Alcance De La Historia
Enviado por gigi2012 • 13 de Febrero de 2014 • 4.360 Palabras (18 Páginas) • 265 Visitas
ALCANCE DE LAS HISTORIAS REGIONALES
Un proceso con audiencia internacional.
He venido con el mayor entusiasmo a participar en la apertura de este ciclo de conferencias, en torno a la importancia de las "Historias Regionales".
El tema ha crecido paulatinamente en la audiencia internacional. En el país, la teoría de las historias regionales, es bastante reciente. Comienza después de la irrupción de las ciencias sociales, hace aproximadamente cuarenta y cinco años. Ellas, en relación con la antropología, la sociología, la economía, la historia, etc., van sufriendo una metamorfosis. Se van combinando con la planeación, que reclama para hacer el despegue regional, el conocimiento de la realidad etnográfica, social, política y del pasado de la comarca donde se va a aplicar el plan de desarrollo.
Así se fue creando la inaplazable urgencia de conocer lo que atañe a la región, a la comarca, al departamento. Ha sido un transcurso lento, con mucho desenvolvimiento en el último tiempo, con motivo de la obra divulgadora de un grupo brillantísimo de narradores en Francia, especialmente, el que se llama la "Generación de los Anales". Ella explica, cómo es el desenvolvimiento de estudio de las historias regionales. Éstas no se refieren a lo menor de la comarca. No son monografías No es un simple escarceo sobre uno o dos hechos. Es algo que nace y se fortalece en función de armar la historia regional y entrelazarla con la historia nacional y, finalmente, con los sucesos de la vida internacional. Tiene una gran proyección. Ella se muestra modesta, pequeña, reducida, pues nos han educado insistiendo en que lo valioso son los héroes, los singulares hechos, los elevados personajes.
Alejándonos de la grandeza patria.
La manera como han explicado los sucesos nacionales colombianos nos ha ido divorciando de su grandeza, al no sentirnos formando parte de sus episodios. No nos hemos compenetrado con sus esencias. Nos han alejado de ella por el desdén a todo lo que tenga acento provincial. La educación ha sido metropolitana. La orientación de la cultura la han dirigido desde las ciudades, volcada sobre los intereses y proyección de dos, o tres personajes; de cuatro o cinco fechas históricas; de seis o siete grandes batallas, y, luego, desaparece el registro del aporte intelectual, humano, político, social, de lo que integra las historias regionales.
He insistido en que debemos trabajar estos episodios con seriedad. Con alegría, pues existen posibilidades de penetrar en zonas incitantes que desconocemos. Aquí en Pereira observo que hay un florecimiento extraordinario de escritores, de poetas, de cuentistas, de hombres que están haciendo la cultura de Risaralda; ellos tienen la obligación de investigar y de situar los acaeceres de su contorno, de los pueblos del departamento. Es igual la obligación ineludible que reciben las universidades de la comarca. Éstas se han ido desplazando, lentamente, en todo el país, hacia investigaciones generales, olvidando sus obligaciones con lo que deben organizar como mandato de la cultura que propician. Si están en ella, es para hacer el registro de todos los grandes hechos. Deben estimularlos para que se produzcan. Ponerlos en orden. Esa es función de las aulas. Si hay otras entidades que lo puedan hacer, pues bien, que vengan también a contribuir. El deber primordial es de la universidad, porque es ella la que nos representa, la que hace la motivación de la vida y logra la proyección del pensamiento, de la sensibilidad de las gentes del terruño.
Quiero llamar la atención, con especial énfasis, sobre esa obligación colectiva: la de vigilar estas materias.
Las leyes sociales de la comunidad.
La historia se ha preocupado, durante mucho tiempo, de los héroes y los personajes, como lo he dicho. Ha cambiado el enfoque de ella en las tesis generales. Hoy se trata de establecer cuáles son las leyes sociales de la comunidad. Es la gran revolución. Es volver hacia el origen popular de los actos. Para eso, se tiene que aceptar que el líder, el conductor, el director de una sociedad, no hace más que percibir el rumor de lo que hace ese pueblo. Ellos no inventan, escuchan al común y, en un momento dado, son los transmisores de su mensaje ante el país.
Esa parte se está revalorando en la época contemporánea, y dentro de ella tiene un valor esencial lo relacionado con las historias regionales. Durante años se desconoció lo que hacían las masas anónimas. Prevalecía lo que se llama la "historia blanca". Es la de los grandes valores. Éstos dejan su acción escrita a través de su propia producción, de sus mensajes, de los manifiestos, de sus cartas que cobran una importancia inusitada. En igual grado aparecen en las regiones esos materiales dispersos y menospreciados por su origen modesto. Con desdén se miran y se les deja al margen.
Una de las promociones que favorece este estudio, es destacar la identidad. Saber qué es. Conocer el crecimiento nuestro; qué es lo representativo; qué es lo que nos da valor; qué es lo que nos da permanencia; qué es lo que nos proyecta hacia el futuro. Eso es lo básico de nuestro mestizaje que propicia otro aliento más, como es la posibilidad de presentar nuestra propia versión y explicación de lo que acaece.
Las historias locales están descubriendo lo que anunciamos y buscan la comprensión y la explicación de los sucesos. Éstos, desde los aspectos sociológicos, económicos, políticos, humanos, etnográficos, etc.
La historia no es lo más remoto.
Ya pasó la creencia de que lo histórico es lo más remoto, lo más lejano en el tiempo. Durante años hemos oído decir que no se analizan determinados hechos, porque sucedieron en cercanía. Hay que esperar que el milagro de los años decante y dé una versión de ellos. Se pierde así el juicio de los testigos, de quienes los gozaron o sufrieron; los proyectaron, los concibieron. Fallecen, hundiéndose la posibilidad de saber realmente que fue lo que pasó. Por eso el relato se debe escribir contemporáneamente. En Europa, las "memorias" son abundantes: de los estadistas, los guerreros, la gente influyente, los intelectuales, los científicos, los artistas.
En América, es rarísimo que alguien las publique. En Colombia no tenemos sino el caso, en esta época, de Carlos Lleras Retrepo, que está editando su Crónica de mi propia vida. Es un venero de datos, con riqueza de detalles. Episodios que sólo él conoció, porque fue compañero de los personajes que trabajaron "su etapa".
Mañana puede venir el analista que diga que hay exageraciones, que no le gusta determinada interpretación. Es lo natural, porque la existencia es compleja, hierve, tiene contradicciones. Ella no se detiene, ni es serena, impasible, como quieren presentarla
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