los franceses, pero que a causa de la guerra, fue dilatada su entrega; en el interín, Dagoberto Godoy en 1918 y Armando Cortínez en 1919, habían realizado la misma travesía que él planease por primera vez.
Don «Cloro» - como es recordado cariñosamente en el mundo aeronáutico nacional - era oriundo de Quillota, por lo que mantenía un especial afecto con la región de Valparaíso. Ello quedó plasmado, primero en el Bleriot de 1913, donado por la comunidad porteña, para realizar el cruce de Los Andes y luego en una de sus primeras marcas, al cubrir el tramo Batuco-Valparaíso-Batuco, reivindicando el Honor chileno, al superar la misma efectuada por los aviadores italianos Rapinni.
Así, al recibir su Morane Saulnier, lo preparó para reintentar el cruce, bautizándolo «VALPARAISO-CHILE».
Con 35 años, el 20 de Agosto de 1921 despega desde El Bosque «... a las 06:20 horas, conduciendo una valija con 60 cartas que debía dejar en Mendoza para luego regresar a Valparaíso, sin aterrizar y ofrecer a los donantes del avión el homenaje de su gratitud con esa magnífica hazaña» (1).
Una hora y 45 minutos después sobrevolaba la ciudad argentina de Mendoza, dejando caer el saco con la correspondencia y efectuando varios looping, para iniciar el retorno a Chile. Mientras volaba en las cercanías de Luján de Cuyo, advirtió una falla en el motor, por lo que decide aterrizar de emergencia en la estación Pedriel, a 22 kilómetros de Mendoza. Una vez en tierra, comprueba la destrucción de uno de los cilindros del motor, debido a un recalentamiento producto del uso excesivo del régimen pleno.
Habida cuenta de que no podría regresar en su avión a Chile, debido a la gravedad de la falla y la falta de medios para subsanarla en Argentina, decide volver vía ferrocarril a Chile, siendo recibido el día 30, con gran fervor por los santiaguinos en la estación Mapocho. Consigo traía el reconocimiento de los argentinos y una bandera timbrada por el Cónsul chileno en Mendoza, en testimonio de su hazaña.
Esa misma bandera, en la cual se envolvió para cruzar la Cordillera, también confirmaba el primer cruce de un aviador civil sobre las cumbres andinas.
RAID AERONAVAL
Mientras en Santiago se celebraba a Figueroa, en Las Torpederas, Valparaíso; se daba inicio al primer raid de hidroaviones navales, los Short 184 (2). Este debía cubrir la ruta Las Torpederas-Coquimbo, para comprobar el estado operativo de la agrupación de aeronaves, así como efectuar maniobras con la escuadra, al mando del ya conocido Almirante Luis Gómez Carreño.
Este histórico Agosto de 1921, también da cuenta del viaje a Europa de dos grandes de la época, Armando Cortínez y Sócrates Aguirre, quienes debían ser operados para recuperarlos físicamente, luego de sendos accidentes aéreos en servicio. El evento es descrito como un «acto humanitario», dejando constancia la expresión de la falta de especialistas médicos en Chile y la nula conciencia de asumir como responsabilidad propia del Servicio Aéreo, las consecuencias de la misión específica que desempeñaban los aviadores militares, o sea VOLAR.
Arturo Alessandri había considerado seriamente el tema, a raíz del trágico accidente del Guardiamarina Zañartu.
Siguiendo el tema de la asistencia médica de emergencia, la comunidad italiana donaría en Octubre de 1921, la ambulancia «Leonardo Da Vinci» al Servicio de Aviación. Su directiva, encabezada por Antonio Passalacqua. Se trataba de una flamante vehículo de marca FIAT, la cual reemplazaría a la pequeña y «vieja» FORD.
Un siguiente evento de gran relevancia, también fruto de la generosidad de los italianos avecindados en Valparaíso, sería la donación de un entonces, moderno avión S.V.A.
Lamentablemente en ambos casos, los presentes fueron de efímera vida en la aviación chilena, ya que la ambulancia nunca pudo superar sus constantes desperfectos mecánicos y el avión, terminó en un rincón de la Maestranza Central de Aviación, después de una bochornosa y accidentada presentación de entrega.
El Autor sugiere revisar la sentida y comprometida monografía de Iván Siminic Ossio, sobre el S.V.A-5.
Una «mejor organización» con aroma a disolución
El 25 de Octubre de 1921 se dicta el decreto Nº 3101, suprimiendo la Inspección General de Aviación, cargo que ostentaba aún el General Luis Contreras Sotomayor.
En términos prácticos, separaban el Servicio de Aviación, dando origen a la Aviación Naval, dependiente de la Dirección General de la Armada, en tanto que la dotación aérea del Ejército era sometida a la jurisdicción de la Inspección de Ingenieros. La Escuela de Aeronáutica Militar debía hacerse cargo de la Maestranza, fábricas y depósitos del Servicio Aéreo, continuando su misión esencial de formar Pilotos. Al respecto, indicaba explícitamente que seguiría recibiendo alumnos de la Aviación Naval y su maestranza manteniendo y reparando las aeronaves navales.
La Escuela dependería de una Inspección de Ingenieros y Aviación en lo propio de su misión y sus servicios administrativos serían responsabilidad de la Intendencia de Establecimientos Militares.
Era el resultado de la «campaña» iniciada en 1920, contra la consolidación de un arma aérea autónoma.
«Sospechosos» de estas intrigas y conspiraciones en contra de la novel arma, habían muchos, la mayoría de ellos de los sectores más conservadores de la Armada y el Ejército, a los cuales se sumaban los siempre «útiles» políticos, que veían en esa «causa» alguna alternativa de sacar provecho.
Mas fue precisamente desde ese sector, el político, desde donde se alzaron las voces y esgrimieron los mejores argumentos en contra de esta «mejor organización» (3). Un ya conocido Ladislao Errázuriz, ex Ministro de Guerra y en 1921 Senador, presentó la mejor y más convincente razón de lo desafortunada de la idea de crear y aplicar el Decreto Nº 3101.
El 27 de Octubre
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