Las Ruinas Circulares

LAS RUINAS CIRCULARES

JORGE LUIS BORGES

Es un cuento del escritor argentino Jorge Luis Borges. Fue publicado en diciembre de 1940 en la revista literaria Sur (no. 75, pp. 100-106). En 1941 fue incluido en la colección El jardín de senderos que se bifurcan, que más tarde formó parte de Ficciones (1944).

El cuento relata la historia del sueño de un hombre que sueña a otro hombre dicho hombre soñado era un muchacho taciturno, cetrino, díscolo a veces, de rasgos afilados que repetían los de su soñador.

La cual muestra como este hombre soñador se muestra su relato en unos párrafos algo confusos pero muy acertados con lo que se quiere transmitir hacia el lector, de esta manera este hombre soñado refleja sus miedos y vivencias dentro de este, La selva como la ciudad los dioses como los gobernantes a los cuales les rinde tributos, no por flaqueza de la carne sino por determinación de la voluntad. El propósito que lo guiaba no era imposible, aunque sí sobrenatural. Quería soñar un hombre: quería soñarlo con integridad minuciosa e imponerlo a la realidad.

Al principio, los sueños eran caóticos; poco después, fueron de naturaleza dialéctica, al pasar de los días se este hombre soñador se daba cuenta que Buscaba un alma que mereciera participar en el universo.

Este hombre trataba como un hijo al hombre de su sueño, esto refleja la personalidad y autenticidad de su creador como una persona dinámica, soñadora y mágica a la vez. Antes (para que no supiera nunca que era un fantasma, y se creyera un hombre como los otros), Le infundió el olvido total de sus años de aprendizaje.

Noche tras noche, el hombre lo soñaba dormido, porque no se daba cuenta que de una u otra manera era la manera más fácil de sobrellevar una vida caótica y poco ortodoxa, era un muchacho taciturno, cetrino, díscolo a veces, de rasgos afilados que repetían los de su soñador.

El hombre, un día, emergió del sueño como de un desierto viscoso, miró la vana luz de la tarde que al pronto confundió con la aurora y comprendió que no había soñado. Toda esa noche y todo el día, la intolerable lucidez del insomnio se abatió contra él, ya que este se había adentrado tanto en sus sueños que solo vivía para soñar y soñaba para vivir, era como si su vida solo girara entorno a su sueño al hombre que había creado; el cual creía ser la creación perfecta “ideal” dentro de su ser. Una tarde, el hombre casi destruyó toda su obra, pero se arrepintió. (Más le hubiera valido destruirla.) Ya que era lo único que lo salvaba de su realidad no obstante él se da cuenta que esto es su razón de ser.

En el sueño del hombre que soñaba, el soñado se despertó, A veces, lo inquietaba una impresión de que ya todo eso había acontecido... En general, sus días eran felices; al cerrar los ojos pensaba: Ahora estaré con mi hijo. O, más raramente: El

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