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La Invencion De America


Enviado por   •  14 de Noviembre de 2011  •  2.367 Palabras (10 Páginas)  •  863 Visitas

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La hipótesis que articula este libro de O’Gorman y cuya fundamentación nos proponemos exponer está presentada en el título, y consiste en la consideración de que América no fue descubierta o de-velada por Colón, sino producto de un proceso de creación, en el que no hubo una revelación del “ser” de las tierras existentes, sino una construcción a partir de conceptos previos, deseos, necesidades e intereses.

Para fundamentar esta hipótesis sobre la creación de América, el autor dividió el libro en cuatro partes. La primera de ellas, “Historia y crítica de la idea del descubrimiento de América”, es la que presenta la hipótesis, la perspectiva y metodología del libro. Para ello, en principio se realiza una revisión crítica de la Historia tradicional mediante fuentes historiográficas a partir de las cuales se explican el surgimiento y el desarrollo de la idea de que América fue descubierta, a fin de refutarla. Se estudian en este capítulo, entonces, las tres etapas del proceso de la historia de la idea del descubrimiento de América. En la primera, que adolece de un fundamento empírico y documental insuficiente, se interpretó que “Colón mostró que las tierras que halló en 1492 eran un continente desconocido, porque con esa intención realizó el viaje” , cuando Colón, como sujeto del acto, en verdad no tuvo consciencia de no haber llegado a Asia, ni otra intención aparte de la de alcanzar el extremo oriental del orbis terrarum. En la segunda etapa, que parte de una actualmente caduca concepción idealista de la historia y en la que, aunque de otro modo, también se ocultaron las intenciones y convicciones de Colón respecto de su empresa, la intención subyacente que da sentido al presunto descubrimiento de 1492 radica en el acto mismo, puesto que se interpretó que Colón lo ejecutó cumpliendo con “la intención de la Historia de que el hombre conociera la existencia de dicho continente” (p.44). En la tercera etapa, finalmente, también se considera que Colón descubrió América, aunque por casualidad y sin intenciones ni consciencia que mediaran, por lo que O’Gorman induce que la intención del descubrimiento recae, finalmente, en el mismo objeto, las tierras que habrían revelado “su secreto y escondido ser cuando Colón topó con ellas” (p.46), hipótesis que el autor considera absurda dado que “no sólo cancela como inoperantes los propósitos personales de Colón, sino que lo convierte en el dócil y ciego instrumento […] de unas supuestas intenciones inmanentes a una cosa meramente física”. (p.46)

O’Gorman señala, tras presentar estas tres etapas, que el error en ellas proviene del supuesto esencialista de que las cosas son algo per se más allá de la mirada del hombre, y por ende, de creer que América era América a priori, antes de que ese ser le fuera concedido. Entonces, el autor plantea el objetivo y el procedimiento de su estudio: intentar un proceso diametralmente inverso al tradicional para aclarar cómo surgió la idea de América en la conciencia de la Cultura de Occidente.

La segunda parte del libro, “El horizonte cultural”, presenta las ideas, conocimientos y concepciones de la realidad que sirvieron de fondo al mencionado proceso de invención de América. O’Gorman reconstruye la noción de la época del universo como algo finito, perfecto y ordenado creado ex nihilo por Dios; las discusiones en la antigüedad grecolatina y entre los cristianos respecto de la extensión y forma del orbis terrarum o Isla de la Tierra (porción del globo habitada por el hombre), y respecto de la distribución de la tierra en el globo terráqueo (o la posible existencia de orbis alterius, tierras antípodas); y las concepciones de orbis terrarum, mundo y océano a lo largo de la historia. De acuerdo al autor, estas ideas fueron determinantes en el proceso de invención: la oposición a la creencia de que pudieran existir orbis alterius habitados por hombres (debido a que contradecía la idea de que el género humano provenía de una única pareja y a que esos antípodas no podrían haber tenido conocimiento del Evangelio, lo que se oponía al texto sagrado que enseñaba que las palabras divinas habían llegado hasta los confines de toda la tierra), las ideas que se tenían sobre la configuración de los litorales asiáticos de acuerdo a lo relatado por Marco Polo (y las dudas respecto a si había una o dos penínsulas en el continente) y la visión jerárquica de la “estructura histórica del mundo” (que el autor desarrolla más extensamente en la cuarta parte) determinaron las visiones de los hombres que se enfrentaron a los nuevos territorios y las de aquellos que recibieron las noticias en Europa y especularon al respecto: fue en base a estos datos, y a las intenciones y deseos, que se configuró el ser cambiante de esas tierras hasta que se las definió como un nuevo continente y se les dio el nombre de América. O’Gorman demuestra esto en la tercera parte de su libro, donde presenta la hipótesis principal que nos propusimos examinar.

En “El proceso de la invención de América” se expone, como su nombre lo indica, la manera en los territorios a los que arribó Colón pasaron a ser América, geográficamente independiente del orbis alterius pero parte del mundo. Para esto el autor de La invención de América estudia cómo significan el acontecimiento ocurrido en 1492 diferentes individuos o instituciones, comenzando por Colón, que al arribar a las nuevas tierras con la firme intención de llegar a Asia, interpretó los signos que recibió en función de sus deseos, actitud que observó durante toda su exploración. Una vez que tomó posición respecto de los debates de su época (que se referían, como fue dicho, al diámetro del globo terrestre, la extensión de la Isla de la Tierra, y la existencia o inexistencia de una península adicional en Asia) de acuerdo, también, a sus intereses, y una vez que alcanzó la tierra, la creencia a priori, incondicional, de estar en los litorales del extremo oriente de la Isla de la Tierra no desapareció a pesar de todos los signos adversos, en ninguno de los cuatro viajes; al contrario, esos signos fueron percibidos en función de la idea que guiaba la expedición realizada por el almirante: “dócil al deseo, la realidad se transfigura para que brille suprema la verdad creída” (p.85), y así, Colón percibió en parte del contorno de la isla de Cuba el límite de Asia, vio multiplicarse el oro donde no había y oyó hablar del Gran Kan sin que éste estuviera en el territorio. Teniendo esto en cuenta, O’Gorman señala que América, pues, no se reveló como tal, ni existía ni fue descubierta cuando Colón llegó a las tierras ubicadas al oeste; al contrario, “el significado histórico y ontológico del viaje de 1492 consiste en que se atribuyó a las tierras que encontró Colón el sentido de pertenecer

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