Republicas y monarquias..
Enviado por Gabriel Ayala • 15 de Octubre de 2016 • Reseña • 1.226 Palabras (5 Páginas) • 306 Visitas
Bicentenario de la Independencia: El Congreso de Tucumán San Martín, Artigas y Belgrano: tres proyectos de país
Natalio R. Botana
Repúblicas (op. cit.)
Capítulo 3 [parte final que debe unirse con lo que resumió Gabi]
Dos años después de declarar la independencia, en julio, la comisión presenta el proyecto de constitución. San Martín la recibe al día siguiente gracias a Godoy Cruz, y le parece que le faltan los cimientos necesarios para sostener una nación. El proyecto que se sancionaría 8 meses después recopilaba las experiencias anteriores [Estatuto Provisorio de 1815, y el Reglamento Provisorio de 1817] pero con una mayor acentuación a la centralización. Esta Constitución pretendía “(...) poner a punto una transferencia de poder anclada (...) en el pasado y, a su vez, portadora de variantes innovadoras.” (pp. 153-154). Se percibía la búsqueda de una racionalidad pública y política sobre una lectura de la realidad caótica y anárquica. Los congresales encontraron una solución a sus múltiples problemas en la teoría de las formas mixtas de gobierno. Creían que para evitar que la monarquía sea llevada al despotismo, y que la república democrática sea llevada a la anarquía, era preciso una division de poderes y una combinación de formas de gobierno. Pero San Martín [y otros] creían que esta combinación se daría como resultado de un proceso histórico y no de la pura deducción. Pretendían unas bases que pudieran adaptarse a la realidad de las Provincias Unidas y su posterior desarrollo. Así, su idea de Constitución aspiraba a reflejar un sistema social en formación.
El antiguo régimen de la monarquía había decantado tres grandes tipos de poderes sociales: el espiritual de la Iglesia católica, el moral de una clase letrada y el material de la burocracia. De diferentes maneras, estos poderes intervinieron en la revolución. Por su parte, el Congreso apostaba a un equilibrio entre los tres. Se pretendía dividir el poder legislativo en dos cámaras y otorgar al Senado un papel preminente “(...) que impida la disolución del Estado haciendo frente a las fuerzas centrífugas del espíritu del pueblo y de provincia(...)” (p. 161). En la Nación, en el pueblo y en la provincia debía prevalecer el espírtu nacional, ese que reclamaba Belgrano. Para eso, se buscó que en el Senado estén representados poderes nacionales, representados por las clases tradicionales de guerreros, sacerdotes, letrados y burgueses [burguesía como clase superior]. Cada uno de estos actores debían controlar el régimen de división de poderes y, a su vez, las fuerzas locales. Los congresales entendían que había que llegar a un equilibrio entre la fuerza del legislativo y el poder del ejecutivo. Pero, al fin y al cabo, la balanza se inclinaba del lado ejecutivo, que era quien ponía en funcionamiento todo el gobierno.
Bicentenario de la Independencia: El Congreso de Tucumán San Martín, Artigas y Belgrano: tres proyectos de país
Natalio R. Botana
Repúblicas (op. cit.)
Capítulo 4 Una Constitución efímera.
Botana nos menciona, al inicio de este capítulo, el Manifiesto del Soberano Congreso General Constituyente de las Provincias Unidas en Sud América al dar la Constitución, redactado por Deán Funes, en abril de 1819. En las páginas siguientes se encarga de analizar algunas partes de ese Manifiesto, y nos acerca un discurso pronunciado por Simón Bolizar en febrero de 1819, donde presenta un proyecto de constitución con una filosofía y una estructura de gobierno mixto. El autor ve entre Bolívar y Funes una clara afinidad de ideas: ambos tenían la intención de elaborar el mejor compuesto posible entre aristocracia, república y monarquía, ya que creían que estos tres términos lograrían una síntesis entre la monarquía y el republicanismo. La cuestión era combinar estas dos corrientes y decidir cuál iba a predominar en el diseño constitucional. El objetivo, lograr un principio de legitimidad [interior y exterior] y permanencia. El principio de legitimidad de la Constitución aprobada en abril de 1819 [junto con el Manifiesto de Funes] era el de una mezcla entre elementos electivos y aristocráticos no hereditarios. En ella, no había ni república ni monarquía. Figuras defensoras del modelo monárquico como Belgrano la aceptaron por respeto y obediencia al Congreso y no porque creyeran en el valor intrínseco de esa Constitución [ver supuesta opinión de Belgrano hacia María Paz sobre la Constitución en pág. 192]. De todos modos, recibió muestras de consenso, y a partir de julio se puso en marcha el proceso de elejir representantes y senadores. En 1820 quedaba inconclusa la pregunta: ¿se inclinaría el gobierno ya compuesto de representantes hacia una república o hacia una monarquía? En las páginas siguientes nos cuenta cuáles fueron las recepciones de la sancionada Constitución de las Provincias del Sur en Europa. El estatuto mayor jugó un doble rol: hacia adentro, hacía de emblema de un orden basado en la integración territorial; hacia afuera, pretendía ser un instrumento de negociación y de inserción en el mundo de un país que había terminado su ciclo revolucionario. No obstante las opiniones en Europa estaban dividas, entre los que veían la oportunidad de colocar un nuevo rey y establecer una monarquía constitucional, y los que veían la Consitución como un progreso hacia la independencia, elogiando a San Martín y a Pueyrredón.
Pero los conflictos y la guerra continuaban. En junio de 1819 Pueyredón renuncia tras 3 años en el mando. Asume Rondeau y la situación se vuelve más complicada, la Constitución pierde autoridad y se fractura el esqueleto de coacción entre Ejército del Norte, el Ejército de los Andes y el del Litoral. Botana hace un recorrido histórico de tales enfrentamientos. Y en este punto del capítulo se impone la figura de San Martín. Botana desarrolla su pensamiento y su política, utilizando cartas que escritas por el general a Tomás Guido, al mismísimo Congreso de Tucumán y a Vicente López y Planes. También cita un extracto de la proclama que dirigó a los peruanos en 1818, y es en esta donde queda reflejado un proyecto político a nivel macro: el diseño de una confederación americana, donde cada estado adoptaría la estructura interna de una monarquía constitucional. Era esta una de las tantas formas de organización que estaban en la mente de los americanos. La cuestión era cómo preservar la eficacia de la monarquía [unidad y ejecutividad] en caso de elegir la república, y de lo contrario, cómo preservar la representatividad y la división de poderes en caso de elegir la monarquía.
Durante los últimos meses de 1819 y principios de 1820 en diferentes provincias hubo levantamientos que se manifestaban contra el Congreso y contra el Directorio, y proponían un modo de organización federal. El 23 de febrero de 1820 se firma un pacto entre los gobernadores de Bs. As., Santa Fe y Entre Ríos, donde se convoca a un nuevo Congreso pero con una aspiración federal. Artigas venía proponiendo desde 1813 una confederación de Estados independientes a través de escritos. La “voluntad general” había derrocado un régimen. Lo que se buscaba era un acuerdo normativo y práctico acerca de la forma en que eran elegidos los gobernantes y los límites que habría entre estos y los gobernados. Por eso, luego de la revuelta, las dirigencias provinciales se abocaron a la elaboración de estatutos y constituciones.
El capítulo [y el libro] cierra haciendo referencia a San Martín, quien rechazó a principios de 1819 mediar con Artigas y Estanislao López, y condenaba la federación.
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