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Aprendizajes Que Dejan Huella


Enviado por   •  8 de Noviembre de 2011  •  2.447 Palabras (10 Páginas)  •  645 Visitas

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APRENDIZAJES QUE DEJAN HUELLAS

Comenzar este caminar me abrió la mente en muchos aspectos y particularmente en cuanto a lo profesional. Y digo esta frase porque resume lo que realmente me ocurrió. Cuando llegué de mi pueblo tenía latente el recuerdo de mi vida allí más que tranquila, gente que se conocía toda, gente muy conservadora en su persona como en sus familias. Cuando llegué aquí me impresionó lo social, aprendí a ver familias con estructuras muy diferentes y me tocó, en más de un caso, escuchar historias que para mí eran sólo de telenovelas. Aprendí a ver familias que ni se acercaban a lo que yo tenía como modelo. Aprendí a escucharlos y en ocasiones a ser asistente, psicóloga y, lo que era peor, tenía que aprender a ser maestra en ese ámbito. Así me formé aquí. Así me formó esta escuela, a quien hoy le agradezco lo que soy. Aprendí a ver en los otros una individualidad especial. Aprendí a estar con niños que me necesitaban de otra manera, aprendí a convivir con esa realidad y a ofrecer mis tiempos para escuchar estas cuestiones que no son tan inherentes a la educación. Desde mis comienzos todo fue y es un desafío. La docencia es eso.

En este camino enfrenté diferentes situaciones; en mi escuela siempre se me impulsó a lo diferente, lo posible y lo que parecía poco probable.

Hace unos años, cuando un nuevo año comenzaba y todos teníamos millones de expectativas de cómo sería nuestro nuevo grupo, con ganas renovadas de las vacaciones, se nos informó, en aquel entonces al grupo de cuarto año, la incorporación de una alumna integrada de la escuela especial, situación no nueva para nosotros ya que hasta ese momento se venía realizando integración en diferentes años. Lo especial de ésta era el tipo de discapacidad de nuestra niña, su discapacidad era

Auditiva. Desde el primer momento me encantó, pensé que era un desafío desde lo personal y me

entusiasmó mucho la idea. No vi la dificultad en ningún momento. Sólo pensé en una escuela abierta. Una escuela para todos que no cierra sus puertas sino que integra a quienes sean diferentes a nosotros.

En el segundo momento, bajando los ánimos, y pensando estrictamente en el área en la que trabajo desde hace algunos años, el área de lenguaje, me paralicé.

Por mi cabeza resonaban como en un torbellino mil cuestionamientos: cómo la entendería, cómo me vincularía con ella y cómo la haría sentir bien. Cómo haría para incorporar en ella contenidos sin poder hablar, y el hermoso momento del cuento...

Siempre intento que mis alumnos estén cómodos en mis horas, relajados, pero en éste caso cómo lo lograría. Me formulaba mil preguntas que tenían que ver con el miedo, la ansiedad, y la responsabilidad que la situación requería.

Al otro día, sin haber podido dormir lo suficiente, me instalo en la dirección para hablar con la coordinadora, y contarle todos mis cuestionamientos. Muy tranquila me escuchó y me contestó que me tranquilizara, que la nena venía con un integrador para ayudarnos en éstas cuestiones y que yo era muy capaz de hacerlo y bien. Salí, no más tranquila pero sí con la autoestima más alta.

Pocos días después, en una segunda reunión nos presentaron a los docentes integradores: María Marta y Emilio, quienes narraron con profundo cariño y muy objetivamente la personalidad de Claudia, los alcances obtenidos por ella y las capacidades que posee para trabajar.

Al escucharlos cedieron de alguna manera mis ansiedades. Pero mi cabeza seguía acelerada pensando en cómo trabajar con esa niña.

A partir de ese instante mi equipo: Fernando, Silvia, yo y los integradores pasamos a ser un gran equipo que hizo posible trabajar como lo hicimos durante ese año.

Los integradores fueron un gran sostén para nosotros. Siempre estuvieron con muy buena predisposición para trabajar. Hoy les reconozco el acompañamiento y lo que me enseñaron. Aunque ellos digan que lo hice sola, yo sé que tuvieron mucho que ver en esto. Nada hubiera sido posible sin el trabajo de todos y la responsabilidad que todos asumimos a la hora de trabajar con Claudia.

Los días pasaron y el gran momento de conocer a Claudia llegó. Para variar, la noche anterior me costó conciliar el sueño, pensaba en el encuentro, no quería que se fuese a sentir mal. Si bien los chicos estaban al tanto de la discapacidad de Claudia, tenía miedo de la reacción que pudieran tener. Este fue mi primer gran aprendizaje con los niños y con Claudia. Ellos no están contaminados de prejuicios ni de miedos, esas cosas son de los grandes. La reacción del grupo fue espectacular, puede

decirse claramente que “fue un encuentro normal.

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En breve, las relaciones entre ellos fueron fluyendo sin que nadie tuviera que mediar, los recreos se transformaron en momentos para conocerse y jugar con simpleza, sin tabúes.

El trabajo con la integradora favoreció en el aula el entendimiento con Claudia. Era como un puente entre nosotras.

En los primeros tiempos ella bajaba las consignas de trabajo y Claudia comenzaba a resolver sola.

Juntos armamos la planificación y, de manera anticipada, ellos sabían qué se trabajaría en cada clase. Con el tiempo pude manejarme sola con la niña, aprendí del equipo integrador cómo hacerlo y también estudiamos los maestros el lenguaje de señas para poder comunicarnos con Claudia más efectivamente. Preparamos muchas lecturas con imágenes y secuencias que favorecían su entendimiento sobre un texto. En los espacios de trabajo de los docentes de grado bombardeaba a los integradores con preguntas acerca de cómo hacer, cómo lograr el acercamiento de algunos contenidos. Yo quería entenderme con ella y me molestaba cuando no lo lograba.

A mil preguntas, una sola respuesta: “libros para leer hay, pero el código lo tienen que encontrar

Claudia y vos. Se irá formando con el tiempo, no hay recetas”. Y así fue.

Mi escuela, hace ciertos años que trabaja en un proyecto de flexibilización horaria en el que los maestros sólo trabajamos en un área buscando así la especialización desde el área mismo y una mejor manera de enseñarla atendiendo a una diversidad que nos preocupaba mucho.

Aprendemos, discutimos y trabajamos mucho sobre cómo aprenden los chicos de una manera constructivista, entendiendo que no todos tienen una mismo tiempo para aprender. Buscando así las distintas

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