Identidad Dominicana

Identidad Dominicana. Por Moisés García

Si partimos del criterio propio de cada individuo a la hora de conceptualizar la palabra identidad, o más bien puntualizar el criterio “identidad”, llenaríamos infinidades de páginas con diferentes puntos de vista, cayendo en una amplia disgregación de definiciones, puesto que cada persona puede tener un criterio de identidad distinto a los demás. Y el principal sentido que lleva esta palabra no es más que el de diferenciarnos de otros individuos con los cuales nos relacionamos. La Directora del departamento de investigación y divulgación del AGN, Prof. Reina C. Rosario Fernández, define el concepto identidad como un fenómeno humano, el cual consiste en la diferenciación que el individuo es capaz de establecer entre él y otros individuos con quienes se relaciona socialmente, hasta llegar a adquirir una conciencia de sí mismo y de los demás. Pero este concepto que pasa a ser el núcleo de nuestra personalidad, inicia su formación a partir de ciertas condiciones de las personas, como es, la capacidad de percepción, la cual está completamente atada a los sentidos; todo esto unido a ciertas experiencias y acontecimientos vividos que funcionan como producto determinante de nuestra identidad.

Esta ultima definición parte de lo biológico. Pero si no vamos a lo social, al establecimiento de una identidad a nivel de un grupo o conglomerado de personas de una misma nación e incluso un continente, es necesario también establecer los límites de la misma, pero esto depende de cómo y con que nos identifiquemos. La identidad tiene que estar basada en un acto de identificación personal, ya sea como algo o con algo. Y aunque muchas veces diferentes identidades pueden tener características comunes, siempre tendrán un rasgo específico que las diferencie de las demás. Estas características pueden ser: raciales, nacionalistas, regionales, de género, etarias, jerárquicas, religiosas, económicas, de idioma, entre otras. En pocas palabras, identidad es, identificarse como algo o con algo y a la vez diferenciarlo de lo demás.

En el caso de la identidad dominicana, la cual ha sido arraigada gracias al bombardeo constante de múltiples culturas, más bien, nuestra identidad, es fruto de la diferenciación de distintas culturas, complementada por aspectos extraídos de diferentes culturas, los cuales han sido asumidos y hasta modificados para formar parte de nuestra identidad. Esto confirma, claramente que la identidad está extremadamente ligada a la cultura, por así decirlo. Al hablar de identidad dominicana se debe tomar en cuenta su punto de origen, qué situación provocó esa necesidad de diferenciarnos en un principio de los españoles, de los africanos, de los indígenas, luego de los haitianos y más tarde de los norteamericanos. Según la Prof. Reina C. Rosario Fernández en su texto “Identidad cultural dominicana”, esa situación fue más bien un sentimiento que nació a partir del momento en que los(as) hijos(as) de los españoles, al igual que los descendientes de los africanos comenzaron a considerarse distintos a sus padres, al lugar de origen y forma de sentir de ellos. Este proceso tuvo lugar en diferentes épocas históricas y por varios motivos.

Históricamente, podemos puntualizar como acontecimientos que marcaron el surgimiento de la identidad dominicana: las Devastaciones de Osorio en 1605, el cimarronaje desde mediados del 1500, la abolición de la esclavitud de plantación, la democracia racial de mediados del 1700, más a delante, la proclamación de la Independencia Nacional de 1844, la Guerra de Restauración de 1863 (Prof. Reina C. Rosario Fernández en “Identidad cultural dominicana”) y la Revolución de Abril de 1965. Estos tres últimos acontecimientos son un claro ejemplo del resultado de un sentimiento de diferenciación y luego de identificación que fortalecieron la identidad dominicana. El más último representa como diferentes grupos de individuos, a partir de sus ideologías y sentimientos políticos, se identificaron con dos grandes grupos socio-políticos: los Constitucionalistas y el gobierno de Reconstrucción radicado en la base aérea de San Isidro (Paulino R., Alejandro (2007). GUERRA DE ABRIL DE 1965: LA POESÍA ENSANGRENTADA). Ahora bien, esta diferenciación no es del todo buena, puesto que, en el caso de la Guerra de la Restauración provocó que el sentimiento de repudio por la influencia cultural haitiana nos llevara a la negación de la herencia africana y luego, mucho más adelante, a la imitación de otras culturas las cuales estén más ajenas a lo que es Haití y así mantener la división imaginaria de estas dos sociedades. Sobrevalorando lo hispano: Dios, Patria, Libertad, cultura hispánica y católica (Rosario Fernández, Reina C. en “Memorias de Quisqueya”). Todo esto en un país con 85% de negros y mulatos, pero aun así rasgos africanos forman parte de la identidad dominicana, como en la comida, el baile, la música, la espiritualidad, etc. Esta variación en la aceptación de los aspectos de nuestra identidad provoca un denominado conflicto de identidad, según la Prof. Reina C. Rosario Fernández en su texto “Identidad

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