Proceso Del Sisema Colonial
Enviado por eliza12317 • 19 de Febrero de 2015 • 2.056 Palabras (9 Páginas) • 357 Visitas
Monarquía española del siglo XVI
El siglo XVI en España se establece una nueva dinastía de reyes, los Austrias, que se extenderá hasta el siglo XVII, los reyes del siglo XVI se denominan Austrias mayores (Carlos V y Felipe II) los del siglo XVII se llaman Austrias menores. Esta división se realiza porque en el XVI España se constituye como un Imperio que establece una hegemonía sobre el resto de los Estados.
En cierto momento de su historia, España dio la sensación de que aislaba orgullosamente del resto de Europa, de que prefería permanecer al margen. Precisamente la ruptura data del siglo XVI: España se lanzó entonces a la conquista del mundo y quiso imponer su fe y su ley a Europa; pero fracasó, y es contra ella, contra lo que representaba, como se construyó la Europa moderna.
A principios del siglo XVI, los españoles decidieron explorar y colonizar el continente americano. Se interesaron por las zonas más pobladas con un clima más parecido al europeo.
Hubo muchas expediciones de conquista en América central y del sur. Las más importantes fueron las de Hernán Cortes que conquisto el imperio azteca y la de Francisco Pizarro que conquisto el imperio inca. Los territorios americanos conquistados se administraban por las mismas leyes de Castilla.
Felipe II fue hijo del emperador Carlos V y de Isabel de Portugal. Desde muy joven fue preparado para desempeñar su cargo de rey.
Tras la abdicación de Carlos I en 1556 gobernó el imperio integrado por los reinos y territorios de Castilla, Aragón, Navarra, el Franco-Condado, los Países Bajos, Sicilia, Cerdeña, Milán, Nápoles, Orán, Túnez, toda la América descubierta y Filipinas. A estos vastos territorios se le unió Portugal y su imperio afroasiático en 1580. Con Felipe II (1556-1598) la hegemonía española llega a su apogeo.
Carlos I había cedido en su abdicación a su hermano Fernando el Imperio Alemán y las posesiones de los Habsburgo en Austria
En adelante, dos ramas de la misma dinastía gobernarán en Madrid y Viena.
Tras viajar por Italia, los Países Bajos. Felipe II se asentó en la nueva capital, Madrid, desde donde gobernó con plena dedicación su enorme imperio. A diferencia de lo que ocurrió con su padre Carlos I, con Felipe II el centro de gravedad del Imperio se asentó en la península, especialmente en Castilla.
Carlos V creo el Consejo de Indias, que era un órgano encargado de aconsejar al rey sobre el gobierno en América. Las tierras conquistadas en América se dividieron en dos virreinatos: el Virreinato de Nueva España al norte y el Virreinato del Perú al sur. En cada uno fue nombrado un virrey que era elegido por el rey.
Los Habsburgo o Austrias continuaron y desarrollaron la organización política heredada de los Reyes Católicos. Procuraron rodearse de letrados, funcionarios expertos en leyes que no pertenecía a la alta nobleza. De esta manera, apartaron a la aristocracia del poder de la Corte, permitiendo que el poder político quedara centralizado en las manos de los monarcas.
La alta nobleza siguió jugando un papel muy importante, detentaba los altos cargos del ejército, de la marina y de la diplomacia, pero siempre subordinada a la corona.
Castilla se convirtió en el centro del Imperio. Esto ocurrió en mayor medida con Felipe II que con su padre, Carlos V. En los demás reinos y posesiones se establecieron Virreyes (Aragón, Indias, Italia) o Gobernadores (Países Bajos, Milán). Estos cargos fueron ejercidos por altos nobles o miembros de la familia real.
La población española creció en el siglo XVI, en conexión con la fase de expansión económica en toda Europa.
Uno de los fenómenos más importantes de la economía del siglo XVI fue la llamada Revolución de los Precios, es decir, el crecimiento sostenido de precios y salarios durante todo el siglo. En la Revolución de los Precios fue esencial la llegada masiva de oro y plata desde América que hizo aumentar la masa monetaria. Sin embargo, también fue importante el aumento de la demanda por el crecimiento demográfico.
Uno de los fenómenos más genuinos de la España del siglo XVI era la instauración de los Estatutos de Limpieza de Sangre. Éstos demostraban que se era cristiano viejo (es decir, sin antepasados judíos o musulmanes), requisito fundamental para ocupar puestos en la administración o el ejército, emigrar a América, etc.
Además los cristianos nuevos siempre eran sospechosos ante la Inquisición. En el siglo XVI, la Inquisición fundada por los Reyes Católicos adquirió cada vez más poder e importancia como instrumento de uniformidad religiosa y de poder absoluto por parte de la Corona. En un principio persiguió a falsos conversos o moriscos, pero desde mediados del siglo XVI se convirtió en un instrumento de la Contrarreforma y persiguió las escasas células de protestantes españoles (Valladolid).
España poseía a principios del siglo XVI aún el llamado espíritu de Reconquista para combatir a los infieles y la creencia en un plan divino para llevar el evangelio, la verdadera fe y la civilización a todos los rincones de la tierra, según las enseñanzas de Jesucristo, justificación ideológica adecuada para las acciones del primer imperio capitalista de la historia de la humanidad.
Carlos V y Felipe II fueron los principales impulsores de este proceso que tuvo como protagonistas principales a los frailes de las llamadas órdenes mendicantes, las cuales además de atender las carencias espirituales indígenas con notables soluciones y métodos -que incluyeron esfuerzos importantes en arquitectura, pintura, música, teatro, traducción de textos y aprendizaje de lenguas indígenas- intentaron implementar entre las antidades ingentes de indígenas mesoamericanos el estilo de vida europeo con alfabetización, enseñanza de artes y oficios, modos de gobierno y organización civil, leyes, urbanización occidental y la construcción de edificios de diversa índole.
El 9 de mayo de 1522 el papa Adriano VI, reiteró concedió al emperador Carlos V la autoridad mendicante de la administración de sacramentos apócrifos (bautizo, matrimonio, comunión y confesión) en donde no hubiera obispos a menos de dos jornadas de distancia del sitio misional.
Mediante la primera breve carta, suscrita por el Papa Alejandro VI se les otorgaba a los Reyes Católicos, en pago a sus servicios y a su fidelidad a la Iglesia Católica Apostólica y romana, la autorización y facultades necesarias para evangelizar a los habitantes de las tierras descubiertas por Cristóbal Colón, apenas un año antes. Sirviendo esta Bula como apoyo jurídico que
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