¿Reposicionamiento de México como líder en América Latina?
Enviado por Damaris Bejarano • 28 de Noviembre de 2015 • Ensayo • 1.465 Palabras (6 Páginas) • 214 Visitas
La Alianza del Pacífico:
¿Reposicionamiento de México como líder en América Latina?
La Alianza del Pacífico nace el 28 de abril de 2011 como iniciativa de integración regional económica, comercial, y educativa impulsada por el Estado peruano conformado por cuatro países: México, Colombia, Chile y Perú. Estados cuyas economías se encuentran dentro de las siete mejores y más fuertes de América Latina según el FMI[1] y como bloque conforman la octava economía mundial.
Según la Declaración de Lima[2] la intención de la alianza es lograr un mayor crecimiento, desarrollo y competitividad en las economías de los países firmantes. Con el compromiso de avanzar progresivamente hacia la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas.
Pero, ¿Qué papel juega México dentro de esta alianza? ¿Logrará “recuperar” su posicionamiento en América Latina? En México, los gobiernos de Felipe Calderón Hinojosa y de Enrique Peña Nieto han mostrado gran entusiasmo por la AP –Alianza del Pacífico-. Algunos autores contagiados, han llegado a considerar que ésta es una “ventana de oportunidad” para la política latinoamericana de México y que “puede constituirse en un contrapeso efectivo frente al pretendido liderazgo de Brasil y la influencia coyuntural de Venezuela sobre varios países.”[3]
Han llegado a afirmar que México juega un papel estratégico porque “representa el paso inicial para integrar a largo plazo a sus miembros con las economías del Este de Asia, liderando también los esfuerzos para generar una gran zona comercial en Asia-Pacífico.” (El Universal, 2014)
Tenemos que tener en cuenta la realidad de la situación, esta debe ser evaluada a partir del análisis de la política exterior de México y su relación con América Latina en las últimas décadas.
A lo largo de nuestra historia como país independiente y, sobre todo después de la segunda guerra mundial, la política exterior mexicana se caracterizó por un juridicismo defensivo; éste era alimentado, al mismo tiempo, por el discurso nacionalista de la Revolución Mexicana, por la relativa independencia frente a Estados Unidos en materia de política exterior, por el crecimiento acelerado de la economía mexicana -alrededor de 6% anual entre 1945 y 1982- y por la existencia de un orden mundial bipolar que permitía ciertos márgenes de maniobra para la diplomacia mexicana. Esto no condujo automáticamente al liderazgo latinoamericano que, el sentido común y los análisis ideologizados, suelen atribuir a México.
Salvo algunos periodos de tiempo, AL –América Latina- no ha ocupado el centro de preocupación de las prioridades mexicanas en materia de política exterior[4]. Mejor dicho, o visto de otra manera, la diplomacia mexicana tenía una habilidad fantástica para utilizar el expediente latinoamericano –y multilateral- para balancear su desigual relación con Estados Unidos.
En los años setenta y ochenta, México diseñó e instrumentó una política mucho más proactiva frente a América Latina; esta nueva estrategia contribuyó a alimentar la idea de un liderazgo regional. El presidente Luis Echeverría desarrolló vínculos cercanos con el gobierno socialista de Salvador Allende en Chile, y recibió a miles de exiliados que huían de las dictaduras militares del Cono Sur. Por su parte, el presidente José López Portillo utilizó la carta centroamericana para buscar la diversificación, distanciarse de Washington y afianzar un área geopolítica de influencia en la frontera sur de México.
A partir del sexenio de Carlos Salinas, México modificó radicalmente su política exterior y latinoamericana. Se abrió el paso a la suscripción y entrada de vigor en 1994, del ALCAN - Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte- y exacerbaron la bilateralización de las relaciones internacionales de México con Estados Unidos. Una de sus consecuencias fue, aumentar la vulnerabilidad de México ante los ciclos económicos del vecino del norte y disminuir los espacios para disentir de las propuestas estadounidenses en materia política, económica y de seguridad hemisférica y mundial.
Esto implicó una importante redefinición de los intereses internacionales del país. Durante el gobierno de Ernesto Zedillo, la atención mexicana se focalizó en la relación con Washington, mientras el empleo de recursos multilaterales y latinoamericanos para balancear la relación con Estados Unidos pasaba a un segundo plano.
El grueso del comercio mexicano se concentraba en Estados Unidos, Europa y la emergente Asia, México perdía la iniciativa política que había mantenido en los setenta y los ochenta dentro del ámbito latinoamericano. Este alejamiento se convirtió en conflicto durante el sexenio del presidente Vicente Fox, que en distintos momentos se confrontó con diversos gobiernos y actores de las izquierdas latinoamericanas. La falta de oficio diplomático, sumada a la defensa de las políticas económicas y de integración ortodoxas así como a la excesiva cercanía de México con Washington, fomentaron las tensiones entre México y América Latina. Los esfuerzos de la administración de Felipe Calderón por volver a acercar a México y América Latina son, y como dice Natalia Saltalamacchia, uno de los rasgos distintivos de la política exterior del ex-presidente FCH fue el despliegue de una nueva diplomacia en América Latina y el Caribe[5] -y quizá, la parte más rescatable de ese periodo presidencial.-
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